El llamado de la Presidenta Bachelet a “revisar lo hecho y rectificar lo que sea necesario”, obliga a deliberar con tranquilidad y objetividad. Para el gobierno, este “nuevo impulso”, es discutir la gradualidad de las reformas estructurales, advirtiendo las complejidades que conllevan y el nuevo contexto social y económico, para no dispararse en los pies. Asimismo, es admitir que estas reformas implican cambios cuyos beneficios para la gente no son inmediatos sino de mediano y largo plazo. Ese desfase temporal debe ser transmitido para que tenga un anclaje en la subjetividad de los individuos.
Es crucial, entonces, contrastar argumentos y propuestas con todos los actores –con la Nueva Mayoría, la oposición y los movimientos sociales- con el propósito de vislumbrar la posibilidad de ofrecer un futuro más colectivo y compartido. Este aspecto es esencial para disminuir las tensiones que todo cambio de tipo estructural involucra. Es por ello que es necesario ser más escrupuloso en el diseño de los proyectos, de lo contrario se erosiona la legitimación social de las reformas.
La derecha y los grandes empresarios piden que el Ejecutivo renuncie al Programa de Gobierno, puesto que para ellos nunca es tiempo adecuado para efectuar reformas, ni cuando el ciclo económico va al alza y tampoco en momentos de bajo crecimiento económico. Es natural, entonces, escucharlos pedir al Ejecutivo una redefinición de los contenidos del programa o subsumir algunos elementos del mismo.
Mientras, la Nueva Mayoría todavía no muestra criterios comunes en torno a la gradualidad de las reformas y no exhibe una conducta que se pueda asimilar a la temperancia para zanjar las diferencias internas y, algunos de sus personeros o factótum, tienden acentuar las diferencias en forma artificial. Otros, siguen operando en una modalidad o estilo que reproduce la vieja antinomia de revolución/reformas, sin entender que los cambios siempre deben ser vistos como un devenir histórico, en permanente transformación y no como algo de gestación instantánea.
Es esencial, por tanto, desmarcar el debate de visiones maniqueas para evitar miradas diametralmente divergentes, en la perspectiva de concordar una hoja de ruta que se adecue al complejo escenario político y económico del país, asumiendo que tanto la priorización, como la gradualidad es consustancial en el ordenamiento y la implementación de las reformas comprometidas. Y eso implica, captar y examinar las nuevas condiciones que presenta la realidad social, la que en esencia es dinámica. Solo así se podrán equilibrar virtuosamente las reformas con la gobernanza y ello no significa renunciar o morigerar un programa que es pertinente para el desarrollo inclusivo del país.
Reconocer que la ralentización económica es un hecho grave, lo que obliga instituir vectores en materia de inversión pública y privada para construir una matriz productiva más diversificada que haga viable un crecimiento sostenible en el largo plazo, tampoco puede ser interpretado como una abdicación programática.
Es esencial concordar una hoja de ruta que se adecue al complejo escenario político y económico del país, asumiendo que tanto la priorización, como la gradualidad es consustancial en el ordenamiento y la implementación de las reformas comprometidas.
Asimismo, ese cambio de ritmo no puede ser esgrimido para congelar el proceso constituyente tendiente a concordar las normas de convivencia cívica básica, es decir una nueva Constitución. Es urgente, por ende, delinear los hitos y componentes de dicho proceso, particularmente los atingentes al periodo presidencial presente. La misma prioridad requiere la agenda de probidad y transparencia, la reforma educacional y la reforma laboral, acompañada con mayores recursos para la salud pública, transporte público y seguridad ciudadana. Canalizar urgentemente estas medidas es un prerrequisito para acortar la brecha de credibilidad entre la política y la ciudadanía.
Lo que está ahora en el debate y debería orientar a la Nueva Mayoría, con una mirada de largo plazo, es cómo materializar la universalidad y sustentabilidad de las reformas, dando curso a un nuevo paradigma de derechos universales en torno al progreso, subrayando que los cambios son un objetivo realizable y justifica su proyección estratégica como coalición política, más allá de este gobierno.
