Las minorías sexuales a través del tiempo, han debido afrontar distinta vicisitudes dependiendo la época, lugar y circunstancias en las que han vivido. Algunas de esas experiencias de vida, fueron trágicos episodios que involucraron violentas represiones, persecuciones, ostracismo, discriminaciones lapidarias, condenas de muerte y silencio.
Durante décadas, la justicia fue una herramienta de castigo arbitrario, no solo a disidentes y adversarios políticos, sino que a través de la justicia (en determinados países) se criminalizaron las relaciones amorosas entre personas del mismo sexo. Los casos son muchísimos que podríamos encontrar haciendo revisión histórica.La socialdemocracia es la única ideología y pensamiento capaz de trascender al conservadurismo anacrónico, posicionándose como el alma mater de los modernos partidos de centro izquierda que han enarbolado la bandera de la diversidad
En la Alemania del siglo XIX, específicamente en el año 1898 Eduard Bernstein, un político alemán del SPD fue pionero, junto a otros socialdemócratas en la despenalización de las relaciones homosexuales. Aun cuando los términos de referencia para las identidades sexuales, no fueran del todo adecuada, entendiendo el contexto social de la época. Los socialdemócratas encontraron oposición para derogar el párrafo 175 del código penal alemán, que castigaba con cárcel las relaciones homosexuales. Por una parte el comportamiento social cuya estampa conservadora era reticente a “innovaciones” vanguardistas y por otro lado el rechazo de los sectores más ortodoxos del SPD. Pese a todas las dificultades que debieron sortear los socialdemócratas, lograron plantear como discusión pública, la despenalización de la homosexualidad. Ningún otro partido político, fue capaz de tal hazaña. Empero, aun con los esfuerzos realizados, los partidos confesionales en Alemania, impidieron ahondar en este tema.
En épocas recientes, la batalla cultural de las minorías y disidencias sexuales. Ha tenido asidero efectivo en los países con políticas socialdemócrata. No así, en aquéllos países donde las “revoluciones” de izquierda, han instaurado regímenes totalitarios, militarizados, dictaduras proletarias y persecuciones a las personas LGBTI (LGBTTTIQ dirían los más exigentes).
Tal como señala Gisela Kozak activista LGBTI cubana, en su artículo titulado La izquierda y los movimientos LGBT: la democracia liberal es más favorable que la izquierda revolucionaria:
“En algunos países de América Latina los movimientos LGBTI han convocado a las izquierdas moderadas, a los socialdemócratas y a los sectores liberales, los cuales han sido vehículos para las demandas del sector. Por esta vía se han logrado los acuerdos políticos y jurídicos necesarios respecto a temas tan polémicos como el matrimonio, la adopción y la identidad de género. Las izquierdas revolucionarias no han sido favorables a estas causas, para muestra Nicaragua, Cuba y Venezuela. Tampoco otros liderazgos de izquierda asociados con el Foro de Sao Paulo, al estilo de Evo Morales y Rafael Correa”.
Son muchos los activistas homosexuales que reconocen en la socialdemocracia un aliado natural en la lucha por la integración de las disidencias a diferencia de otros partidos políticos, en los que se observa oportunismo electoral y captación de votantes, bajo promesas de campañas que quedan guardados por décadas en un cajón de escritorio.
La socialdemocracia siempre ha sido genuina en sus planteamientos integradores y democráticos. Es por ello, que ha recibido elogios de políticos en distintos sectores quienes han reconocido los avances en justicia social, equidad, respeto a los Derechos Humanos, solidaridad y progreso, instaurados por gobiernos socialdemócratas.
No es extraño que a nivel mundial, sean visibles los políticos de esta tendencia ideológica quienes se reconocen abiertamente homosexuales. Algunos han alcanzado cargos públicos, ejerciendo como cualquier ciudadano que fue electo por voto popular, algo que hace 50 años atrás era casi imposible de pensar debido a los estereotipos negativos sobre la homosexualidad.
Actualmente, la socialdemocracia es la única ideología y pensamiento capaz de trascender al conservadurismo anacrónico, posicionándose como el alma mater de los modernos partidos de centro izquierda, que han enarbolado la bandera de la diversidad. No por nada, muchos de éstos se consideran adherentes al socialismo democrático.
Sin embargo, aun cuando los tradicionales partidos políticos, muchos de ellos llamados “históricos”, han logrado incorporar a personas LGBTI como militantes a sus filas, se debe simplemente a la necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos, y no necesariamente fue una integración genuina, sino más bien provechosa y con fines electorales.
Para reafirmar lo expuesto en el párrafo anterior, solo nos basta echar un vistazo a los manifiestos políticos de cada partido. Muchos de esos, sufrieron modificaciones en el tiempo, lo que llevó a dar un giro en 360º (grados). Y, si hilásemos fino, sabríamos que muchas organizaciones se vieron tensionadas a la hora de enrolar a homosexuales.
Finalizando esta breve revisión de la socialdemocracia, puedo dar fe absoluta, que el partido por excelencia en cuanto a participación democrática sin exclusiones, sigue y seguirá siendo la socialdemocracia puesto que sus ideales integradores, son reales y no una mera estrategia política para captar votos.
Es por esto, que invito a todas y todos, a descubrir este honorable proyecto que en nuestro país, ya tiene presencia en el espectro político. Orgullosamente declaro, como homosexual que pertenezco al Partido Socialdemócrata de Chile.
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