Los eventos se iniciaron en Santiago, con jornadas de protesta de los alumnos del Instituto Nacional por el alza de la tarifa del Metro. Durante un par de días cientos de estudiantes secundarios se coordinaron para ingresar a las estaciones, evadiendo el pago. Con el hashtag #EvasiónTodoElDía inundaron las redes sociales. A poco andar el movimiento se viralizó. Se masificó, y se descontroló. De saltarse el torniquete de acceso, se pasó derechamente a la destrucción de los mismos, y de las puertas de acceso, cuando se encontraban cerradas.
La reacción de las autoridades de gobierno siguió en la misma línea ya conocida. Primero el Ministro de Hacienda, a propósito del alza de los productos de primera necesidad en el IPC, recomendaba “ponerse románticos y comprar flores, que estaban mas baratas”. Luego fue el turno del ministro de economía, quien a propósito del alza en el pasaje de metro, aconsejaba madrugar, para aprovechar la tarifa en hora “Valle”.
La vocera de gobierno, fiel a su estilo confrontacional, partió tratando a los estudiantes como delincuentes, descartando que fueran los usuarios del transporte público los molestos. La ministra de transporte salió a explicar como se calcula la tarifa del metro, negando que un alza de $30 pesos afectara significativamente.
Algo salió mal. Las protestas lejos de disminuir, aumentaron. Lo que parecía ser al inicio una humorada de los secundarios, se tornó violenta. Para variar pequeños grupos de exaltados se dedicaron a destruir, torniquetes, cámaras, boleterías. La gerencia de Metro, dispuso el cierre de estaciones. Las rejas fueron derribadas, y una masa incontrolable e incontable se precipitó hacia los andenes. Cientos de jóvenes se sentaron con sus piernas colgando en el anden, impidiendo la circulación de trenes.
El día viernes 18, la situación estaba afectado ya a millones de personas en Santiago. La autoridad parecía dubitativa, la intendenta de Santiago, Karla Rubilar, supuesta candidata a gobernadora regional. Desaparecida durante toda la jornada. Por todo Chile se extendían protestas, caceroleos, y manifestaciones espontáneas, de descontento.
Lo que ningún político previó, estaba sucediendo. Un verdadero estallido social. Nuestro país, hasta hace poco “oasis de paz” en un continente convulsionado, ahora se unía al concierto, con una violencia inusitada.
Aun llegando a ese punto, ni gobierno ni oposición daban crédito a lo que sus ojos veían. Muchos se debatían entre condenar y adherir a la protesta social. El partido que quedó más descolocado fue la falange. Su acuerdo con el gobierno para aprobar la reintegración en la reforma tributaria, envejeció mal. Su intención de interpelar al ministro del interior, fue interpretada como una farsa. Ya que se anunciaba la tarde del día, en que con votos DC el ministro lograba aprobar el control de identidad, a niños desde los 16 años.
Se produjeron protestas ciudadanas en todo el país, por las alzas en el transporte, en la cuenta de la luz, por las bajas pensiones, el desempleo, y un largo etcétera. La sensación de descontrol se acentuaba con las horas. Al término de la jornada, el anuncio del ministerio de Transportes que la tarifa no se modificaba, parecía ser el punto final del gobierno sobre el asunto.
Llegada la noche, las protestas se intensificaron por toda la región metropolitana. En la mayoría de los casos, caceroleos, bocinazos, protesta pacífica. En otros casos, pequeños grupos de individuos dedicados a destrozar mobiliario público y atacar las vitrinas de tiendas y farmacias. El Presidente Piñera, celebraba el cumpleaños de uno de sus nietos, en una pizzería del barrio alto. Las imágenes volaron en las redes sociales, y la vocera tuvo que salir a explicar que “era algo humano”, y que había trabajado todo el día. El presidente decide volver a palacio, y al cabo de un rato, se anuncia la dictación de decreto declarando “Estado de emergencia” en la región metropolitana. Se designa al general Iturriaga como jefe de zona, el cual dictamina Toque de queda entre las 22,00 y las 7,00 Hrs Am, y dispone el despliegue de tropas en distintas comunas de la capital. Posteriormente el Presidente anuncia la suspensión del alza de tarifa del metro.
De pronto debíamos ajustar relojes a 1973.
Militares con armamento de guerra, tanquetas, y otros vehículos blindados, patrullando Santiago. No lograron impedir, el saqueo a mansalva de almacenes, tiendas, supermercados. Una turba de lumpen a plena luz de las cámaras de TV que transmitían en vivo, arrastraban por la vereda, enormes cajas con TV, refrigeradores, lavadoras, microondas, y toda clase de artículos robados. No hubo en esos lugares por espacio de horas, presencia policial ni militar.
