Insulza en Arica, Elizalde en el Maule, Allende en Valparaíso y Escalona en Aysén, ¡Qué manera de ser buenos colonos estos honorables! La falta de respeto a la voluntad local mediante la imposición de candidatos resulta un aliciente especial para mí apasionado corazón regionalista, sin embargo, preferiré tratar de ver más allá de lo evidente.
¿Las leyes son localistas? La verdad es que no, las tres causales, el matrimonio igualitario, el cobro de los parquímetros y la reforma tributaria, son leyes de cobertura nacional, por lo tanto, el lugar donde naciste, te criaste o resides, no es un elemento preponderante en el voto, es más, estoy casi seguro de que los parlamentarios superponen su cosmovisión a expensas de la realidad local (sino los parlamentarios de la Araucanía y O’Higgins estarían casi obligados a defender el rodeo); si además consideramos que diputados y senadores votan en bloque, poco importa si eres penquista, chilote o patagón. Preferir al oriundo por tanto, no asegura nada.
El turismo electoral para mí no es tema, es más una construcción cultural que sirve para titulares y redes sociales, si pensamos que la civilización occidental se construyó con el intercambio cultural de invasiones de extranjeros, potenciar el localismo nos lleva a ser macondo.
¿Un local defiende menos que un forastero? Seamos claros, en nuestro congreso no existe una bancada regionalista, por lo que todo candidato electo en una zona determinada, siempre la protegerá para cuidar su capital político; si existiera el regionalismo, año a año los diputados y senadores de regiones no votarían con tanta facilidad los paquetes de rescate que son inyectados en el enfermo terminal con buses orugas. Pero seamos claros, la falta de participación obliga a cuidar los votos y los beneficiarios del transantiago equivalen a votos, por tanto la presión que ejercen las grandes empresas para que el Estado asegure el transporte de los obreros que dan vida a sus industrias y brindan cuidado sus familias, cuadra a todo el congreso. No quiero con esto propiciar que los parlamentarios regionalistas boicoteen las votaciones dañando la vida de los pobres usuarios del Transantiago, sólo trato de sostener que el localismo no significa nada per se mientras no existan medidas que realmente fortalezcan la descentralización.
Por otro lado, ¿Qué te hace ser local?, conozco montones de casos de políticos que nacieron y se criaron en una comuna, pero terminada la enseñanza media emigraron a grandes ciudades a realizar sus estudios superiores y que tras titularse se asentaron. Y tras un par de décadas vuelven a sus ciudades y son fuertemente criticados por políticos locales que poseen más notoriedad pero menos competencias. Por otro lado, hay casos de personas oriundas de otras comunas, que llegaron a una región ajena y se enamoraron de ella, pero a la hora de querer postular, son criticados por no haber egresado de un establecimiento educacional puntual o por no vitorear al equipo de futbol local. Si entendemos que el aporte individual de una persona a su región o distrito, pasa por el valor agregado que posee, no tiene sentido censurarlo antes de que sea medido en las urnas.
El concepto local es una paradoja en sí misma, la política hoy la dominan los partidos políticos y las designaciones de los candidatos por tanto, pasan por las manos de los militantes cada vez que eligen sus directivas. Por tanto, si la vida partidista local no vota pensando en descentralizar, esto no va a cambiar pronto. Por otro lado, se han puesto a pensar en todos esos independientes colmados de ideas interesantes, con libertad para innovar y pasión por generar cambios. En el modelo actual, las ideas se las lleva el viento y alcanzan una casi nula votación, sea local o afuerino.
Amigos míos, el turismo electoral para mí no es tema, es más una construcción cultural que sirve para titulares y redes sociales, si pensamos que la civilización occidental se construyó con el intercambio cultural de invasiones de extranjeros, potenciar el localismo nos lleva a ser macondo. Nuestra principal preocupación tiene que ser que se incremente la capacidad de los ciudadanos para votar informados y ha consciencia. No es posible que las campañas políticas sean verdaderas competencias de mariachis, pies de cuecas y fotos con sonrisas estándar, obviando si el candidato posee un grado importante de conocimiento sobre los índices demográficos de su zona y las medidas necesarias para que la región progrese. Por otro lado, quienes participamos en política tenemos claro que los caudillismos locales son uno de los principales vicios de la vida partidista, entonces el concepto “local” también queda supeditado a la centralización de las capitales regionales, a expensas de las comunas de menor tamaño, logrando que se perpetúe la lógica de que en Chile, se eligen presidentes santiaguinos (porque el caudillo regional tiende a negociar con el capitalino y así suma y sigue).
Termino mi columna pensando que hubiese sido más fácil criticar a Isabel Allende, quien se cambia de región al estar clara que su apellido no le alcanza para salir reelecta en Atacama, pero preferí tomar el camino más difícil y forzarlos a reconocer que mientras los votantes no sepamos elegir (tanto en las elecciones internas como en las populares) y con ello avalemos, por ejemplo, que ciertos parlamentarios lleven más de 15 años en el congreso o que sigan en el poder personas que han aceptados financiamientos irregulares, realmente da lo mismo alegar si tenemos temuquenses de Vitacura o maulinos maculinos.
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