El artículo anterior “Para bien y para mal la influencia religiosa a todo nivel es innegable”, molestó a algunos y quizás fui algo atrevido al hablar de una iglesia Atea, posiblemente disguste a algunos ateos y obviamente a los creyentes. Pero es un tema interesante de tocar, además, no estoy re-inventando el “agua tibia”, es una idea que me llamó la atención cuando la leí por primera vez en una nota de BBC Mundo “¿Cómo es una ‘iglesia atea’?” de febrero del 2013.
Para explicar las razones hay que decir que los seres humanos somos unos animales terriblemente sociales, es la clave para nuestro gran desarrollo. Hace poco más de 10.000 años inventamos las ciudades, que permitieron el intercambio, no solo comercial con otras culturas, también fue el intercambio de ideas, creencias, conceptos, formas de solucionar problemas, etc. La sociabilización fue el motor que nos llevó, en estos pocos miles de años al desarrollo que tenemos hoy.Seamos creyentes, ateos o agnósticos somos animales sociales y tenemos la necesidad imperiosa de compartir con personas, algo básico para nuestra salud mental y bienestar emocional.
Nuestra necesidad de estar con otros se evidencia a través de varias actividades cotidianas, por ejemplo; con los llamados vicios sociales, es común ver en la entrada de edificios de muchas empresas a trabajadores fumando y conversando durante la jornada laboral, otros suelen salir a tomar un café. Los fines de semana se reúnen los amigos a tomar cerveza, o bien se organiza un asado con familiares y/o amigos, etc. Hoy gracias a Internet, la gente tiene nuevas formas para estar permanentemente conectada, sea Facebook, WhatsApp o Twitter, incluso corriendo riesgos de accidente, por estar más concentrado en su celular y no de lo que ocurre en su entorno, como les suele pasar a los smombies.
En resumen, los seres humanos buscamos de diferentes formas compartir con otras personas, aunque no necesariamente sea para entablar algún tipo de relación a veces solo basta con hacer una actividad en grupo, como ocurre en los gimnasios, donde muchas veces, si bien se participa en clases junto a otras personas, no se habla con nadie, salvo uno que otro saludo. En la mayoría de estas actividades sociales se conversan temas que suelen ser superficiales y banales, son simplemente para entretener, para relajarse de lo cotidiano y escapar de la rutina laboral y familiar.
De niño me toco vivir frente a una iglesia católica, el cura era mi vecino, además en la iglesia participaba mi familia y mis vecinos, por eso, no resulta extraño que fuera miembro de una “comunidad cristiana”. Comunidades que estaban formadas por los jóvenes del barrio, mis mejores amigos de niñez y juventud los tuve en dichas organizaciones. Y es algo que se extraña cuando uno se hace o se da cuenta que se es ateo, ya que dejamos de ser parte de algo, perdemos ese sentido de conexión con un grupo. El ateo en si es un camino de soledad o lo fue. Hoy gracias a la redes sociales los ateos pueden “salir del closet”, para revertir este camino en solitario, ya que ahora nos podemos reconocer y organizar, que es lo que ocurrió y que llevo a la aparición de la AECH primero y luego la Sociedad Atea.
Me tocó ser uno de los que dio inicio a la AECH y en las primeras reuniones se dio algo bastante llamativo, pero esperable y es que todos estaban con ansias de conversar y la razón fundamental fue que era la primera oportunidad que tenían para hablar con personas de ideas afines, ideas que no se suelen tratar con los compañeros de trabajo, con amigos o familiares, sin ser tachado de “bicho raro”.
Hace un unos años leí una nota que explicaba que debido a la apertura del régimen chino, los ciudadanos asistían en gran cantidad a las misas católicas, sin ser católicos, y la razón no era la búsqueda espiritual, más bien era algo terrenal, la necesidad de reunirse y la iglesia servía de escusa perfecta. Y esto me recordó que de niño me llamaba la atención, que la gente llegaba sola o en grupos pequeños a la iglesia del barrio, pero a la salida invariablemente se formaban varios grupos que pasaban largos minutos y a veces por un par de horas conversando y riendo en las afueras del templo y los temas rara vez tenían que ver con la predica del día, más bien se trataban temas cotidianos.
