¿Conoce usted a Kelly Slater? Bueno yo tampoco, si no fuera porque hace rato que quería escribir esta nota. Kelly Slater es un surfista norteamericano; con 80% de victorias es uno de los mejores deportistas de la historia. Su trabajo es buscar la mejor ola y dominarla. Solo un ojo experto descubre en la orilla de la playa una buena ola y conoce los procedimientos para estar sobre ella, como si fuera un juego de niños.
La pérdida del poder caló profundo en la Concertación y uno escucha a sus próceres elevar lastimosas declaraciones que sólo dan cuenta de la perplejidad en la que aun se encuentran, superados por la realidad, abatidos, buscando respuestas al porqué.
Es que la maquinita funcionaba perfecto durante dos lustros. Era como una ecuación fácil de responder; más aun , era como cuando a uno le soplaban preguntas de la prueba y uno simplemente respondía y los cálculos daban. Una ecuación conocida siempre es fácil de resolver, hasta que a uno le cambian la pregunta, le ponen otro ejercicio y falla.
Tardíamente el alumno pillo se da cuenta de que habría sido bueno repasar nuevamente la materia, estudiar en grupo, preguntarle al profe cuando algo no le quedaba claro, pero no lo hizo, solo confió en la calculadora, que tanto buenos resultados le había dado, gastada de apretar las misma teclas y conseguir la respuesta exitosa, pero la calculadora esta vez no sirvió.
Concertación desconcertada, descolocada, buscando espacio en el escenario de la obra de teatro que tan pocas líneas le ha asignado a su reparto. Señalan entre sollozos “dejamos de escuchar a la gente”, y hacen mea culpa de su fractura con el ciudadano de a pie. Desesperadamente buscan el camino corto, la salida rápida, sin darse cuenta de que son un Minotauro secretor de su propio laberinto son salida, como dice Reyes.
Y así ahora “los nadie” cómo dice Galeano, vuelven a ser importantes, y desde la orilla de la playa el desconcertado concertacionista escucha las demandas de “los nadie”, sus dolores, sus precariedades (tan conocidas y a la vez tan olvidadas) atentos con su viejo olfato para ver cual de estas “deudas” se levantan con especial gracia como si fuera una ola para ser surfeada. Como surfistas innatos la esperan para correr con sus tablas hacia ellas para poder estar nuevamente en la cresta de la ola, liderando, gloriosos, magistrales, en el sitial que los “malagradecidos” le hemos quitado, pero la ola no llega, no viene, no la suelta el esquivo mar.
El caldo de cabeza poco arroja, el aprendizaje del altanero siempre ha sido lento. Las lecciones más importantes tardan en ser integradas, no todo se ajusta tan rápido en los engranajes del pillito que se acostumbró a hablar desde el poder, ese poder tan sabroso, tan divino, que tanto se echa de menos.
“Los nadie” no quieren ser su ola, no los miren con los ojos que mira Kelly Slater. No quieren subirlos a la cresta espumosa, al menos no solo a cambio de que abracen sus guaguas o a cambio de que les envíen un calendario a fin de año. “Los nadie” quieren y deben participar en el escenario, no solo como extras, quieren ser también protagonistas. No quieren que ustedes hablen “de ellos”, sino con ellos, de hecho es probable que ya ni siquiera quieran hablar con ustedes, porque ustedes le cortaron las patas a la mesa de la participación ciudadana y solo se escucharon a sí mismos.
Y si cambiamos el juego? ¿Y si ustedes invierten más tiempo en buscar en el barrio pobre , en el sindicato olvidado, en la escuelita de pueblo nuevos rostros, para levantarlos como premio y reconocimiento a haber seguido dirigiendo al pueblo, silenciosos, sin viáticos, sin calculadora, sólo en pos de esas viejas y ya añejas convicciones que ustedes también compartieron? ¿Y si vuelven a pensar en el Chile justo y bueno por sobre sí mismos, por sobre la encuesta? ¿Estarían dispuesto a eso?
Dejemos hablar al mar.
————————————
Foto: Dave Hamster / Licencia CC
Comentarios