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Venezuela: ¿Democracia o Dictadura?

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La crisis política, económica y humanitaria que tiene a Venezuela sumida en un estado de tensión permanente y de violencia injustificada ha permitido que, actualmente, su situación sea parte del debate político de nuestro país. No existe candidato presidencial que no haya transparentado su postura u opinión sobre lo que allí ocurre. Sin embargo, existe una pregunta que incomoda a algunos, ya que supone un gran compromiso con la democracia, esa pregunta es la que trataré de abordar en esta columna. 

Un amigo de izquierda me pregunto, dado a mi interés personal por lo que ocurre en Venezuela, por qué me importaba tanto Venezuela cuando existen temas más importantes por resolver y debatir en nuestro país. Yo le contesté: “Por supuesto que existen temas importantes y que son necesarios de debatir, nadie está desmereciendo eso, pero creo y estoy convencido de que el compromiso ético que tengo como demócrata me exige no permanecer indiferente a lo que ocurre en Venezuela”. ¿Acaso ustedes creen que la presión internacional no fue un factor relevante para lograr la caída de Pinochet? Por supuesto que fue importante, sin esa ayuda internacional la historia quizás hubiese sido totalmente diferente. El sentido actual de la política ya no es la lucha por una libertad abstracta sino por la democracia, y en los casos más felices, por más democracia. Además, debemos entender que existe una íntima conexión entre Chile y Venezuela en cuanto a sus últimos procesos históricos, como bien lo expresó Cristián Warnken: “La verdad y el destino de Chile y Venezuela se tocan en alguna parte, nuestro exilio de ayer es el exilio de ellos hoy y la dictadura que los agobia es -aunque de distinto signo- como la dictadura que sufrimos ayer. Salgamos a la calle entonces a clamar por su libertad, como ellos clamaron con pasión por la nuestra”.

Luego de responder a la pregunta formulada anteriormente creo necesario abordar una interrogante mucho más compleja: ¿Es Venezuela una dictadura o una democracia?. En su obra “La Dictadura”, Carl Schmitt distinguía dos modos de dictadura: Las comisariales que, como lo dice su nombre, obedecerían a un encargo, a una “comisión” de la fuerzas e instituciones políticas dominantes – de allí su nombre – con el objeto de enfrentar y resolver una crisis de excepción. Es decir, en términos más simples, la dictadura comisarial es autorizada por un órgano constituido y tiene un título en la constitución existente, por lo tanto, tiene dos características que son básicas e inherentes a este tipo de dictadura: la primera es la concentración del poder absoluto en una persona o institución y, la segunda, es su naturaleza transitoria.

Por otro lado, tenemos a las dictaduras constituyentes o soberanas que son el producto final de una crisis de excepción resuelta por quien alcanzaría el poder y la fuerza para imponerse sobre los bandos o intereses en pugna.  Esta última es la que más nos debiera preocupar, pues fue hecha para arrasar y hacer tabula rasa sobre toda la institucionalidad política democrática y su detentor es, en rigor, el dueño y señor del Estado y todos los terrenos o áreas donde este ejerza influencia: la justicia, las leyes, la economía, la policía, etc.

"El sentido actual de la política ya no es la lucha por una libertad abstracta sino por la democracia, y en los casos más felices, por más democracia."

Una vez hecha la distinción, corresponde encasillar a al modelo político imperante en Venezuela como una Dictadura de corte constituyente o soberana. Debido a que en Venezuela la autonomía o independencia de los poderes del Estado ha dejado de existir, un ejemplo muy conocido fue el otorgamiento, por parte de la jueza María Luisa Afiuni, de libertad condicional a un opositor al gobierno que llevaba tres años en prisión (2009); luego de eso, esta decisión judicial hizo que el Presidente Chávez la calificara de “bandida” y que fuera encarcelada, pasando un año en prisión en muy malas condiciones. Sigamos, durante el 2016 tocaba elegir a los gobernadores, pero los comicios no fueron convocados. El 2017 el Tribunal Supremo venezolano, controlado por el chavismo, deja sin competencias a la Asamblea Nacional, en manos de la oposición. En enero del 2017 se integró por primera vez a Venezuela entre un grupo de 49 países del orbe cuyos gobiernos irrespetan los derechos políticos y civiles de sus gobernados, según el centro de estudios estadounidense Freedom House. La visita realizada hace poco por José Luis Rodríguez Zapatero busca lograr la liberación de los presos políticos existentes en ese país; evidentemente en ningún país democrático existen los presos políticos. Y, por último, para que logre dimensionar el nivel de violencia y crispación que existe en Venezuela que la tiene al borde de la guerra civil, en estos últimos meses han muerto cerca de 90 personas producto a la polarización del país.

Dado a los antecedentes anteriormente mencionados pareciera que decir que Venezuela es una democracia, o una democracia imperfecta, o una democracia en crisis es una barbaridad propia de quienes no quieren asumir, dado el compromiso ideológico que muchas personas tienen con el socialismo y particularmente con el régimen bolivariano, que la realidad venezolana está siendo azotada por una dictadura que, a todas luces, es la causa principal de la gran crisis que este país y su gente está viviendo. Es una atrocidad y una desgracia que en Venezuela se estén impidiendo las urnas electorales con urnas funerarias. Sin vacilar y con firmeza puedo decir que Venezuela es una dictadura, negar eso es faltar a la verdad.

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1 Comentario

oscar

Lo que le falta al autor es situar el contexto de los problemas políticos venezolanos. El comentario es con una Venezuela situada como único país en el universo paralelo del autor.