Entendiendo la virtualidad como una condición de continuidad que está en el orden de lo real -lo tangible- al mismo tiempo que de lo simbólico,-lo intangible-, que se encuentra en una expansión constante cuyos alcances somos incapaces de percibir de manera consiente y que, por otro lado instaura una nueva forma de relacionarse con lo real. Es que la barbarie irrumpe ante la historia como un fenómeno insoslayable del pasado, del presente y del devenir del ser humano en sociedad.
Es en este sentido, que los primeros rasgos de la barbarie los encontramos en aquellas sociedades históricas, aquellas que al mismo tiempo poseen culturas milenarias que nos han permeado de conocimiento; la barbarie aparece por medio del poder desmesurado del Estado. El siglo XX y XXI ha cometido estos actos en justificación de la nación al mismo tiempo que para reforzarla; como si sus acciones reposaran sobre un acto de voluntad purificadoraLa memoria nos permite pensar políticamente a las víctimas; cuando se recuerda, se recuerda con otros, se recuerda al otro.
Lo barbárico aparece como lo diferente, lo desconocido, lo inesencial, lo otro. Es por tanto, inseparable del miedo, a la aparición de una forma de existencia que venga a cuestionar o poner en duda las formas de funcionamiento establecidas por el Estado. Miedo a aquello que rompa con lo que me mantiene “en lo mismo”, miedo a que aquella forma de habitar en el presente, que aparece como una extensión de mi pasado, se esfume, que aquello que mantiene mi existencia pre-ocupada desaparezca.
Ahora bien, mirando hacia nuestros próceres europeos líderes en acontecimientos barbáricos a nivel mundial, han sido las mismas sociedades occidentales que destruyeron naciones, en donde florecen al mismo tiempo las artes y la cultura; un desarrollo del conocimiento y de élites intelectuales. En otras palabras son estas mismas civilizaciones las que producen los antídotos para las barbaries. La barbarie, aparece de esta forma, como un ingrediente de las grandes civilizaciones; Recordando un poco a Benjamin, no existe de forma alguna de signo o acto de civilización que no sea al mismo tiempo un acto barbárico. no es un elemento que precede la civilización, sino que la integra. De alguna forma en su complejidad estas coexisten, se producen y se reproducen.
Es de esta forma, que considero que las formas barbáricas por las cuales el Estado ha procedido en algún momento, deben ser reconocidas por este mismo de modo de asumir una responsabilidad como herederos del pasado. La memoria nos permite pensar políticamente a las víctimas; cuando se recuerda, se recuerda con otros, se recuerda al otro. Las políticas de memoria nos permiten mirar el pasado con vistas al futuro, situando a la sociedad entorno a una significación común del pasado. “Pensar la barbarie es contribuir a recrear el humanismo. Por lo tanto es resistir a ella.” E. Morin.
Comentarios