Es posible que muchos señalen, y con justa razón, que la política es de por sí un actividad viciada y por más que cambiemos leyes, reglas y sistemas, el problema se mantendrá. Y en cierta medida tienen razón, pero hagamos el esfuerzo como ciudadanos de enfrentar estas malas prácticas y mejorar la política actual.
Creo que todos compartimos un diagnóstico, y es que los partidos políticos en general fueron los grandes perdedores en las pasadas elecciones municipales. Una gran reforma política como fue el voto voluntario, destinado inicialmente a aumentar la participación electoral, se transformó en un remedio peor que la enfermedad, ya que la abstención alcanzó cifras históricas y muy preocupantes.
Estos hechos evidencian que en nuestro país existe un problema de credibilidad institucional, que es notablemente preocupante atendiendo a la poca o nula capacidad de reacción que tienen nuestros políticos en la actualidad. Dicho de otra manera, existen pocas posibilidades que los políticos hagan “algo” para cambiar esta realidad.
El sistema político en Chile está sumergido en un mar de malas prácticas que se sostiene en una serie de errores institucionales que aumentan este desprestigio, y lamentablemente el sistema de elección binominal es la punta del iceberg.
En la actualidad, existen una serie de barreras y obstáculos para crear un partido político, y por consiguiente la oferta política es poca, ya que los mismos “oferentes” han dificultado la entrada de nuevas opciones.
Un aspecto no menor es el financiamiento de las campañas políticas, que se traduce en dos puntos esenciales, por una parte el financiamiento y gasto electoral, y por otra la transparencia en el origen de los fondos. Está es la gran sombra de las elecciones, debido a que no sabemos quién financia a nuestros candidatos, ni tampoco cuánto gastan.
Si bien en Chile somos campeones de los eufemismos, y en el caso del lobby nos ganamos medalla de oro, no se piensa en regulaciones. El conflicto de interés se entrega a la buena fe de los involucrados.
Es posible que muchos de mis lectores señalen, y con justa razón, que la política es de por sí un actividad viciada y por más que cambiemos leyes, reglas y sistemas, el problema se mantendrá. Y en cierta medida tienen razón, pero hagamos el esfuerzo como ciudadanos para enfrentar estas malas prácticas y mejorar la política actual.
Todo problema económico y social se soluciona, en parte, gracias a los acuerdos políticos, y si los políticos no están haciendo bien su trabajo, y no hacemos nada para mejorar el contexto en que se desenvuelve esta actividad, no tendremos opción alguna de llegar a nuestro ansiado desarrollo.
Aprovechando que se realizaron las elecciones en EE.UU, me gustaría hacer una analogía utilizando una de las frases más celebres de Bill Clinton, que dice “Es la economía, estúpido”.
Yo con mucho cariño les digo a los más incrédulos y pasivos: “Es la política,estúpido”.
Comentarios
09 de noviembre
Un análisis directo, concreto y penosamente real. Comparto la propuesta, algo hay que hacer en pro de la política y no en contra de ella ni menos negarle el lugar que le corresponde.
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