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¿Una Constitución Indigenista?

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Algunas y algunos (política/os, analistas, historiadora/es, entre otra/os) han alertado de un supuesto “indigenismo” en la nueva Constitución, situación que ha alarmado a los sectores más conservadores (o críticos en general) que utilizan tal condición para advertir sobre la posible división del país respecto de nuestra “identidad como chilena/os” (la chilenidad).

Que el debate sobre cuestiones de pueblos originarios (PP. OO.) esté alcanzando tales niveles de visibilización no obedece a que el debate constituyente avance a una constitución donde tal aspecto la determine, más bien se relaciona con la capacidad que han tenido los grupos de convencionales de PP. OO. para colocar en la agenda sus intereses. Dicha habilidad se manifestó desde el primer momento de la convención al establecer un relato a propósito del necesario reconocimiento de las “naciones y pueblos preexistentes en Chile”, reconociéndolo, inclusive 15 convencionales de derecha (RN Y EVOPOLI).

La instalación de un discurso en un amplio espectro de convencionales, no solo de PP OO, sino que, además de conceptos como plurinacionalidad, multiculturalidad, naciones y pueblos preexistentes aseguraba, a priori, la deliberación sobre el componente multiétnico de nuestro país, cuestión que vía reformas se han relativizado históricamente desde las elites políticas e intelectuales, teniendo hoy los PP. OO., bajo el marco del debate constitucional, una posibilidad histórica de avanzar.

Por otra parte, desde lo institucional, el Estado chileno, viene hace bastante tiempo reconociendo la situación. Desde la recuperación de la democracia, que la cuestión PP. OO., ha venido instalándose en el centro del debate con la generación de leyes e institucionalidad asociada (CONADI, por ejemplo, creada en 1993), siendo las mismas soporte y posibilidad de (re)generación de política pública, que, al día de hoy, no ha sido suficiente para resolverla, imbricándola, además, con otros aspectos que la han hecho aún más compleja (delincuencia asociada al robo de madera, narcotráfico y otros). También, el estado chileno, vía adscripción al Convenio de la OIT N° 169 dio otro paso sustantivo para el abordaje de la cuestión PP OO (año 2008), generando entonces, un antecedente, que está, pero no se coloca en el valor suficiente para comprender la irrupción que ha tenido lo que aquí se comenta.

Dicho lo anterior, hablar de una Constitución indigenista está lejos de ser real, más bien se caricaturiza el debate, utilizando negativamente la palabra indigenismo. Hablar de indigenismo es ignorar la composición étnica de Chile, la cual, según datos del Censo de 2017, un 12, 8% se identifica como parte de un pueblo indígena, por lo que prospectar que lo indígena será lo hegemónico como proyecto cultural, es desconocer la historia y la diversidad de pueblos que existen. Un ejemplo respecto a ello trata sobre el tan bullado Pluralismo Jurídico, utilizado como argumento por los grupos que presentan incomodidad respecto a los asuntos indígenas en la convención, indicando que esto presenta un retroceso en el derecho contemporáneo, como lo conocemos en la actualidad. Sin embargo, esta noción es errada, o por lo menos ignora las formas de cómo se gestionan las comunidades indígenas que, según las costumbres ancestrales de cada pueblo indígena de nuestro país, poseen autoridades, formas de convivencia y de relacionarse específicas dada sus condiciones de vida y cosmovisión.

Hablar de una Constitución indigenista está lejos de ser real, más bien se caricaturiza el debate, utilizando negativamente la palabra indigenismo

El debate sobre la cuestión indígena en la convención era inevitable. La Convención Constitucional se erigió como la canalizadora de las demandas sociales que provocaron el estallido social de octubre de 2019, en donde las problemáticas de PP. OO. fueron parte (los símbolos indígenas estuvieron presentes desde el primer momento, como por ejemplo la bandera mapuche) y tensionaron al mundo político en el establecimiento de los mecanismos de elección de los constituyentes con los escaños reservados. Además, la Convención se proyectó como un espacio de construcción del nuevo Chile, por lo que quienes abogan por la inclusión, reconocimiento y respecto de los pueblos indígenas, ven en el proceso una posibilidad concreta de superar la mirada colonial que aún proyectan las instituciones del país y que, en gran parte, justifican su tensión permanente.

Los diálogos referidos a PP OO y normas discutidas y aprobadas al interior de la Convención son necesarios, no debiendo revestir la preocupación que se ha visibilizado respecto a la posible “fractura” de la identidad nacional, ya que tales debates se establecen en el marco de la democracia, con la posibilidad que otorgó el sistema de competir y ser elegido, deliberar y, posteriormente, ratificar o no la nueva carta fundamental, por lo que el alarmismo por el indigenismo, en una etapa de discusión sin un texto definitivo, es más nocivo para la democracia que la misma discusión.

Columna escrita en coautoría con José Orellana Yáñez,
Doctor en Estudios Americanos Instituto IDEA-USACH, Magister en Ciencia Política de la Universidad de Chile, Geógrafo y Licenciado en Geografía por la PUC de Chile. Académico de la Escuela de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Academia Humanismo Cristiano.
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