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Caudillos, dictaduras, orden social

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No es cosa reciente en la administración del Estado, ver advenir figuras autoritarias que buscan reformar sin mediar costos para ello. No es un totalitarismo colectivista el que marca nuestros siglos cada cierto período, sino un caudillismo amigable que sin abandonar la jerarquía -de la que injustificadamente se cree ser titular- intenta disfrazarse de institucionalidad.

El «Paco Ibáñez» es violento y represivo en su primer período presidencial. Se trató de un gobierno de facto que no escatimó recursos para llevar a cabo la idea país en que creía. Sin embargo, con el tiempo, para el fundador de la Escuela de Carabineros de Chile, eso cambió hacia 1952, cuando fue electo democráticamente para ser Presidente de la República. El otrora dictador militar se viste de civil con una reluciente cinta presidencial que cruza su cuerpo. Confusión y desorientación es lo mínimo que se puede experimentar en el minuto que observamos esta aparente contradicción. ¿Fue -quizás- su dictadura, no tan dura?

¿Y qué pasa con don Augusto Pinochet Ugarte?

El «libertador» del nuevo siglo entró en la historia armado hasta los huesos. Utilizando tanques, de La Moneda tomó el poder y encabezó un gobierno que sólo  abandonó casi dos décadas después, en una aparentemente institucional, democrática y republicana ceremonia al interior del Congreso. Nada más ni nada menos. ¿No es también él confusión y travestismo?

Probablemente algún lector advertirá la dificultad de encontrar ciudadanos tan ilusos de caer en la trampa de Pinochet, Ibáñez, y todos esos «valientes soldados» que sintieron el llamado de ser mandamás en un país que veían caer el precipicio. Puede que muchos de nosotros creamos saber los mecanismos de dominación y control que estos gobiernos aplicaron para moldear nuestra sociedad. No obstante lo anterior, en mi  opinión es propio de ellos más bien un panoptismo benthamiano que les permite observarnos, controlarnos y reprimirnos en aristas donde no lo sospechamos.

El «libertador» del nuevo siglo entró en la historia armado hasta los huesos. Utilizando tanques, de La Moneda tomó el poder y encabezó un gobierno que sólo  abandonó casi dos décadas después, en una aparentemente institucional, democrática y republicana ceremonia al interior del Congreso. Nada más ni nada menos. ¿No es también él confusión y travestismo?

Los tentáculos del control dictatorial, todo lo pudieron en nuestro país en tiempo pasado. Sin ir más lejos, incumbieron en lugares donde la democracia representativa era monopolio, lograron contener al interior de un artículo (n° 8, hoy derogado) de la Constitución de la República, una directriz tan antidemocrática, antirrepublicana y antiliberal, como fue la prohibición de posturas políticas inspiradas en la lucha de clases, concebida por alguien tan intelectualmente influyente e insoslayable como Marx.

Quizás está en lo anterior, la clave para entender la falta de voluntad política para manejar la delincuencia y los bombazos. O, quizás también, para decretar estados de excepción constitucional, cuando existen catástrofes naturales. ¿Nuestra democracia es tan frágil que acciones políticas tan diversas como las nombradas puedan parecer similitud a épocas de dictadura?  ¿O es que la dictadura supo travestirse, de modo de naturalizar e institucionalizar de manera tan elocuente la represión, que hoy no con poca dificultad es posible asociar acción presente a ese tiempo pasado?

La transición democrática en Chile no se concretará mientras nuestro orden político se vea a sí mismo tan frágil, que por el simple hecho de aplicar medidas de orden -que a mi juicio son perfectamente constitucionales e institucionales- resuene la dictadura. No se trata de aplicar la mano dura o normas especiales, sino simplemente no amedrentarse por la sombra del «disfraz» de Augusto. Creer en un sistema panóptico que esté configurando nuestro orden social como ocurrió con el General, es -en mi opinión- simple imaginación.

