Es mi deseo relatar un acontecimiento que, por años, he tenido guardado en algún recodo o vértice de esta memoria obstinada que se resiste a olvidar un evento que me marcó a fuego. Ahora, que se conmemoran 40 años del Golpe, he decidido hacerlo público para que las nuevas generaciones saquen sus propias conclusiones.
Explicar lo que voy a narrar no es difícil. Recordarlo y revivirlo es otra cosa.
En la mañana del 17 de septiembre de 1973, mientras dormía, llegó a mi casa Anselmo, un amigo que había emigrado desde el sur a Santiago en busca de mejores expectativas. En esos días aciagos, nuestra principal preocupación y objetivo era lograr una mejor compra y distribución de artículos de primera necesidad -en los meses previos al Golpe de Estado eran elementos difíciles de conseguir por los pobladores- y así lograr una buena interacción con almaceneros, panaderías, carnicerías, etc. Esto era algo muy distinto a las JAP, de las que hablan algunos.
-¡Levántate!- grita Anselmo. -Dicen que hay unos muertos por ahí en la calle, acompáñame a ver si conocemos a alguien.
En un par de minutos salimos desde mi casa por la avenida José Pedro Alessandri hacia la Villa Macul. Tras caminar unas pocas cuadras, cruzamos la punta de diamante que une Macul con la calle Froilán Roa y, pasado el Liceo 21, nos encontramos con un cuerpo, tenía evidentes heridas de balas. Pasaba mucha gente a esa hora por el lugar, algunos se detenían a mirar y muchos seguían su camino con una clara cara de asombro y terrorífico espanto. Yo le recuerdo a Anselmo que él me había pedido que fuéramos a ver si reconocíamos a alguien, por lo que lo miramos y lo examinamos muy bien coincidiendo en que no era del barrio. Alguien nos informa que un poco más adelante hay más.
Desde el Liceo 21 hasta Camino Agrícola (2 cuadras aproximadamente) había siete cadáveres, todos con heridas de bala y algunos maniatados. Sí, maniatados y asesinados a balazos. No era necesario ser un experto forense para darse cuenta que habían sido asesinados en otro lugar y trasladados allí con el solo propósito de amedrentar a la población.
-Esto es el fascismo -le digo en voz baja a Anselmo. Él me mira con cara de incredulidad.
Habíamos leído algo sobre el nazismo, la Guerra Civil Española. Yo había visto algunos documentales sobre las torturas en Brasil, pero estas escenas nunca tuvieron cabida en nuestras mentes. Nos llamó profundamente la atención lo que había frente a la segunda panadería, la más cercana a calle Camino Agrícola: eran dos hombres, maniatados y amarrados entre sí, con alambres (claramente no habían caído en un enfrentamiento, como se “informaba” en los bandos militares), y vestían el típico overol de mezclilla azul, muy usado por los obreros de la época. Este overol llevaba el logo de la empresa a la cual pertenecían: Elecmetal. Años después sabríamos que el empresario Ricardo Claro (dueño de Elecmetal) prestó una amplia colaboración a los golpistas con el único compromiso de que le “limpiaran” sus empresas.
Aquella mañana nos sirvió para darnos cuenta que lo del Golpe militar, iba a ser mucho más fuerte de lo que jamás imaginamos. Acordamos que lo primero que teníamos que hacer era resguardar nuestras propias vidas, para después poder contar la historia. Sé que esta escena la presenciaron muchas personas porque años después he conversado con gente del sector y todos la recuerdan. Es probable que muchos se lo hayan contado a sus hijos, por lo que debe estar en la memoria colectiva de muchos habitantes de la Villa Macul y sus alrededores.
Algunos días más tarde yo presenciaría otros cuerpos más cerca de la rotonda de Departamental y también escucharía los noticieros oficiales que informaban las “calumnias” del “marxismo internacional” al hablar de cadáveres en la calles de Santiago. Nosotros lo estábamos constatando: había cadáveres en las calles de Santiago y no precisamente caídos en enfrentamientos.
