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El fenómeno de las religiones en el mundo actual

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En el mundo antiguo, las religiones politeístas buscaban explicar los fenómenos externos e internos que ocurrían habitual o esporádicamente y que aparentemente no tenían explicación. A medida que, a través de los siglos, se avanzó en el conocimiento de la naturaleza y el desarrollo de la ciencia, los misterios primitivos comenzaron a tener explicación y los espacios para la religión se redujeron, un tanto arrinconados a la esfera de los fenómenos interiores al ser humano.

Aparecen entonces las religiones monoteístas, cuyo eje es pretender explicar los fenómenos cuyas causas y últimos efectos aún se desconocen. Desde su aparición han operado mayormente en la esfera de lo interno a la persona. Pero en la medida en que la sicología y la medicina han podido explicar en gran medida el funcionamiento de la mente y el cuerpo, el espacio para la fe se ha visto aún más constreñido a situaciones de excepcional ocurrencia. 

Pero el acceso al conocimiento no es una condición humana de nacimiento, sino un proceso que se repite asociado a cada vida que nace, crece y muere. Mientras una persona más conocimiento de sí mismo y del mundo que lo rodea obtenga, menos espacio para el dogmatismo religioso va a tener disponible.

¿Significa eso que el tener fe en un ser superior, práctica que nos permite explicarnos procesos que no logramos entender, es per se algo negativo? En mi personal opinión, no. ¿Es malo tener fe o poner nuestra fe en las manos de una entidad superior que nos auxilie en la lucha contra la enfermedad, la catástrofe o la injusticia? Creo que no, en la medida en que ello no nos aleje del reconocimiento de nuestras propias capacidades de enfrentarnos a todo aquello que hoy estamos en condiciones de enfrentar.

Mientras una persona más conocimiento de sí mismo y del mundo que lo rodea obtenga, menos espacio para el dogmatismo religioso va a tener disponible.

Una sociedad mejor educada, por lo tanto, no deja de poner su fe en entidades que representan ante sí a las fuerzas misteriosas de la naturaleza y sus efectos en lo cotidiano de sus propias vidas, sino que permite el reconocimiento y el uso de las propias capacidades para enfrentar y resolver aquellos hechos de nuestra existencia cuya explicación se encuentra disponible y a nuestro alcance.

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3 Comentarios

Luis Eduardo Escobar

Coincido con el autor que mayor conocimiento científico no es contradictorio con la creencia en la existencia de un ser superior. Tampoco lo impide. Hay grandes pensadores en ambos lados de este argumento.
Cosa distinta, sin embargo, son las religiones. En general, estas son estructuras de pensamiento relativamente bien organizadas que, según la religión, dejan más o menos espacio para el pensamiento crítico. En el caso de las religiones occidentales, la religión judía, por ejemplo, está basada sobre la idea que prácticamente todo es discutible y se puede adaptar fácilmente a las circunstancias. También se puede optar por no adaptarse, como lo hacen los judíos ortodoxos. Esta religión tampoco cuenta con una estructura orgánica. Cada comunidad contrata al rabino que le mejor le parezca y si a una comunidad no le gusta simplemente arma otra con otro rabino que le guste más. Esta tradición la heredaron los musulmanes y también los evangélicos. En la iglesia católica eso sería imposible.
El dogmatismo, por último, no es propios de las religiones. Probablemente este se debe a características de las personas más que de la religión que profesen.
¡¡Gracias por provocarnos a pensar!!

Fabián Bravo

Fab_Brave

Discrepo en ciertos puntos de tu reflexión. Primero, la privatización de lo religioso (lo que llamas «esfera de lo interno de la persona») es un proceso propio de la modernidad, la aparición del monoteísmo es muy anterior a ella. Segundo, no necesariamente «Mientras una persona más conocimiento de sí mismo y del mundo que lo rodea obtenga, menos espacio para el dogmatismo religioso va a tener disponible.»,puesto que es completamente lógico y plausible sostener que mientras más autoconocimiento poseo es probable que concluya reafirmar mi total incapacidad ante lo que escapa de mi control (desde posibilidades objetivas del estado de las cosas hasta elementos constitutivos de mi dimensión interior como el carácter o la conciencia u otros aspectos comportamentales) y alimenten la necesidad de depender de un ser superior. En fin, la lógica de tu texto me sabe mucho a las teorías clásicas de la secularización: «puedes tener fe siempre y cuando la guardes para tu espacio privado, no debe contaminar tu habitar el espacio público». Tener esa visión tan dicotómica se encuentra tremendamente cuestionada. Definitivamente, «el fenómeno de las religiones en el mundo actual» es algo mucho más complejo.

Saludos!

Lisandro Burgos

«En el mundo antiguo, las religiones politeístas buscaban explicar los fenómenos externos y bla, bla, bla» Puf, qué de ingenuidades dice. «Erase una vez Caperucita y el Lobo» Oiga, déjese de leseras, que todo eso es chascarrilla. Explicar los fenómenos, explicar las papas de mis calcetines. El lobo no se «come» literalmente a la abuela ni a la niña, tiene sexo con ellas. El cuento es sobre sexo y la protección de los menores contra los pedófilos y pederastas. Pues bien, pasa del mismo modo con las religiones. Nada de explicaciones sobre el origen del Universo ni demás tonterías, que en el presente el Universo está bastante explicado y… ¿Y qué? Que sigue habiendo creyentes. ¿No me diga que no se ha dado cuenta? Ya pues, entonces, aterrice, que su explicación no tiene sentido. Es cuestión de pensar un par de segundos para darse cuenta. Entérese: la religión tiene que ver con el sexo, con el deseo de violencia, de poder, y con la auto disciplina, con la fe en los hábitos. «Explicar los fenómenos», los fenómenos. Ahj, ja, ja, ja. ¿Que no siente pasiones usted?…