En la actualidad, el optimismo, el mensaje positivo, la idea de hablarle directamente al ciudadano normal forma parte de un discurso que se construye y que retoma ideologías o ideologemas que estaban operando o que operan en la cultura del capitalismo tardío. Los carteles, publicidad y slogan que señalan “la vida es corta”, “alegría” o “carpe diem” son elementos o partes de discursos orientadores de las acciones humanas en tiempos en que determinados ordenadores de las creencias y modos de actuar de la gente han caído. Han caído la religión tradicional y los grandes relatos políticos, que era aquello que dotaba de sentido a la vida de las personas. Entonces es interesante observar cómo operan ciertos discursos que parecen ser muy seductores, la idea de “tirar para arriba” “sonreír” “ser positivo”. No se trata de nada nuevo, lo que hacen es retomar estos operadores que se encuentran en la cultura.
La académica argentina Natalí Incaminato ha tratado esta cuestión en el análisis al gobierno argentino en términos que parecen muy aplicables a nuestra realidad nacional. En un momento ella toma como ejemplo, la novela corta, escrita a modo de sátira “Cándido y el Optimismo” del año 1759 cuya autoría se atribuye a Voltaire aún cuando éste la habría publicado bajo seudónimo. En esta obra, el protagonista de nombre Cándido está muy bien , enamorado de una mujer, vive en un castillo y tiene un sirviente llamado Panglos que se adjudicaba muchos títulos y que basada sus enseñanzas en la máxima de que “si todo ha sido creado para un fin, ha sido creado para el mejor fin” y básicamente trata de cómo a partir de tiempos felices, derivan en una tragedia tras otra; lo que estaba haciendo Voltaire era parodiar la filosofía de un tipo llamado Leibniz. ¿Y en qué consistía este optimismo? Decía el filósofo alemán que de todos los mundos posibles que Dios podría haber creado, su inclinación final por este nuestro mundo en lugar de los otros era consecuencia de una «razón suficiente». Y esa razón, para Leibniz, era que este mundo era el mejor, pese a la innegable existencia de males, dado que cualquier otro mundo posible habría tenido males aún mayores.Los carteles, publicidad y slogan que señalan “la vida es corta”, “alegría” o “carpe diem” son elementos o partes de discursos orientadores de las acciones humanas en tiempos en que determinados ordenadores de las creencias y modos de actuar de la gente han caído
Y en ese punto nos encontramos hoy cuando pensamos en el slogancito de campaña de Piñera y en la actitud en general de este gobierno, el desastre de La Araucanía y su mal manejo político, reducciones el presupuesto para arte y cultura, despidos y otros nos ponen más bien en el peor de los mundos posibles, pero persisten en los medios y en las redes esta actitud triunfante, persiste el discurso individual de que si trabajo, está todo bien.
No existe conclusión definitiva, sólo pensar y reflexionar acerca de aquello que, estratégicamente, buscan instalar.
Un poco de verdad, no hace mal.
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