Algunos días más tarde yo presenciaría otros cuerpos más cerca de la rotonda de Departamental y también escucharía los noticieros oficiales que informaban las “calumnias” del “marxismo internacional” al hablar de cadáveres en la calles de Santiago. Nosotros lo estábamos constatando: había cadáveres en las calles de Santiago y no precisamente caídos en enfrentamientos.
Como dije, Anselmo había llegado a Santiago desde el sur, de un pueblito cercano a Puerto Montt. No tenía muchos contactos en la gran ciudad, por lo que le complicaba mucho dejar el sector de Lomas de Macul, donde vivía. Él estaba muy desorientado, arrendaba una pieza con pensión y le era muy difícil cambiarse. Tenía la opción de volver al sur, pero hacerlo solo, según nosotros, era altamente riesgoso. Por ahí salió, no sé de dónde, la fuerza de mi hermana:
-No te preocupes –le dijo. -Yo esta misma tarde voy a sacar los pasajes y te voy a dejar al sur, donde tus padres, yo voy a hablar con ellos.
Mi hermana volvió unos días después, con la misión cumplida. Yo nunca más lo he vuelto a ver.
Mientras tanto mi madre, quien ya tenía claro que yo debía desaparecer raudo de la casa, me daba algunas ideas a dónde me podía ir. “Te puedes ir donde mi hermana allá, o donde mi otra hermana acá, o a acompañar a tu padre que está en el campo”. Ninguno de nosotros sabía que él estaba con arresto domiciliario. Yo, por mi parte, trate de memorizar todos los lugares indicados para no ir a ninguno de ellos. Al final me acordé de una amiga de juventud de mi madre, que vivía al final de Independencia, y por ahí estuve viviendo creo que hasta fines de enero de 1974.
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vasilia
Juan:
no se que es peor, si su articulo o que la imagen que lo encabeza es el mapa de las ejecuciones entre septiembre y diciembre de 1973. Porque uno va al link de la imagen y el primer comentario que leo es: «esto no esta compreto . en recoleta con pedro donoso .mataron al chandia – y en en recoleta con americo vespucio. alejandro alcapia lo mataron los de la quinta comiseria= y muchos mas que no me acuerdo sus nombres.el german fue asessinado en el reguimiento buin con otros y yo vi muchos asesinado en recoleta que no salen en el mapa»
hay que tener valor, verdadero valor, para hacer lo que su hermana hizo, y para hacer lo que ud y su amigo hicieron: salir a la calle y mirar los cadaveres. Mucha gente estos dias ha comentado que ellos no vieron nada, pero esta claro que estaban ciegos o no vivian en Chile en ese momento.
Boris Sánchez Elchiver
Dramático relato. Que bueno que esto no haya quedado escondido en los sarcófagos del silencio. Juan Moya se atrevió a desenmascarar a estas bestias que en su danza magnética galoparon con una sed insondable de terror y muerte. Después de leer tan pavoroso testimonio, nadie puede quedarse impávido con las manos atadas a la cintura..
juanmoya
Es verdad lo que dice Marcela Castro; incluso los casos que yo menciono, no aparece, el caso mas cercano estaría en P de Valdivia con Camino Agricola, pero en los primeros días, el SML no daba abasto, no tenía la infraestructura para llegar a todos los casos o los militares se lo empedían; yo presencié unos camiones militares, con la carrocería cubierta con una lona verde y una cruz roja, estos vehículos retiraban los cuerpos, seguramente, si los llevaban al SML, los militares informaban el lugar del allazgo..¡ FUE UNA INMENZA CADENA DE MENTIRAS!, en todo caso, el mapa es impactante, un abrazo
irisita
Que tristeza leer esto… viví 25 años en las lomas de Macul… imaginar tanto horror en mis barrios es horrible…