En una entrevista publicada en La Nación el domingo, el Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, Obispo Alejandro Goic, termina sus reflexiones haciendo referencia a aquellos que atacan a la Iglesia Católica, señalándolos como “quieren minar a la única autoridad moral en el mundo que sigue defendiendo valores esenciales”. En la misma entrevista culmina: “la Iglesia en el siglo pasado se enfrentó al nazismo, al facismo y al comunismo; hoy está enfrentada al laicismo.” Lo hace, evidentemente, al calor de los escándalos que hoy sacuden a la institución. Pero creo, modestamente, que comete un par de errores importantes.
El primero es confundir un debate sobre el proceder de la Iglesia como institución frente a las denuncias de abusos cometidos por algunos de sus miembros, con una discusión mucho más amplia, respecto del rol que en la vida pública deben tener las religiones en general.
El segundo es entender al laicismo como una corriente antieclesiástica y a la Iglesia como única fuente de valores vigente.
El laicismo nace al calor de una sociedad que vive, desde el siglo XVI un doble proceso. Por un lado, el fuerte impulso del pensamiento racional y autónomo, que tiende a buscar en el ser humano las explicaciones que antes se reservaban a los dioses. Por el otro, el de sociedades particulares, como la nuestra, donde las migraciones de personas y de ideas, genera una creciente diversidad de credos y pensamientos que reclaman al Estado un trato igualitario y una “no intervención” en orden a imponer determinadas corrientes filosóficas o religiosas.
Este laicismo en nuestras tierras nace, entonces, como una reacción a la omnipresencia del catolicismo como única autoridad moral y pública válida y pretende, mediante el sostenimiento de un Estado neutro, la plena libertad para el ejercicio del culto. Pero ello no implica la represión del culto ni menos la ausencia de una moralidad común. Al contrario, la democracia, laica por esencia, intenta construir una moral y un conjunto de valores que sean universalizables y aplicables sin distinción religiosa alguna. ¿La Iglesia Católica ha sido fuente de dichos valores?. Si, en muchas ocasiones, pero está lejos de ser la única fuente válida.
El laicismo es más un debate respecto del rol del Estado que del rol de la Iglesia. Su antítesis no es la religión, sino el Estado clerical, cuyo resurgimiento podemos apreciar hoy claramente en las tensiones que dividen a los hijos de la medialuna. Prohibir las religiones (en plural) o reprimir la religiosidad es más propio de un Estado totalitario que de un Estado laico. Permitir el libre ejercicio de la fe, o de la ausencia de ella en un marco valórico de mínimos comunes, es lo propio de una sociedad laica.
Las tensiones que hoy experimenta la Iglesia son comunes a otras instituciones que han optado por la defensa corporativa como mecanismo para tratar las faltas de sus miembros. Gran parte del desprestigio de los partidos políticos en nuestras sociedades se origina en similar proceder. Y la falta de legitimidad de dichas prácticas -en la institución que sea- no debe llevarnos a la desazón, sino a cierta satisfacción, en tanto es la certeza del Estado de Derecho y la Igualdad ante la Ley la que se impone.
El giro que experimenta la Iglesia Católica en estas décadas tendrá que ver entonces con ponerse al día con una sociedad democrática, no sólo en la generación de sus autoridades, sino que especialmente en su vocación de justicia.
Y para hacerlo, tendrá que descubrir en el diálogo con otras visiones de mundo su nueva riqueza. Tendrá que descubrir que sí es posible la construcción de valores comunes a partir de la dignidad humana sin la necesidad de rechazar a quienes piensan distinto. Tendrá que entender, como muchos hemos ido entendiendo, que la diferencia puede ser fuente de comunidad y de cohesión.
Cuando Goic destaca la lucha contra el fascismo y el comunismo, se refiere a modelos políticos que intentaban imponer una moral común desde el aparato estatal, saltándose la construcción democrática de dicha moral. Se refiere a modelos donde la clausura era la respuesta al disenso. No tiene sentido, entonces, oponer a esas experiencias una voluntad similar.
No quiero descontextualizar, no creo que el ánimo del obispo sea establecer un estado de ayatolas ni nada parecido. Tampoco creo que esté en su mente volver a los registros parroquiales o la guerra de los cementerios, para buscar ejemplos más locales. Pero sí me llama la atención el temor profundamente acendrado que le produce el laicismo, en una sociedad donde el reclamo del librepensamiento ha hecho poco a poco su paulatino desprendimiento del fanatismo y ha buscado, también, formas de convivencia con el mundo de la fe.