También tuve la oportunidad de trabajar como líder en la YMCA, en la división que abarcaba a jóvenes/adultos (25 a 37 años), organizando y efectuando variadas actividades recreativas, deportivas y campamentiles. Gracias a estas actividades pude apreciar claramente esta necesidad básica que tenemos todos de compartir con otros y también de encontrar pareja, una necesidad tan indispensable como comer o tener donde vivir. Es decir, seamos creyentes, ateos o agnósticos somos animales sociales y tenemos la necesidad imperiosa de compartir con personas, algo básico para nuestra salud mental y bienestar emocional.
Por eso, cuando leí esto de una iglesia atea la encontré una idea que merece ser discutida, es cierto que la palabra iglesia suele causar un rechazo instintivo en los ateos, pero siendo objetivo y sin prejuicios, si se administra con cuidado y con reglas claras, es una excelente herramienta para compartir, conversar, intercambiar ideas y conocimientos de manera libre.
Aademás, resulta perfectamente válido utilizar la palabra iglesia, y para justificar el término partamos con su origen. Ekklesia, procede del vocablo griego que significa “asamblea” y también se asocia a ekkaleim que significa “invitación” o “convocación”. En la antigua Grecia, fue la principal asamblea de la democracia ateniense. Instaurada por Solón el año 594 AC, tenía un carácter popular, es decir, podían participar todos los ciudadanos mayores de 20 años y sin distinción de clases. La ekklesia se convocaba para nominar por votación a los magistrados, tenía la última palabra en lo referente a la legislación ateniense, las declaraciones de guerra, las firmas de paz, etc.
Con la llegada del cristianismo, fue San Pablo quien comenzó a utilizar esta palabra para referirse a una congregación de creyentes cristianos, quienes con el paso de los siglos se apropian del término. Por este motivo no es en absoluto equivocado, ni contradictorio, ni se comete ninguna herejía hablar sobre una iglesia atea, una iglesia sin religión.
Lo que pretenden los ateos y escépticos, no es levantar templos ni nada parecido, solo busca reunirse para conversar temas de interés científico, cultural, social, filosófico, etc. Además aquí no están impedidos de participar los creyentes (en lo personal no me interesa el ateísmo al estilo Richard Dawkins o Christopher Hitchens que son más conflictivos y destructivos con la religión). La idea es tratar temas que se pueden sacar incluso de la Biblia o pensamientos de Buda, Confucio, Sagan, Hawking, Asimov y tantos otros pensadores y divulgadores científicos. También, podemos dejar de lado todos estos nombres y dar nuestras ideas; que pensamos del universo, sobre maravillarse, sobre sexualidad, sobre el aborto, sobre el matrimonio, sobre el cambio climático, sobre las protestas callejeras, sobre los indignados, sobre la importancia de las redes sociales, etc. no existiría tema del cual no poder conversar, opinar y aportar a la sociedad. y no sería equivocado solicitar que nuestra opinión, fundamentada en evidencias, sea considerada cuando se legisle en el congreso sobre algún tema valórico, al igual que lo exigen las distintas instituciones religiosas.
Como cualquier ciudadano tenemos el interés, la capacidad y el conocimiento para opinar sobre muchos temas, pero siempre, sin pretender imponer nuestra visión por sobre las otras, solo pedir que sea tomada en cuenta y siempre dispuestos a reconocer que en más de alguna ocasión, dada la evidencia y el peso de los argumentos, el otro tenga razón o sea una mejor opción.
Y al terminar, dejo algo para pensar, ¿el mundo sería más pacifico sin religiones?
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