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UDI: Guardia pretoriana de la moral y las (buenas) malas costumbres

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El año 2003, cuando un Senador de la República, presidente de la UDI,  era acusado por una menor, Gemita Bueno de participar en fiestas en que  se entremezclaban prostitución infantil, alcohol y drogas, nadie pensó que sería el comienzo de una serie de destapes y escándalos protagonizados por lo más granado de nuestra ultraconservadora, ultracatólica, ultramoralista  vanguardia conservadora,  una especie de Karadimazo dentro de la gran familia UDI.

Con mucho esfuerzo, la UDI logró en aquella época alinear a la Derecha y a la Iglesia Católica y de esta forma tapar el escándalo, tal como lo investigó  años después la periodista Claudia Molina en su libro “La verdad de la impunidad”.  Los acusados fueron exculpados y los acusadores encarcelados, como pasa con frecuencia en Chile cuando el poder se ve amenazado.

Pero este era solo el primero de una serie de  escándalos que iban a  remecer a la gran familia UDI; al parecer, al abrirse la caja de Pándora, salieron  todas las sombras, las desgracias humanas juntas. La coraza de impunidad que rodeaba al Partido del poder se había debilitado al punto de hacerse humo. Entonces empezó el desfile de aprovechadores, algunos de los cuales, cumplidos los modestos castigos impuestos, se encuentran de vuelta en la política, en gloria y majestad, como si nada hubiese pasado.

En efecto, allí están reapareciendo, el ex diputado Julio Dittborn -después de ser sorprendido arrendando viviendas particulares como sedes parlamentarias. La diputada Claudia Nogueira formalizada por cuatro delitos de fraude al fisco. El alcalde Mario Olavarría -formalizado por cohecho con un hipermercado de la plaza y de otorgamiento indebido de patentes de alcoholes (está a punto de asumir como representante de los alcaldes de Chile.) El ex alcalde Gonzalo Cornejo, acusado de contratar a empresas relacionadas como proveedoras de la la Municipalidad, en particular la tristemente recordada empresa GMA. Qué es esto si no  un claro debilitamiento de los estándares morales de una colectividad que siempre hizo alarde de ellos?

A estos casos hay que sumar la siguiente lista:

–          la Intendenta de Concepción, rodeada de intrigas y acusaciones de corrupción que la persiguen desde sus tiempos de alcaldesa, y que terminaron reventando con el escándalo de  los permisos de construcción falsos.

–          El impúdico  funcionario UDI de la Municipalidad de Concepción, hombre de confianza de la aristocracia  local, negociando patentes de cabaret a cambio de favores sexuales.

–          El obscuro asesor de la Ministra Matte, que fue sorprendido negociando el pago de una enorme y desproporcionada  indemnización a la empresa Kodama, con claras señales de contubernios.

–          El concejal UDI y modelo Patricio Laguna, acusado de violencia intrafamiliar.

–          El alcalde UDI de Buin sorprendido  utilizando camiones aljibes de propiedad de la Municipalidad para regar su condominio: un concejal de la UDI, que podría incluso llegar a ser Alcalde de La Florida, acusado de matonaje y de contratar lumpen para destruir la campaña de su rival en la comuna de Ñuñoa.

–          El asesor UDI de la Alcaldesa UDI de Recoleta (UDI), que no encuentra nada más folklórico que amenazar con un arma a su colega de trabajo Sebastián Keitel.

Podría seguir listando casos, pero se me cansó la mano y me dio sueño. Creo que los chilenos merecemos una explicación de parte del partido que se autodenomina  defensor de las buenas costumbres,  tradiciones y cumplidor de las normas. A lo menos revisar sus estándares éticos.

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Foto: ciperchile

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