Foto: Auladefilosofia

TAGS: Dictadura Militar Pinochet

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Comentarios

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Jose Luis Silva Larrain

10 de septiembre

Lo que pasa es que Ud. también cae en el fenómeno que describe porque el gobierno militar fue algo muy distinto. Para usted el “panoptismo benthamiano” esta asociado a ese gobierno porque la antipropaganda lo dibujó asi en su mente, pero no fue tan asi:

El gobierno militar asumió el poder por una petición ciudadana manifestada en muchas instancias incluido el parlamento con el claro objetivo de restituir el orden institucional y democrático de la nación. De hecho al asumir, en el 5to bando del mismo 11 de septiembre, el gobierno expreso claramente ese objetivo, o sea desde un principio tuvo un carácter transitorio con propósitos claros y objetivos cuantificables. Lo que pasa es que efectivamente sí habia una resistencia armada, organizada, que para ocultarse se mezclaba entre civiles, no le dejó a ese gobierno mas alternativa que dibujarse como una forma similar a la que describe si pretendia conseguir los objetivos que a la postre logró con creces: devolvió una institucionalidad sólida para albergar lo que en muchas partes del mundo se calificó como la democracia mas estable y prospera de la región.

Nunca hubo una arquitectura panóptica en el gobierno militar, al menos nunca se solidificó de esa forma porque siempre se consideró un periodo transitorio, quizá esa percepción sí ayudaba a amedrentar a un enemigo tan cobarde y para la contrapropaganda, es muy fácil usar la figura para denostar al gobierno, pero si se hubiese consolidado algo como eso jamás hubiésemos terminado ese período con elecciones.

Pero estuvo bien. Reconozco que fue un mejor intento el suyo para basurear a nuestro tata.

Saludos

10 de septiembre

Estimado José Luis, comparto parcialmente tu observación, pero solamente para el primer periodo en que gobernó Pinochet, los tardios 70′.
En mi opinión es bastante claro que hubo un intento evidente -pero sin éxito- en este gobierno de travestirse como institucional. Ejemplos para lo que intento graficar no son solo nuestra carta fundamental, sino también la liberalización de la economía (esto ni siquiera se imaginaba hacia 1973) tan atípica para tratarse de un autoritarismo. Lo mismo pienso pasó con el plebiscito de final de esa década ¿o acaso es coincidencia que Pinochet apareciera vestido de civil con impecable terno blanco en las franjas televisivas donde se promocionaba para gobernar hasta 1998 con el título de «presidente»?
Le concedo el punto que hacia 1973 se zanjaron objetivos claros y se expreso la temporalidad del régimen, pero pienso que esas promesas amainaron hacia 1980 y la dictadura se extendió más tiempo del que cualquiera hubiera pensado, y por si fuera poco intento perpetuarse otros 8 años más esta vez legitimada como «democracia».
Un último ejemplo del travestismo político de Pinochet es que se haya mantenido varios años después de recuperado el orden democrático, como Senador Vitalicio, si eso no es camuflaje del dictador en la democracia e intentar controlar sin que nos diéramos cuenta, entonces no se qué.

Se me olvido un último detalle, ¿Recuerda usted hasta cuando tuvo carácter resolutivo el consejo de seguridad nacional? La dictadura no solo intento legitimarse en la «moción popular» y el «caracter de urgencia» que se vivía hacia 1973, también se intentó disfrazar hacia el final de democracia para intentar dejaron ese recuerdo, y lo que es peor aún muchas de sus instituciones perduran hasta nuestros días en un sincretismo democratico-dictatorial bastante curioso a mi juicio.

Un abrazo, Saludos!

Jose Luis Silva Larrain

10 de septiembre

Que gusto me da este diálogo, lo agradezco. Si, la tentación de anclar sin duda debe haber sido muy fuerte pero estamos en un terreno muy especulativo Lucas, estamos dando a los artículos expresamente transitorios otra intención, liberar la economía tampoco es señal clara de institucionalizarse, la verdad no se porque podría serlo (además hay artículos de lo que costó a los Chicago convencer a un milico que de por si es esencialmente estatista). Y el plebiscito en sí mismo es una señal mucho mas potente de su intencionalidad que la forma de vestirse.