Al parecer la sociedad chilena es más sana en su relación con la Iglesia Católica que lo que la propia Iglesia puede percibir. Esta vez le toca a la Iglesia aprender.
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paulina-sepulveda
Toda la idea del Derecho Canónico me recuerda demasiado al Derecho Militar, y al ser juzgado «por uno de nosotros». Al final, sólo nos muestra que la justicia no es igual para todos, y que nuestro Estado de Derecho y nuestra democracia todavía tienen muchas fallas, planteándonos esa idea de que todos somos iguales, pero unos más iguales que otros.
darwinal
No deja de sorprenderme el que algunos piensen que la «única » religión es la Católica, en un país donde existe una sana población de vertientes Evangélicas, Protestantes, Mormones, Judios, una naciente cultura Islámica, etc., es algo así como de verdad creer el «yo soy la verdad y la vida».
El fanatismo religioso que profesa la iglesia católica en Chile – y en América especialmente- terminará por quebrarla en mil pedazos, en la lucha interna de los que cierran los ojos a las brutalidades que se comete en sus templos, a la cultura del temor y la coacción, al miedo al pecado, única razón del temor en la tierra.
sergioroa
Un detalle, Don Darwin : Mormon es un sobrenombre, Catolico: Pechoño; Evangelico: Canuto ; Iglesia de Jesucristo: Mormon , a las iglesias hay por respeto llamarlas como ellas lo hacen a si mismas.
dadaismo
Interesantes tus párrafos. Cubres una dimensión global, dialéctica por esencia y logras una abstracción del campo de las trincheras coyunturales, tan futiles como apasionadas. Que la iglesia se entienda sistémica y no preeminente, es claramente un tema de diálogo.
libertad-joan
No se trata de defender lo indefendible.Para nadie es un misterio que la iglesia católica hoy, se parcha por un lado y se rompe por otro.Sus templos están cada día más vacíos ¿no ven eso? ¿los jóvenes están ausente? ¡Vaya , con razón! Esta es sólo la observancia empírica. Las grandes fisuras de la iglesia tocan todos los ámbitos,económico, político, eclesial y está dañado. ¿ o creen que un conjunto de señoras que , en día Domingo repiten ritos y se quedan dormidas, mientras un sacerdote con cierta abulia bosqueja una homilía , basta? ¡No! Evidentemente algo anda mal hace ya bastante tiempo. Con esto no quiero decir que no exista una parte viva en la iglesia católica, pero esa no está en las venas cupulares de esta iglesia.
periodista2010
La reflexión de Felipe es muy interesante, aunque su perspectiva es limitada. Pero, podemos ir todavía mucho más allá de la Iglesia Católica y de las otras grandes iglesias, de sus templos semi vacíos, de sus códigos y dogmas que casi nadie sigue. ¿Dónde están hoy los líderes espirituales del mundo globalizado?. El mundo occidental no los tiene, no se ven. Y el Islamismo intenta a duras penas mantenerse unido a través de un fundamentalismo épico, pero condenado al fracaso de todos aquellos que han recorrido el camino de la violencia y la intolerancia.
Nuestra fragilidad es evidente, porque construimos sociedades para compartir algo más que un espacio y un mínimo bienestar.
sergioroa
Sra Cecilia: ¿ Cuando fue la ultima vez que visitaste una iglesia distinta a la catolica? las Evangelicas estas bastante llenas y creciendo igual que lol testigos de jehova entre otras…., que en tu entorno catolico se vea si el asunto es tu vision, no seas etnocentrica, los lideres espirituales estan , pero como a la verdad, hay que buscar….., las carencias morales en un mundo globalizado produce dolor, ayer un alumno de 8 años me pregunta «Tio ¿cuantos hijos tiene ?, dos le respondi….¿ y todos con la misma mama?, cuando nuestras sociedades son «dejar hacer dejar pasar», eso sucede con las familias, no dudo que muchas ong apoyaron a esa madre y su libre sexualidad , pero y los niños ?….si que bueno que no lo aborto….algo quedo de la vieja moral cristiana.
vickyleft
Felipe, creo que tienes toda la razón. Basta de las excepciones del Derecho Canónico, de extremado celo que protege finalmente a los victimarios y de sospechar del Estado de Derecho como causante de los males. Si ellos no defienden sus valores, al menos que tengan la entereza de reconocer la quiebra y no, para variar, echarle la culpa al empedrado. Mucho menos, defender la existencia de esa verdadera justicia paralela que es el derecho canónico.