Será una contienda encarnizada. Con la crisis de la Nueva Mayoría producto de la deserción de la Democracia Cristiana, autodefinida como de centro, una variopinta izquierda se queda disputando el nicho del sector con un referente cobra cada día más fuerza: el Frente Amplio. Claro que según los parámetros de izquierda/derecha tradicionales, en circunstancias que existen aún temas que no tienen la fuerza suficiente en tal clivaje tradicional: la mirada desde lo socioambiental, la distribución del poder, la relevancia de la comunidad organizada en la toma de decisiones institucionales y colectivas.
Hasta hoy, Chile es un país binominalizado. No particularmente porque el duopolismo se dé en múltiples espacios (prensa, política institucional) como efecto de la concentración del poder sino porque las decisiones que aún se adoptan en el Congreso (particularmente en el Senado) no solo tienen repercusiones legales. También afectan diversas instituciones que deben contar con su venia y, por ende, someterse al juego de “hoy te toca a ti, mañana a mí”.
Hasta hoy, Chile es un país binominalizado. No particularmente porque el duopolismo se dé en múltiples espacios (prensa, política institucional) como efecto de la concentración del poder sino porque las decisiones que aún se adoptan en el Congreso (particularmente en el Senado) no solo tienen repercusiones legales. También afectan diversas instituciones que deben contar con su venia y, por ende, someterse al juego de “hoy te toca a ti, mañana a mí”. Ahí siguen representando la polaridad Nueva Mayoría/Chile Vamos la Corte Suprema, el directorio de TVN, los consejeros del Banco Central, el Fiscal Nacional, el Tribunal Constitucional, entre muchas otras entidades.
Recurro a este ejemplo solo para introducir un riesgo que recorrerá el país ante la muy probable pugna entre la Nueva Mayoría (menos DC) y el Frente Amplio. Por tener muchos actores de la sociedad civil lazos con los principios y referentes que se alzan en ambos bloques (en especial el PC), traspasar la pugna político electoral a estos espacios siempre es una posibilidad. Algo legítimo, pero que de no administrarse correctamente puede generar divisiones relevantes al momento de seguir conformando una fuerza desde la comunidad organizada para aportar a las transformaciones que tanto se necesitan: institucionalidad del agua, sistema previsional, salud pública, educación para todos y todas, reformas políticas a todo nivel con la asamblea constituyente como objetivo final, superar el paradigma mercantil y extractivista.
Este planteamiento no aboga por la neutralidad partidaria ni electoral, solo quiere ser un aporte a un escenario de polarización que permeará importantes espacios de la sociedad. Entre ellos, los de las organizaciones sociales y lo cual, si no se aborda desde la perspectiva de largo plazo, puede generar inmovilidad y división.
Entender que el adversario político está al frente y no al lado, es relevante. Y esto pasa necesariamente por asumir que la discusión debe ser sobre principios y horizontes, y no solo sobre etiquetas, con tanto autodefinido izquierdista votando por el extractivismo o progresista que alabando la mercantilización.
Un debate político importante a la luz del escenario que se abre en este 2017.
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