Yo me acuerdo que casi todos los dirigentes políticos rehusaban a hacerse parte de la nueva institucionalidad creada para la vida civil, no buscó excusa para no crearla. Y el argumento oficial de que no se puede reanudar el campeonato hasta que todos los equipos estuviesen dispuestos a las mismas reglas del juego me parecía y me parece algo más que una excusa, era indiscutible. Daba una sensación de estar en un pantano. Al final gran parte de los equipos (salvo el PC) se sumó a la nueva institucionalidad justamente para poder salir del pantano y no porque les gustara. De nuevo si tu visión fuese certera después de eso debió haber alguna excusa para quedarse, pero no la hubo, se llamó a plebiscito y luego a elecciones.

Y el traspaso a un mando civil de esa forma era inédito en la historia, habría sido mucho mas brusco y arriesgado sin la continuidad del cmdte en jefe, artículos transitorios o instituciones que se proyecten en la nueva institucionalidad hasta que la civilidad tome su camino propio, cosa que a estas alturas claramente no ha sido posible por la incapacidad civil y no por la herencia de ese régimen, lo cual coincido contigo.

Saludos afectuosos

10 de septiembre

Estimado, no se trataba de artículos expresamente transitorios, es más, podrían incluso haber regido en tiempo democrático si no hubiera vencido en el plebiscito de 1989 (no el de 1988 sobre continuidad de Pinochet) la opción deshacer 54 modificaciones a la carta fundamental. Que ese plebiscito haya sido ganado con un 91,25% y con el consenso de prácticamente todos los partidos políticos, no implica que la supererogación de artículos directamente autoritarios haya sido automática o así deseada por el constituyente que la creó. Esos artículos fueron pensados por quien redactó la constitución como normas permanentes, más allá que estuviera planificado un plebiscito en 1989 con la posibilidad de reformar parte de lo escrito.

Por otro lado no estoy reduciendo el plebiscito a una forma de vestirse, esto último es simplemente expresión del fenómeno que vengo intentando argumentar en la columna, el disfraz que intento Pinochet utilizar en su gobierno para controlar desde un panóptico. Lo de la vestimenta no algo en si mismo, es expresión como bien dice usted de un fenómeno más grande, el que ya describí.

Por último usted señala la dificultad de hacer un cambio a la civilidad de manera brusca, le concedo el punto, eso es verdad, era riesgoso volver a una democracia hecha y derecha de un día para otro (más vale pájaro en mano que cien volando); pero no olvidemos que esa dificultad venia producida precisamente por el mundo militar, no de otras aristas.

Saludos

jose-luis-silva

10 de septiembre

Agradezco el dialogo. Puede ser. En fin. Estamos especulando demasiado y prefiero pensar en otra intención si hizo plebiscito, elecciones y una constitución para la vida civil que yo creo difícilmente fue de simple pantalla si nos ha traído hasta acá con un largo periodo de estabilidad y prosperidad inédito en nuestra historia.

Lo que sí es que hay un punto central en este diálogo que podemos estar de acuerdo: La causante principal de esta descomunal trascendencia del gobierno militar puede no ser una responsable intencionalidad como yo le adjudico ni el nudo ciego que dejó como herencia con la intención de perpetuarse como lo ve usted. Hay otra razón detrás de todo esto:

Después de viejo y de largas discusiones, lecturas y meditaciones concluyo que nuestro gran problema es otro, no Pinochet y por su artículo me di cuenta que usted empieza a intuirlo: La trascendencia de la obra del gobierno militar se debe a la incapacidad crónica del mundo civil para crear y cultivar por si mismo ni siquiera la mas básica institucionalidad que pueda trascender, un rayado de cancha único donde todos sintamos alguna proyección común. Si lo piensa detenidamente es esa incapacidad la que nos arrastró al gobierno militar. Ese vacío de poder como causante del golpe que describen los viejos jerarcas de la DC, esa turbia conspiración de la derecha que describen los UP como la causante, y por supuesto nuestra “salvación” que fue el tata. Fue esa incapacidad civil para consolidar una institucionalidad común para todos la causante y esa misma incapacidad crónica nos mantiene, después de 40 años, sólo en función a favor o en contra de lo que hizo el gobierno militar. Es una patología crónica con la cual confirmo mi postura y quizá usted la suya.

Pero realmente es un gusto hablar con usted, es muy bueno para esto, lo felicito.

Saludos

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