La imagen de los militares hablando desde La Moneda, y luego el toque de queda, y las patrullas militares en Santiago, luego en Coquimbo y Valparaíso, dieron la vuelta al mundo en espacio de minutos.
Chile anfitrión de la APEC a fines de mes, y de la COP25 a fines de año, alumno ejemplar del Fondo monetario internacional, y de las agencias acreditadoras de riesgo. Se unía al resto del continente, sumido hace tiempo ya en el conflicto social.
No nos hagamos ilusiones, ninguno de nosotros es inocente, o no tiene responsabilidad. El éxito del modelo económico, requirió una fuerte dosis de individualismo
Al termino del fin de semana, se contabilizaba al menos 8 personas fallecidas durante las protestas, algunas de ellas fallecidas dentro de locales incendiados por el lumpen. Otros producto de heridas de bala.
¿Que nos pasó? De pronto varios empezaron a ver la luz. Que la gente está aburrida de los abusos, de la injusticia social, de los bajos sueldos. La desigualdad, los privilegios para unos pocos. Grandes magnates como Andrónico Luksic, de pronto le encontraban razón a la gente para estar enojada. Hasta la congregación de los Hermanos Franciscanos, advierten del profundo abismo que separa a los mas favorecidos de los que poco y nada tienen. La Fundación para la Superación de la pobreza dijo lo suyo, y también algunos destacados y respetados economistas como don Ricardo French Davis, que ya lo venía diciendo desde los años 90.
En resumen, somos un país con pies de barro. Mientras una parte está viviendo con el estándar de Nueva York, la inmensa mayoría sobrevive con un salario escuálido o una pensión miserable.
Pero esto no es nada nuevo en política. Lo nuevo es que hasta en la cuna del capitalismo, se considera superado que el único objetivo de la empresa sea maximizar las utilidades. Una suerte de capitalismo atenuado, es propuesto por los dueños de las mas grandes fortunas del mundo. Quienes están en la cúspide de lucro y de la acumulación de capital, se han dado cuenta que el crecimiento infinito es una fábula. Que el cambio climático, el bienestar de la comunidad, y en especial de sus propios trabajadores, son fundamentales para seguir existiendo como empresas.
Para variar, en Chile esas voces llegan tarde. La clase política, y la élite empresarial, aun están desprestigiadas por los sucesivos casos de financiamiento irregular de campañas, por colusión de precios, evasión tributaria.
Es el momento de apelar a la ciudadanía. Un nuevo pacto social debe ser suscrito. Unos le llamaran nueva Constitución, otros dirán que debe ser por asamblea constituyente. Lo claro es que el destino de nuestra patria no puede decidirla una puñado de personas. Debe reponerse en forma urgente la obligatoriedad del voto. Más de 14 millones de personas están habilitadas para votar. Ellos son quienes deben decidir nuestro modelo de desarrollo, el tipo de sociedad en la que queremos vivir. Nadie ya tiene la hegemonía de la verdad, ni de la legitimidad. La única forma de detener el estallido social, es abriendo las válvulas.
Así como por arte de magia, alguien abrió las compuertas y liberó el agua de Río Aconcagua, el que hoy vuelve a ver agua en su caudal. Así mismo debemos abrir las compuertas de la participación, para que fluya el manantial que surte y alimenta nuestra democracia.
Ni los saqueos, ni los robos, ni la destrucción de bienes públicos o propiedad privada, son propios de nuestra convivencia democrática, no se debe titubear en la condena y sanción al lumpen responsable.
Estamos viviendo momentos de convulsión social pocas veces vistos en nuestra historia. Es un instante crucial. Los vientos de furia que soplan, y amenazan no dejar títere con cabeza, se alimentan de la ira, del malestar, del resentimiento.
Y no nos hagamos ilusiones, ninguno de nosotros es inocente, o no tiene responsabilidad. El éxito del modelo económico, requirió una fuerte dosis de individualismo, Lo que se fomentó por la sociedad de consumo, como un valor en sí. El logro de riqueza, como promesa de una día mejor. Ha sido una de las mayores falacias de nuestra historia. Sueldos miserables y pensiones de hambre, no financian una vida de consumismo. Repensar una alternativa a este modelo, requiere tanto del empresariado, como de los trabajadores, requiere de los políticos también. Pero será nuestra primera tarea, librarnos de los que sólo han servido de lastre en un congreso, de espaldas a la ciudadanía.
Amigos y amigas, soy Ernesto Sepúlveda, y ruego a Dios que seamos capaces de contener a los exaltados, detener al lumpen que quiere destruir nuestra bella Magallanes, y construir todos juntos la sociedad integrada y en paz que nos merecemos.
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