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Tecnocracia y la salida de Rodrigo Valdés, Céspedes y Micco

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La renuncia de los ministros de Hacienda y Economía, Rodrigo Valdés y Luis Felipe Céspedes, y del subsecretario de Hacienda, Alejandro Micco, es un traspié para el Gobierno pero, en un régimen presidencial como el chileno, no podía seguir dilatándose puesto que no había margen para su continuidad en los cargos cuando esos personeros cuestionaron públicamente a Bachelet por el rechazo medioambiental al proyecto minero Dominga. Por lo tanto, la salida de ellos del gabinete está plenamente justificada por tratar de deslegitimar la decisión acordada por el consejo de ministros encargado de la institucionalidad ambiental. 

El equipo económico defenestrado actuó como una fracción en el seno del gabinete, sobrepasando toda lógica y prudencia política, pretendiendo imponer sus particulares visiones sobre el tema por sobre el resto del gabinete y la Presidenta, como anteriormente lo hicieran con la reforma laboral y la reforma de las AFP. Si una comunidad política es, fundamentalmente, un sentido construido y cristalizado que se expresa en instituciones, reglas del juego, posiciones relativas de los actores, identidades asignadas y reconocidas y una visión política compartida; Valdés, Céspedes y Micco no encajaban en esa definición, por eso que su continuidad estaba en duda y no eran creíbles como sujetos de cambio social y económico.

Esta nueva crisis de gabinete demuestra, una vez más, que el equipo económico del “realismo sin renuncia” no expresaba el mismo entusiasmo o el mismo latir por caminar juntos -la renuncia de Burgos primero y ahora de Valdés y compañía-. El velocímetro nos indica que ellos marcaban velocidades dispares. Además, existía mucha diferencia cromática y los matices afloraban a cada instante, lo que demuestra que las transformaciones estructurales propuestas no solo han tenido una tenaz oposición de la derecha, sino también que han sido frenadas o saboteadas desde el interior de la coalición. Los autogoles en este período han tenido un efecto centrifugador y autodestructivo.

El economista francés Jean Tirole, premio Nobel de Economía en 2014, en su libro titulado La economía de bien común (Taurus) expone los principales problemas económicos que ocupan el actual debate político y social. Su idea sustancial es que «la economía está al servicio del bien común; su objetivo es lograr un mundo mejor», lo que implica considerar el distinto papel que deben desempeñar el mercado y el Estado, especialmente en el desafío del cambio climático. Por tanto, la extensión y profundidad de las intervenciones públicas o la intensidad de las regulaciones en este ámbito se harán cada vez más necesarias.

El cambio climático, obliga preocuparse de que la sustentabilidad ambiental vaya de la mano del dinamismo económico y la igualdad social. Son incomprensibles, entonces, las tensiones generadas por figuras claves del Gobierno, particularmente cuando existen diversos indicadores que están apuntando a un repunte en la actividad económica, como enfatizan diversos informes de economistas vinculados al sector financiero (Credicorp, Larraín Vial, etc.). Además, las perspectivas del cobre son optimistas porque en el futuro se contempla un mayor consumo de este mineral en respuesta a que la movilidad del transporte privado y público requiere un intensivo uso de cobre.

Esta nueva crisis de gabinete demuestra, una vez más, que el equipo económico del “realismo sin renuncia” no expresaba el mismo entusiasmo o el mismo latir por caminar juntos -la renuncia de Burgos primero y ahora de Valdés y compañía-. El velocímetro nos indica que ellos marcaban velocidades dispares.

El poner en nivel equivalente la sustentabilidad y el crecimiento económico por parte del gobierno ha sido, incluso, reconocido en una columna publicada por el diario The New York Times el 1 septiembre del año en curso, en la que se destaca la gestión de Bachelet como una “estadista progresista que no cayó en los excesos del populismo” y “ las reformas que Bachelet prometió se están haciendo pese a las demoras, y la economía crece más despacio que en los años del auge de las commodities, pero crece en el promedio de la región, mientras que la inflación está controlada y bajo la meta, en un 2,6 por ciento”.

Los costos de este gallito de fuerzas de Valdés y compañía con la Presidenta solo tienen réditos para Piñera y la derecha, ¿es por ingenuidad de los perpetradores? El perfil de los involucrados hace sospechar que su formación “tecnocrática” los impulsa a tomar posicionamientos estrictamente ortodoxos (neoliberales) en materias de políticas públicas y, por ende, contrarios a los cambios estructurales.

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1 Comentario

Federico Marx

Estos profesionales eran los mejorcito que le quedaba a la NM. Todos con doctorados de las mejores de universidades de EEUU.
Al final se impuso la vision retrograda de unas viejas pachamamicas, que se fuman unos porros y le hacen a las flores de bach.