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Aprendiendo sobre superstición

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La evolución explica que la superstición ha ayudado a la sobrevivencia de nuestra especie; incluso no es exclusivamente humana como lo demostrarían experimentos en otros seres vivos, por ejemplo el de Skinner en palomas.

El ambiente natural funciona en base a comer y no ser comido, por eso los seres vivos deben estar atentos y vigilantes a todo lo que ocurre a su alrededor, tanto para buscar alimentos y posibles presas como para evitar convertirse en presa y para ello deben anticiparse a los hechos. En este contexto, deben saber también equilibrar predicciones potencialmente correctas de aquellas que son equivocadas; en la medida en que el costo de las predicciones falsas es menor que el costo de no actuar frente a una predicción, la superstición siempre será la mejor opción.

Por ejemplo: si un rumiante se encuentra lejos de su manada y próximo a una zona llena de arbustos, escucha ruido y ve movimiento entre los matorrales, siempre la reacción de huir ante la posibilidad de estar frente a un potencial depredador es más favorable que pensar que sólo se trata del viento y no hacer nada. Obviamente, la respuesta de huida por imaginar que detrás del arbusto hay un depredador en la mayoría de los casos es mínima, ya que la evidencia dice que “casi” siempre se tratará simplemente del viento u otro animal no peligroso, por lo tanto, la creencia que ha generado la huida puede ser calificada de supersticiosa. No obstante -y esto es lo importante- esta actitud nos ha ayudado a sobrevivir. Podemos explicarlo dos formas, una, pensar que el ruido lo causa un depredador al acecho, cuando en realidad fue causado por el viento y dos; pensar que fue provocado por el viento, cuando en realidad fue provocado por un depredador. Se darán cuenta de que el costo de equivocarse en uno u otro caso es bien distinto: si opto por la opción uno y arranco, habré sobrevivido, en cambio con la opción dos terminaré sirviendo de comida. Es decir, desde tiempos prehistóricos la creencia en supersticiones nos ha evitado unos cuantos problemas en nuestro proceso evolutivo.

Los biólogos definen la superstición como el acto de creer que un hecho es producido por otro, aunque no haya ninguna relación ni evidencia que lo respalde. Por eso, si al leer el horóscopo del día este dice que tu planeta regente está en una posición favorable y por eso conocerás a la persona de tu vida y si, por azar, tienes un encuentro fructífero, creerás en el horóscopo a pie juntilla. Si quieren más ejemplos, piensen en las variadas supersticiones que tienen los futbolistas. Por este motivo los gatos negros, pasar por debajo de una escalera o el no muy bien ponderado número 13 son parte del folklore de nuestra civilización en lo referente a supersticiones; muchas personas prestan notable atención a sus comportamientos basados en ellas y aunque renieguen de ser supersticiosos, seguramente evitarán pasar por debajo de una escalera si se les presenta la oportunidad.

En la medida en que fuimos evolucionando, las experiencias de este tipo nos han permitido decantar las supersticiones falsas de las potencialmente ciertas y si tomamos en cuenta que antes de que existiera la ciencia moderna (miles de años antes de Platón o Aristóteles) la visión del mundo no pasaba por lo real, sino que por un conjunto de creencias que condicionaban el comportamiento humano, la importancia de las supersticiones en la vida cotidiana era obvia. Es fácil decir que uno no es supersticioso, pero con creencias de ese tipo tan inculcadas en nuestra naturaleza es más probable serlo que no serlo.

la posibilidad de que exista un gen de la superstición y que, lejos de ser una tontera, ser supersticioso hoy sea algo necesario para nuestra supervivencia como especie.

Desde luego parece algo irracional, pero también es un comportamiento que ha sobrevivido a pesar de los avances. El biólogo experto en evolución Kevin Foster, de la Universidad de Harvard y la doctora Hanna Kokko, de la Universidad de Helsinki, han publicado en la revista Proceedings of Royal Society, una investigación en la que muestran cómo pudo evolucionar el comportamiento supersticioso. Sus hallazgos sugieren la posibilidad de que exista un gen de la superstición y que, lejos de ser una tontera, ser supersticioso hoy sea algo necesario para nuestra supervivencia como especie. Foster asegura en su artículo que en un mundo de incertidumbre como en el que vivimos, podrías escoger entre creer y no creer. Es más, según este estudio, las especies que hacen caso de su superstición viven más porque son más cautelosas. En las sociedades primitivas esto se expresaba, por ejemplo, haciendo la danza de la lluvia mientras que en las sociedades modernas se acostumbra hoy a leer el zodiaco en las mañanas antes de salir al trabajo.

Las supersticiones son hábitos comunes a muchas culturas. Ejemplos hay muchos, como traer tierra del cementerio para “cargar” una casa o poner una escoba detrás de la puerta para ahuyentar las visitas no deseadas. Existen otras «yetas» que afectan a personas conocidas, como es el caso del famoso animador don Francisco quien por el lado de la palma cruza su anillo con un palito de fósforo o el de los artistas de televisión que no dicen la palabra culebra, pues es considerada de muy mala suerte. Para qué hablar de los futbolistas, que pisan la cancha con el pie derecho o utilizan la misma camiseta cuando van ganando, por ejemplo. Estudios recientes reflejaran que la creencia en fenómenos sobrenaturales continúa muy arraigada en nosotros aún hoy en pleno siglo XXI. La sospecha de relaciones allí donde no las hay nos da seguridad y garantiza nuestra supervivencia.

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2 Comentarios

Lisandro Burgos

Interesante hipótesis la de asociar la superstición con el temor de ser victimado, que yerra en el hecho de que el ser humano es harto menos presa que cazador, y en el hecho de que hay supersticiones asociadas con el éxito en empresas tales como… cazar a otros, o que pueden asimilarse a ello, a la captura de un objetivo.

    ffrias9

    ffrias9

    Lisandro: Muchos creen en el horóscopo, el Tarot y otros en la homeopatía o en la brujería. Hace miles de años se hacían danzas para llamar a la lluvia.

    La superstición nos acompaña desde los inicios de nuestra especie, principalmente en temas que están fuera de nuestro control y la razón es bien simple: «siempre es mejor hacer algo que no hacer nada, aunque sea algo absurdo y puede que funcione».

    Saludos y gracias por leer y opinar