Soy un hombre blanco heterosexual y casado, con todas las ventajas y privilegios que ello implica. Esto es que soy creíble, que puedo ocupar cargos de autoridad, caminar de la mano con mi mujer por la calle y besarla en público. Se supone que gano un treinta por ciento más que una mujer con mis mismas calificaciones, aunque en mi caso esto no sea cierto, a no ser que exista una mujer con mis calificaciones en la total indigencia. En todo caso, problemas como el matrimonio igualitario y el aborto no debieran preocuparme a mí, porque yo ya me casé con una mujer y estoy seguro de que jamás me practicaré un aborto.
Sin embargo, estos temas me importan, especialmente porque han sido llamados temas “valóricos”. Esta denominación implica que estos temas ya no son asuntos de salud pública y ni siquiera problemas propios de de disciplinas filosóficas como la ética o la axiología, sino que temas de la superstición que se toma el nombre de religión cuando cuenta con la cantidad de seguidores adecuados y un número suficiente de ejecutivos llamado clero.
Es a través de los temas “valóricos” que se cuela la irracionalidad en el Estado y de pronto cuestiones como la vida de una madre que peligra por un embarazo inadecuado ya no es un tema de salud pública, sino un tema de la superstición, de la misma superstición que hace el Presidente de la República felicite a una niña de once años que “decidió” tener al bebé de su padrastro, en un acto supuestamente de “heroísmo”, cuando no se trata más que de inocencia infantil.
El sueño de la razón produce monstruos. Las religiones se muestran como defensoras de los derechos del embrión -que no es más que un conjunto de células indiferenciadas incapaz de sobrevivir por sí mismo- y hablan incluso de sus “derechos humanos”. Pero los derechos del embrión están en contra de los derechos de la mujer, quien debería tener el derecho a decidir si quiere ser madre o no, y no estar obligada a “prestar el cuerpo” cada vez que la biología lo requiera. La mujer sí es una persona. Los derechos de la mujer son los hijos tardíos de los derechos humanos, que a su vez son descendientes directos de los derechos del hombre y ciudadano, que son derechos que se lograron precisamente en contra de la superstición cristiana, que no defiende precisamente la libertad, la igualdad ni la fraternidad. La mismísima esclavitud es defendida como natural en la propia Biblia:
“Que los esclavos estén sometidos en todo a sus dueños, que sean complacientes y no les contradigan; que no les defrauden, antes bien muestren una fidelidad perfecta para honrar en todo la doctrina de Dios nuestro Salvador” (Tit. 2, 9-10).
Mientras que es la laica Declaración de los Derechos del Hombre la que dice algo que nos parece obvio:
«I. Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en cuanto a sus derechos. Las distinciones civiles sólo podrán fundarse en la utilidad pública».
Y que:
«V. La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no cause perjuicio a los demás. El ejercicio de los derechos naturales de cada hombre, no tiene otros límites que los que garantizan a los demás miembros de la sociedad el disfrute de los mismos derechos. Estos límites sólo pueden ser determinados por la ley».
No son estas libertades principios cristianos, sino que en su momento fueron ganados a sangre y a fuego en contra de la Biblia y de la religión. Las religiones civilizadas tuvieron que terminar por aceptarlos y defenderlos, pero no son sus principios, no están extraídos de la Biblia: son los principios del librepensamiento laico.
Para muchos de nosotros, el tema de los derechos de la mujer pareciera obvio y la lucha en contra de la violencia contra ella pareciera una perogrullada que solo en virtud de nuestra barbarie no entendemos. Sin embargo, los derechos de la mujer no son tampoco un aporte cristiano:
Dice “san” Pablo: "Vuestras mujeres callen en las asambleas; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley dice. Y si quieren aprender alguna cosa, pregunten en casa a sus maridos; porque deshonesta cosa es hablar una mujer en la congregación" (1 Corintios 14:34-35).
«A la mujer dijo (Dios): Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolores darás a luz a los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti» (Génesis 3:17).
«Si una joven se casa sin ser virgen, morirá apedreada» (Deuteronomio 22:20, 21).
