No podemos lamentarnos por la baja participación y menos aún cantar victoria con municipios en los cuales salieron electos alcaldes con menos de un 50%del electorado. Los políticos no pueden seguir haciendo oídos sordos, no más binominal, no más propuestas de cambios sin encantar a los electores. Los nuevos ediles tienen una titánica tarea desde la cuna de la participación, la comuna, y es fomentarla.
Se puso a prueba, la trascendental reforma al sistema electoral. Voto voluntario e inscripción automática. La “exitosa” Ley, nos demostró su máximo esplendor con una alta abstención y muchas sorpresas en las “comunas emblemáticas”.
Esta reforma al sistema se enmarcó en aumentar la participación en los sufragios. No obstante, el resultado y la “idea” esencial del cambio, no resultaron como se esperaba. El Gobierno de Chile y el Injuv, preveían un aumento significativo en la cantidad de sufragios del día de la votación. Se dio por hecho, que la gente que ya asistía – so pena de multa- a los locales de votación lo siguiese haciendo y que aquellos jóvenes que no lo hacían se atrevieran y así el aumento fuera alrededor de un 14% según una encuesta realizada por la “casa de la juventud”.
Ya que la participación juvenil fue reducida, lo que sucedió es que aquellos que tenían la habitualidad de ir a votar, se restaron, reduciendo drásticamente la cantidad de votantes, especialmente en los adultos mayores. El nivel nacional de abstención es de un 57%, y en contraste con la elección anterior, se redujo en un millón y medio la cantidad de votantes. En algunas comunas este guarismo abstencionista sobrepasó el 65%. Dado el tan alto nivel de abstención, ni la mejor encuesta fue capaz de vaticinar tal debacle, ni menos aún las victorias en las emblemáticas comunas de: Santiago Centro y Providencia. En el caso de Providencia, muchos jóvenes se trasladaron de comuna, para votar por la candidata electa Josefa Errazuriz. En este caso, los jóvenes, junto al movimiento ciudadano, fueron los que tomaron las banderas de más participación y democracia para la comuna, rompiendo la hegemonía del “gestor” Labbé.
La abstención se produjo igualmente en Ñuñoa, en la población de mayor edad aunque el resultado sí que fue la mayor sorpresa del día de la elección. No muchos cuestionaban la reelección del Alcalde Sabat, aunque tampoco se esperaban que la población del adulto mayor no acudiese a las urnas, ni la alta adhesión por la candidata Fernández. En Santiago, Tohá logró hacer converger a una ciudadanía variopinta y aunque tenía contendores de centro-izquierda, no fueron capaces de arrebatarle votos, y su triunfo sobre elAlcalde Zalaquett fue contundente. En todo caso, no deja de ser paradójica la elección: sólo un tercio de los habilitados sufragó.
La tendencia de abstención en los comicios municipales siempre ha sido mayor que en las parlamentarias y presidenciales, aunque el sistema proporcional dé mayores facilidades, y sea muy importante la elección de sus representantes comunales. La desafección del electorado está en concordancia con la de sus representantes. Estos no han tenido la cercanía que tendrían que tener con la comuna y sus ciudadanos; no han realizado las obras que prometieron, y peor aún, no han fomentado la participación de sus propios habitantes en la toma de decisiones.
Este resultado de las elecciones es el tirón de orejas que se estaba esperando. Es el llamado ya no sólo de nosotros los jóvenes, sino de la ciudadanía en su conjunto, que exige el cumplimiento de promesas tantas veces inconclusas.
Reencantar a aquellos que no votaron e integrarlos. Especialmente los jóvenes, que fuimos trascendentales en el trabajo de base en las comunas vencedoras y también en las que fuimos derrotados, exigimos que no se nos apartNo podemos lamentarnos por la baja participación y menos aún cantar victoria con municipios en los cuales salieron electos alcaldes con menos de un 50%del electorado. Los políticos no pueden seguir haciendo oídos sordos, no más binominal, no más propuestas de cambios sin encantar a los electores. Los nuevos ediles tienen una titánica tarea desde la cuna de la participación, la comuna, y es fomentarla.e en la generación de políticas públicas para las comunas. Sólo integrando y haciendo partícipe a la población local, el sistema se revitalizará. Con buenos programas, ideas, y cercanía, no hay por qué temerle al voto voluntario. El que se siente acogido y mejorado en su calidad de vida y participación sin duda acudirá a las urnas.
El método de más propaganda y campaña marketera, se demostró errado. El resultado se ganó escuchando a la gente, en debates locales no televisados, caravanas, ferias y carnavales culturales. Sobre todo, con programas claros. Estas elecciones no las decidió el voto partidista, sino el personalista, por decirlo de alguna manera.
Señores políticos, el catastro está hecho; ahora ustedes deciden, pero no es opción discriminar a la juventud.
Espero que de aquí a 2016, seamos más jóvenes no sólo votando, sino presentándonos en los comicios, realizando trabajos entre nosotros para aumentar la participación de la juventud, proponiendo y eligiendo en comicios a nuestros pares. Tenemos muchos espacios y es tarea nuestra recuperarlos; a no esperar que las autoridades realicen las tareas por nosotros o que en forma paternalista nos sigan tratando como niños: los jóvenes somos ciudadanos con deberes y derechos. El voto voluntario es un derecho al que no estamos dispuestos a renunciar.
Aquí no hubo ganadores: en el sentido amplio todos perdimos. La democracia con un 40% de participación difícilmente podrá sostenerse. Pero la buena noticia es que la democracia, después de esta elección, ya nunca será como antes. No más autoritarismos de derecha o izquierda: la democracia del futuro la construimos todos o no será democracia. Somos la siguiente generación. El momento es ahora, no podemos desaprovecharlo.
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