Te imagino luchador de mis esperanzas

A esta hora, 11.10 cuarenta años atras, la batalla de la Moneda entraba en su punto de mayor tension y accion.Cientos de compañeros resistieron desde los ministerios y oficina publicas, esperando el refuerzo que nunca llego.Sin embargo, mantuvieron el fuego hasta que la falta de municion, los cañones de los tanques y helicopteros mortiferos, terminaron con ese bastion del Pueblo.

Un dia sabremos quienes cayeron heroicamente en el perimetro de La Moneda.

Un dia miles de flores adornaran los 11 de Septiembre cada ventana y cada balcon desde donde estos luchadores incognitos lo dieron todo en defensa de un Chile justo.

Te imagino…

saliendo esa mañana de tensos augurios marinos
saludando tranquilo entre escritorios y telefonos
mirando desde la ventana cuadrada alta sobre La Moneda
pensando en tu hijo que dejaste en tu cama junto a Maria

te imagino…
corriendo a la reunion urgente en la oficina de la esquina
arremangandote la camisa y sacandote la corbata
deteniendote un poco pensando en tu casa en la Antonio Rios
tomando el fusil que habias limpiado tan bien el viernes

te imagino…
entre gritos, ansias y ruidos metalicos de balas en el piso
con tu cara pegada a tu arma y a los rostros que ansiabas
tu rodilla sobre la ultima novela de la Quimantu
tu figura en espera y tu silueta en tensa bandolera

te imagino…
compañero oficinista en ese ministerio que era del pueblo
militante de los sueños, combatiente de las esperanzas
un hombre simple con dos amores y un compromiso
un defensor sublime de un futuro ya ahora acorralado

te imagino…
combatiendo esa mañana con tantos y tantas en esos edificios
cayendo en las escaleras esquivando las rafagas infinitas
con tus manos en el fusil y tus ojos en la casita amarilla
y tu sangre rodando de peldaño en peldaño, de cuerpo en cuerpo

te imagino…
en ese edificio acribillado, en esa escalera resbaloza y rojiza
en esa mañana en que otros, muchos otros, empezaban a morir,
te imagino…defensor incognito de nuestras ilusiones

te imagino…te saludo…tu sangre no se ha secado…

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Heraldo Povea Pacci

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