Las banderas que debemos levantar son muchas, locales, nacionales y globales. Todas son importantes, todas son necesarias y requieren nuestro trabajo y convicción. Somos necesarios más que nunca, porque nadie más hablará de nuestros problemas, nadie más luchará por nuestros sueños y nadie nos preguntará cómo queremos vivir.
Ciertamente la historia parece muchas veces repetirse, se crean sistemas y se acaban, surgen liderazgos que luego dan paso a otros distintos. Hoy el mundo después de más de cincuenta años de hegemonía del capitalismo, parece comenzar a ver indicios de cambio. No es sólo América Latina, también Oriente Medio, Europa, incluso Estados Unidos. La democracia reclama una transformación profunda, pues la actual democracia liberal ha demostrado traer crecimiento económico pero no desarrollo social ni humano.
Nuestro medio ambiente sufre las consecuencias de nuestra producción sin sentido, nuestro consumo desenfrenado es parte de un sistema cultural en el que consumir es necesario para ser. No estamos absortos de todo ello, todo lo contrario, a pesar de saber, es muy difícil desprendernos, pues muchos hemos nacido en él, somos producto de él. Es urgente entonces continuar construyendo la alternativa política.
La alternativa política significa: alternativa al capitalismo, alternativa a nuestro modelo cultural, social, ambiental y económico. No es una tarea fácil y probablemente no seremos quienes veamos los frutos del esfuerzo. ¿En qué eslabón nos encontramos de la construcción de ello? Yo al menos no sé identificarlo. Es muy posible que la mayoría no tenga interés o aún no quiera ser parte de todo el proceso de cambio. Para convocarlos, debemos de ser capaces de ser atractivos, ser capaces de comprender de que el proceso se construye a partir de la convivencia con los problemas cotidianos, que son la articulación sistémica de los problemas globales.
Nuestra región de Tarapacá es parte de todo aquello. Me atrevo a decir incluso que somos una versión exagerada del consumismo y crecimiento sin desarrollo. Nos hemos dejado ultrajar por los poderosos y pretendemos que nada pasa porque recibimos un buen sueldo a fines de mes. Incluso quienes no lo reciben también parecen conformarse porque han perdido la esperanza. Nuestros líderes locales siguen administrando las instituciones y el poder como se hacía hace 50 años, continúan sin entender lo que se nos viene. ¿Estamos dispuestos a trabajar en la construcción de algo diferente, aunque eso signifique navegar fuera de lo que tradicionalmente llaman el poder?
Muchos podrán criticar lo que se plantea en estas líneas. A ellos les digo que toda construcción debe forjarse en la humildad, el trabajo duro y en la mirada colectiva. Somos testigos del fracaso de las aventuras individuales, porque o crean caudillos, pequeñas dictaduras locales, o crean mercenarios que saltan de partido en partido dañando la coherencia y sin resultado alguno para el bienestar de las personas que viven en la región.
Las banderas que debemos levantar son muchas, locales, nacionales y globales. Todas son importantes, todas son necesarias y requieren nuestro trabajo y convicción. Somos necesarios más que nunca, porque nadie más hablará de nuestros problemas, nadie más luchará por nuestros sueños y nadie nos preguntará cómo queremos vivir.
Defenderemos nuestra agua, nuestra tierra, nuestra gente, nuestro trabajo digno y protegido, nuestra salud, nuestra educación, nuestras ciudades, nuestros animales, a nuestros vecinos más pequeños y también a los viejos, nuestras mujeres, nuestros derecho a decidir.
A todo esto invitamos a quienes quieran ser parte de un trabajo difícil, lleno de obstáculos y complicaciones, pero que se paga con la sonrisa, el abrazo, la voluntad colectiva de saber que vamos bien, que juntos construiremos una Tarapacá alternativa y verde.
Comentarios
07 de febrero
¿Sabían ustedes que en el norte de Chile existen más casos de cáncer que todo el resto de Chile producto de la exposición a arsénico y metales pesados? ¿Sabía usted que el programa AHERP de la Universidad de Berkeley (http://asrg.berkeley.edu/) ha realizado más estudios durante los últimos 12 años que cualquier otra institución en Chile?
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07 de febrero
Miguel, muchas gracias. Efectivamente conocemos el daño a la población y al territorio que producen el arsénico y metales pesados. Desconocía los estudios de la Universidad de Berkley, muchas gracias por eso.
Estamos convencido de que hoy, nadie levantará estos temas en la región y menos aún los defenderá de los intereses económicos que buscan tapar el sol con un dedo. Te invito a ser parte de un movimiento que comienza con mucha fuerza y convicción. Saludos.