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Un país y un Presidente con kilómetros de distancia

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Hay un país allí afuera, que ya no cree en el gobierno. También existe un país decidido a enfrentarse a cualquier fuerza que le impida conquistar aquel ‘cambio’ del cual se viene alimentando  desde su inicio el -histórico- estallido social. También hay un Presidente, que se esmera por trabar a su propio país, que con nula capacidad y soledad absoluta, se viste de culpable -al igual que otros en el pasado- como gobernador de la República.

Maquiavelo en sus escritos sobre el príncipe, advertía que el grave error del reino Francés, fue darle ‘grandeza’ a la iglesia, ya que, el que ayuda a engrandecerse al otro, provoca su propia ruina. El Presidente acaba de cometer un hermoso (para nosotros) y torpe (para él) “error”: le entregó una grandeza inconmesurable al movimiento social, que ha tenido la grandeza también de articularse de manera independiente y que a impuesto una agenda dedicada la justicia social. Por culpa de un torpe liderazgo, sufrimos hoy un ‘bloqueo del poder’ que no nos deja avanzar a soluciones y cambios necesarios -no pantomimas- de gran envergadura.

Mezquino, tozudo, miope, y un centenar de adjetivos son los que hemos escuchado de la labor del Presidente afrontando esta crisis, en resumen de aquellos calificativos, es que quiero destacar las alternativas que nos deja el Presidente después de poco más de tres semanas de movilizaciones nacionales: el caos actual, la sordera y la auto-trampa. ¿Habla de un gran nivel como Presidente? Ciertamente, solo habla de su gran distanciamiento con la realidad social de nuestro país, que nos deja una inminente derrota auto-infligida.

Los liderazgos en política son medibles por sus coyunturas, así es como debemos medir el nivel de operancia de un gobernante, pues se traducen en la acción estratégica empleada para sortear una crisis. La radiografía al Presidente nos entrega un panorama desolador; primero, un Presidente encerrado entre sus propios demonios y contradicciones que lo debilitan cada vez que anuncia alguna medida, segundo, un oficialismo que levantó los brazos, sin respuestas ni ánimos para blindar al Presidente, tercero, una oposición desarticulada y desconectada de la ciudadanía por su poca capacidad para capitalizar una conducción social y por último, un movimiento sin rostro que se alimenta de los puntos anteriores con bastante razón.

Con profunda certeza, podemos inferir que la capacidad de liderar el país por parte de Piñera está en duda por la gran mayoría de los chilenos. La capacidad decisoria de nuestro Presidente se ha visto empañada por laberintos y malas decisiones que han desgastado al gobierno y los aparatos estatales, y en alguna medida, al propio movimiento, que queramos o no, también ha sentido el pasar de los días y el cruce de las líneas rojas de la convivencia civil. ¿Estaremos en un escenario de desgaste?, ¿Esto es lo que debería hacer un buen líder?.

Cada uno tiene labor de encontrar sus culpables, lo que necesitamos es encontrar entre todos responsables. Es por eso que debemos pedir que el Presidente pueda sortear su propia batalla interna, aquella que lo deje recobrar su capacidad decisoria, dialogante

Cada uno tiene labor de encontrar sus culpables, lo que necesitamos es encontrar entre todos responsables. Es por eso que debemos pedir que el Presidente pueda sortear su propia batalla interna, aquella que lo deje recobrar su capacidad decisoria, dialogante y de locutor de un país que pide a gritos ser escuchado y que se encuentra en un punto de inflexión inexorable que a partir de el pasado Octubre nunca será el mismo. Y es que,  a pesar de que el sentir colectivo es su salida de la presidencia, debemos ser realistas en que nuestra institucionalidad lo mantendrá dos años más en el poder.

Con humildad, considero que se necesita más estrategia, ejecución y coordinación para lograr una solución a un conflicto que nos arrastra a orillas desconocidas -o más bien conocidas- para nuestro país, por parte de cualquier interés que podamos tener en nuestras convicciones; se necesita más política y menos pasión para combatir la ausencia y la ignorancia de este gobierno, a fin de encontrar una salida al bloqueo en el que se encuentra Chile y así romper con los kilómetros de distancia que nos separa de un gobierno -y una élite- que se rehúsa a bajar de la comodidad.

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