A finales de 2015, la Presidenta Michelle Bachelet anunció el inicio del proceso constituyente con el objetivo de redactar una nueva carta magna en el marco de un Estado democrático y, que a su vez, permiera cambiar la Constitución de 1980 heredada de la dictadura militar que ha levantado un sin número de cuestionamientos principalmente dirigidos a la legitimidad de esta y el rol del Estado.
La nueva constitución debe traducirse en un nuevo pacto político y social que involucre la participación de todas y todos, sin exclusión, porque sólo de esta manera se puede construir un nuevo Chile, este es el sentido de la democracia y por eso nadie debe quedar fuera de este proceso
Para nadie es novedad que la idea de una nueva constitución viene instalándose cada vez, con más fuerza, desde los movimientos sociales a partir de la década de los ’90 y, pese a que la Constitución fue reformada en democracia en 2005, durante el gobierno del ex Presidente Ricardo Lagos, ninguno de los gobiernos democráticos post dictadura había abierto la discusión de una nueva Constitución de cara a la ciudadanía incluyendo su participación. El eje central de las críticas apuntan principalmente al rol del Estado y su rol dentro de la sociedad en el marco de una economía neoliberal que genera desigualdades más allá del nivel de ingresos.
De acuerdo a la Constitución de 1980, el Estado chileno cumple un rol subsidiario, es decir, el Estado sólo tiene participación en aquellas actividades que no puedan ser realizadas por privados o no existe interés en llevarlas a cabo. Esta condición ha llevado a minimizar el rol del Estado como garante de derechos sociales, entregándole permanentemente la iniciativa al sector privado y convirtiendo a los ciudadanos en clientes o usuarios, en lugar de sujetos de derechos.
Este rol subsidiario es el que ha impedido al Estado garantizar derechos sociales fundamentales para el desarrollo de sus ciudadanos. Tenemos los casos emblemáticos en los cuales el Estado se ha visto limitado en materia de educación, salud y sistema previsional, lo que ha generado una disputa permanente entre Estado versus mercado, ya que estos derechos básicos les fueron despojados a la ciudadanía y entregados al juego del capitalismo en su expresión más salvaje y deshumanizada. Estas condiciones exigen a la democracia la construcción de un Estado social que apunte a reducir las desigualdades, a emparejar la cancha
Es bueno precisar que no sólo hay que poner en tela de juicio el rol el Estado subsidiario, es también necesario abrir el debate en cuanto a la consolidación de un Estado laico que sea capaz de garantizar libertades civiles que pongan acento en la reivindicación de derechos sexuales y reproductivos y que permita a hombres y mujeres desarrollarse de manera plena e igualitaria en una sociedad democrática, pluralista y tolerante, dejando de lado la intolerancia y las múltiples fobias impuestas por un modelo de sociedad autodestructivo e individualizado, o por fundamentalismos religiosos basados en el odio y un juicio moral que no le corresponde a quienes lo practican.
A su vez también se debe avanzar en la construcción de un Estado plurinacional que permita el reencuentro de los pueblos originarios con el Estado chileno para superar de una vez por todas los conflictos que han teñido de sangre esta tierra a lo largo de la historia. También hemos visto en el transcurso de los últimos años, un sin número de conflictos ambientales como los proyectos de centrales de generación eléctrica en Punta de Choros y la Patagonia, los casos de contaminación en Freirina y últimamente en Chiloé, con efectos nocivos para sus habitantes. Este conjunto de hechos invitan a poner también en el debate constitucional el cuidado y preservación del medio ambiente para el desarrollo armónico de Chile y sus habitantes.
La nueva constitución debe traducirse en un nuevo pacto político y social que involucre la participación de todas y todos, sin exclusión, porque sólo de esta manera se puede construir un nuevo Chile, este es el sentido de la democracia y por eso nadie debe quedar fuera de este proceso.
Comentarios
16 de mayo
Estimado, la pregunta que surge de su artículo es ¿sabe Ud. con cuanto apoyo cuenta su gobierno para hacer estos cambios fundamentales para el país?, ¿no le parece que debería hacerlo otro gobierno que tenga más apoyo, y quizás ese utópico gobierno piense muy diferente al pensamiento político suyo?. Por otra parte, quizás sería bueno someter a plebiscito las ideas que plantea, después de todo el estado subsidiario, versus el estado empresario que Ud. postula, es bastante menos corrupto.
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