El simple hecho de contar la historia propia es un acto revolucionario, más allá del estilo narrativo o los parámetros escriturales o estéticos que se usen para hacerlo. Pedro Lemebel ha forjado a su manera el imaginario en torno a la homosexualidad marginal, por ejemplo.
La Fundación Iguales, al inaugurarse en el 2011, fue recibida ampliamente por la opinión pública por tener como presidente a Pablo Simonetti un escritor que, además de ser homosexual, tenía participación en programas de televisión y representaba una imagen que se había visto poco en la lucha por los derechos de la diversidad sexual. Con amplia llegada hacia las personas que no están acostumbradas a tratar con las temáticas relacionadas y en quienes la homofobia (o más bien la locafobia) no les permite atender las razones presentadas y se quedan en la forma en que los discursos de la diversidad y/o disidencia sexual.
Más allá del valor de Fundación Iguales y la figura de Simonetti para las temáticas de diversidad y disidencia sexual y del trabajo que han realizado, el impacto que ha tenido la institución podría plantearse como un acierto publicitario: la figura de un homosexual exitoso, con un apellido extranjero, cercano a las élites políticas e intelectuales, claramente va a ser interesante para el [email protected] de a pie. Al momento de decidir si quieren recibir, o no, lo que tenga que decir Iguales, la agrupación ocupa un lugar de poder, que pretende ocupar de manera positiva.
Es en este contexto que Valentina Verbal adquiere notoriedad, trabajando en el área trans de dicha institución.
Valentina tiene una historia distinta que otras figuras transexuales en el país, dista mucho de la mítica Silvia Parada que fundara el 2001 la organización TravesChile, con un trabajo en general orientado a la seguridad de mujeres trans que ejercían el comercio sexual, pues era esta la realidad que necesitaba ser intervenida. Distinta también de Zuliana Araya, dirigenta trans que es actualmente es concejala por la comuna de Valparaíso y ha sido dirigenta por años del Sindicato Afrodita de Trabajadoras Transgéneras.
Valentina es diferente pues su proceso trans ocurrió a una edad más avanzada y luego de su paso por la universidad, lo que le permitió adquirir mayores destrezas sin sufrir discriminación por el hecho de ser transexual a pesar de sentirse diferente por muchos años. Sé que Valentina se sintió diferente por años una cosa que se creía exclusivo patrimonio de la izquierda, y que fue uno de los primeros pasos para la consolidación del feminismo: Valentina ha escrito y compartido con otros y otras su propia historia, como lo hizo con sus pinturas Frida Kahlo o Rigoberta Menchú. El simple hecho de contar la historia propia es un acto revolucionario, más allá del estilo narrativo o los parámetros escriturales o estéticos que se usen para hacerlo. Pedro Lemebel ha forjado a su manera el imaginario en torno a la homosexualidad marginal, por ejemplo.
Si bien mis convicciones en lo político tienen flacos puntos de encuentro con los de Valentina, considero positivo para Chile que saliera electa la primera mujer trans en ocupar el cargo de diputada de la República (con el nombre de Valentina, no el nombre que dice su carné en la actualidad).
Este gesto tiene y tendría la misma importancia como cuando en 2006, Michelle Bachelet fue electa la primera Presidenta del país; el mismo impacto que Eloísa Díaz se recibiera como la primera mujer médico en Chile el año 1886 luego de que el Ministerio de Educación permitiera a las mujeres entrar en las universidades; el mismo impacto que produjo el viaje al espacio de Valentina Tereshkova ese histórico 16 de Junio de 1963, lo que la convirtió en la primera mujer en salir del planeta. La presencia de Valentina Verbal en la cámara baja sería señal de que las mujeres trans y de rebote los hombres trans y la diversidad / disidencia sexual en general, puede ocupar también esos cargos de poder, que puede, a fin de cuentas, participar en cualquier esfera que lo desee, porque forma parte del país. Hoy está muy clara la existencia de toda esta diversidad, pero no hay referentes forjados y la sola consciencia de que existimos, como diversos, como disidentes, no ha bastado para que las leyes nos protejan y nos den, no más, sino los mismos derechos que el resto de la ciudadanía.
Esta es una gran oportunidad para decir que estamos en todos lados, quizá es una forma que le conviene a los poderes que abogan por el status quo, esto por la procedencia de Valentina, pues Renovación Nacional siempre ha representando al ala conservadora de la política nacional. Sin embargo, creo que en muchas cosas ella puede marcar la diferencia y torcerle la mano al propio partido en el que milita.
Ya tenemos a valiosas compañeras trans dentro de las universidades estudiando como mujeres trans, cambiando su propia historia y cambiando de paso la visión de las personas trans de quienes estudian con ellas.
No ha sido fácil en muchos casos, pero está claro que Claudia Rodríguez, Javiera Villarreal y Daniela Arraño (por citar algunas) han puesto su esfuerzo tanto en los estudios como en la lucha por sus derechos. Ya tenemos en cargos de elección popular a varias personas que forman parte de la lucha por los derechos civiles de la diversidad sexual, incluso desde 2002 hay una mujer concejala de Lampa que accedió al puesto por votación popular e inclusive a fines del período recién terminado ejerció como alcaldesa subrogante.
Estoy muy consciente de que Valentina representa una postura no muy popular dentro de las luchas de la diversidad /disidencia sexual, porque no está directamente ligada a un despertar feminista, por ejemplo, asimismo desconozco la postura que tiene frente a temas como el aborto (terapéutico o no terapéutico), el consumo y cultivo de cannabis o leyes como la Hinzpeter o Longueira, que son temas muy importantes para mí y para muchas personas del sector. Sin embargo, considero que podría ser un gran aporte para la imagen que el país tiene de quienes legislan: que de una vez por todas los espacios de poder de la República sean permeables por todos quienes quieran ocuparlos.
Si bien necesitamos cambios estructurales que garanticen la igualdad de condiciones, el cambio cultural que provocan estos exponentes dan cuenta de modificaciones tanto o más urgentes: que aprendamos a tratar con la diversidad y la disidencia sexual.
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