Hay quienes esgrimen que lo anterior es propio del Antiguo Testamento, sin embargo, dice “san” Pablo:
«Vuestras mujeres callen en las asambleas; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley dice. Y si quieren aprender alguna cosa, pregunten en casa a sus maridos; porque deshonesta cosa es hablar una mujer en la congregación» (1 Corintios 14:34-35).
Evelyn Matthei ha dicho que gobernará siguiendo los principios de la Biblia, sin embargo, no la vemos callando en las asambleas para dejar que hable su marido. Se nos podrá decir que estas reglas han sido superadas por interpretaciones posteriores y el sentido común del ser humano, sin embargo, ¿acaso la palabra de un dios no debiera ser superior al vulgar sentido común humano?
Si no debo preocuparme por temas “valóricos” porque soy un hombre heterosexual, no se debe a la protección que me brinda la Biblia, sino a las conquistas ya ganadas por el librepensamiento, porque por muy hombre hétero que hubiera sido en tiempos pretéritos no tan lejanos, o incluso en otras regiones del mundo contemporáneo, tener una creencia distinta me hubiera quitado muchos de mis privilegios masculinos y me hubiera transformado en un ciudadano de segunda clase en un Estado religioso, cuando no me hubiera costado la vida. Creer, por ejemplo, que el hombre tiene un ancestro común con el mono o que la Tierra tiene más de seis mil años pudo haber significado mi ruina. Me doy cuenta de que la única forma de asegurar mis libertades es también asegurando las de quienes son diferentes a mí e incluyendo dichas diferencias en una igualdad que es igualdad ante la sociedad y la ley y no la negación de la diversidad que quieren quienes se sienten privilegiados por su fe.
Evelyn Matthei ha abierto la puerta a los demonios, al lado oscuro de la fe y todos los temores de la irracionalidad. Lo ha hecho, sin duda, por mero oportunismo, sin embargo, ha abierto la puerta a fundamentalismos que pueden llegar a ser incontrolables y que, hasta ahora, no se habían metido demasiado con el Estado de Chile. Es por ello que esto debe ser detenido ahora, antes que tengamos gente que quiera enseñar el Diseño Inteligente en nuestro ya precario sistema escolar.
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Foto: evelynmatthei2014
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Pablo Barrera
CRISTIANOS, SIMPLEMENTE UNA LACRA
Yamil Quezada R.
Concuerdo 100% con Arturo Ruiz … hay que tener mucho cuidado, con la irracionalidad del fanatismo y con los ofertones oportunistas del candidato(a) de turno. Importante también es tener cuidado con la intolerancia, de la cual Pablo Barrera, quién comenta un poco más arriba, es un fiel exponente.
ljara
PABLO BARRERA: DIOS A LOS QUE SE CREEN SABIOS, LE DICE NECIOS, SI NO CREES PREGUNTALE A EL
Fabio Salinas B
Excelente entrada, me pongo de pie don Arturo! Creo q el mayor peligro de lo hecho irresponsablemente por la Evelyn es q abrió la Caja de Pandora, y puede q terminemos como EUA o Brasil con un lobby evangelico tremendo e inaceptable en toda democracia
sergioroa
Arturo, usted sabe y se hace el leso, toma escrituras por aquí y por allá, sin tomar en cuenta el contexto histórico. Pablo simplemente reafirma una costumbre y culturas valoradas como correctas en su época, lo mismo con la esclavitud que con el rol de la mujer, ¿Puede entenderlo ? Yo se que si.
Las libertades de las que gozamos usted y yo, se las debemos a un grupo de cristianos que huyendo de la persecución de un rey tirano, viajaron a Norteamérica, ellos obtuvieron el derecho a adorar a Dios según los dictados de su conciencia, eso es lo que llamamos actualmente Libertad Religiosa, esa libertad, es la madre de la primera democracia real en la historia de la humanidad….Usted debiera saberlo …..estudio en ese país, siguiendo ese ejemplo de libertad 20 años mas tarde los franceses buscaron su propia libertad, pero no muy bien básicamente porque tenían una religion oficial corrupta y relacionada con el poder politico…pocos años después esa Francia fue tomada por Napoleon….el resto es historia
Patricio G
Mala mezcla el fanatismo religioso con la política y el estado. Porque, no es otra cosa, querer imponernos su moralidad desde todos los ámbitos de la vida.