Las instituciones y órganos del Estado están fundados respecto a una misión, visión y objetivos técnicos, jurídicos o políticos que delimitan su naturaleza, su actuar y principios. Estos valores orientan su funcionamiento y rol que jugarán dentro del aparataje estatal para lograr el óptimo funcionamiento del Estado en todas sus dimensiones, sin embargo.
Hemos sido testigos de que un órgano en particular no está cumpliendo el rol que debiese, y por el cual se funda, y que actúa como una “tercera cámara” que desconoce los acuerdos democráticos zanjados en ambas cámaras (Diputados/Senadores), que han sido electos por medio del voto universal por parte de la ciudadanía.
A través del cuoteo político se designa a los integrantes este tribunal. En su elección participan el Parlamento, el ejecutivo (Presidente) y la Corte Suprema. Por más que se diga que es “autónomo” e “imparcial” tiene una profunda connotación política, donde hoy un sector político tiene la correlación de fuerzas necesarias al interior de dicho espacio para tensionar cada proyecto de ley que no se ajuste a los intereses u valores que ellos creen correctos.Es sumamente necesario que hoy se discuta sobre el verdadero rol que tiene el Tribunal Constitucional y respetemos los conductos políticos que representen verdaderamente la voluntad popular de la ciudadanía.
Una muestra es que cada vez que la derecha pierde la discusión de una ley en la Cámara, amenaza con ir al Tribunal Constitucional. Sucedió con la Ley de Identidad de Género, con la Ley de Aborto en tres causales, con la Reforma Educacional, con la Reforma Tributaria, etc.
Ahora es lamentable lo ocurrido en los últimos días a propósito de esta discusión, el fallo del Tribunal Constitucional respecto al artículo 63 de la Ley de Educación Superior que permite a los grupos controladores de los establecimientos de educación superior tener fines de lucro u el fallo en torno a la objeción de conciencia, que permite a ciertas clínicas privadas, en materia de aborto, decidir si realizarlo o no (por cierto ambas demandas que cuentan con un alto nivel de aprobación ciudadana según las distintas encuestas y las amplias convocatorias en marchas sociales) solo develan que el Tribunal Constitucional está llamado a ser el “protector” que resguarda y respeta las normativas vigentes en la actual Constitución que, por cierto, no cuenta con mucha legitimidad.
Es sumamente necesario que hoy se discuta sobre el verdadero rol que tiene el Tribunal Constitucional y respetemos los conductos políticos que representen verdaderamente la voluntad popular de la ciudadanía. Hoy el Tribunal Constitucional actúa como un órgano anti-democrático, lejano a sus principios fundantes, donde 10 personas elegidas a dedo están por encima de 155 diputados y 43 senadores. Es preocupante la situación y como pasan a llevar a nuestra democracia. Hace unos días y respecto a esta misma polémica, se ha presentó una reforma por parte de senadores de la oposición que busca limitar las atribuciones y potestades que tiene este órgano. Esperemos que tenga una salida política este eterno conflicto qy ue ponga fin a los enclaves autoritarios que aun permean nuestro sistema político. Debemos estar a la altura de un país desarrollado, donde la democracia es el motor del entendimiento humano. Esta discusión también abre el franco debido al debate respecto a una nueva Constitución que sea elaborada en democracia con una participación de la ciudadanía, cuestión inédita en la historia de nuestro país, esperemos que más temprano que tarde en nuestro país hablemos de verdadera democracia.
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