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peon
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Esto es la misma cháchara de un político… Consensuar, poniéndose de acuerdo con lo que queda de la derecha… Bla, bla, bla, a la hora de considerar a actores sociales… No se consideran para nada a los actores sociales en la forma en que se distribuye el Presupuesto Nacional… Sólo la Presidencia decide cómo se ajustan los márgenes de la canchita, ante la realidad económica y ellos lo saben, lo están haciendo, así es que el artículo es redundante en esa materia. Lo mismo sería que dijera que hay que tapar hoyos en las calles, poniéndose de acuerdo cómo ajustar el presupuesto para ello y qué hoyos se tapan primero…. La gente que tiene por tarea eso, ya lo está haciendo…
Si se considerara a la ciudadanía en cualquier clase de decisión, tendría que proveérsele un marco democrático para ello, pero, nuestra nación no hace eso. No tiene un Congreso Digital o una Cámara Ciudadana Digital, por lo tanto, cuando se dice que se consulta a algunos actores sociales, lo que se hace es dialogar con algunos sectores de la mafia social, tal como la gente de educación, por ejemplo, dirigida por el sr. Gajardo que de persona que considere la Constitución y los derechos de los niños a estudiar, no tiene nada…
Esa persona debiera estar en la cárcel… Sus razonamientos son un atentado a la Constitución y a los derechos de los niños, luego, sr… sr… Rubio, me gustaría conocer su apreciación acerca de en qué materia cree usted que la Presidencia consulta a la ciudadanía y cómo cree usted que este es un proceso democrático e inclusivo… Al menos a mí nadie me ha invitado a participar a ninguna parte y bastaría con hacerlo a algún sitio digital en donde podamos exponer ideas y evaluarlas democráticamente.
Es posible que otras personas no quieran decir nada, pero, yo sí quiero decir algo, se lo he dicho a la Presidencia, pero, es inútil… Ellos manejan todo… Al respecto, mi conclusión es que el país está secuestrado por una mafia política dividida en dos colusiones, digo, coaliciones, que lo único que les importa es llegar al poder, mantenerlo y repartirse todo lo que puedan…
Prueba de ello ayer noche el Presidente de la Cámara de Diputados y el diputado Monkeberg fueron hechos pedazos por el sr. Villegas en Tolerancia Cero… Monk. decía que no puede aceptar que una persona que no sea de derecha los represente como candidato presidencial. Luego decía que ellos reciben a todos… Osea, de qué habla esa persona… Aparte, el Presidente de la Cámara de D. decía que las reformas en educación, bla, bla, y que se revisaban este año y que en marzo venían las elecciones municipales y que la ciudadanía vería cómo van las cosas (evaluaría). Osea, de reforma saltamos a período de elecciones y en eso se lo pasan todo el tiempo…
Dentro de este contexto, Monk. decía que van a unir las cuatro líneas de partidos de la derecha y que esperarían llegar al poder poniéndose de acuerdo. Por su parte el P. de la C. de D. le decía que igual «ellos le iban a ganar», pero, yo me pregunto, dónde queda el proceso constitucionalista que podría crear una democracia y llevar, por ejemplo a la ciudadanía al poder… Es decir, ellos no tiene contemplado darle a la ciudadanía las herramientas para que se organice y recupere el país que se mantiene secuestrado por la mafia política que se lo reparte como puede…
Esto que sucede sí es grave… Aquí está en juego el futuro del pueblo chileno y la gente lo entiende cada vez más, al escuchar las ridiculeces que hablan los diputados de la República cuando están apareando a la mafia que los financia…
¿ Usted cree que si hubiera democracia y con ella la gente pudiera proponer su propio Programa de Gobierno y candidatos al Congreso y a cada puesto de confianza del Presidente, que alguno de los actuales diputados de la mafia política partidaria llegaría al Congreso o al Senado… ?
Yo creo que va a llegar el momento en que la ciudadanía le quitará el poder a estos mafiosos. Mientras más tarde esto suceda, más juicios habrá contra ellos, más débil será nuestra economía y estabilidad, por lo tanto, si ellos supieran leer la realidad, crearían el proceso democrático para proponer Programa de Gobierno Ciudadano y candidatos al Parlamento y a lo que sea. Si ellos son tan buenos como personajes políticos, no tendrían por qué creer que sus puestos de trabajo podrían estar en peligro de perderlos, pero, como saben que son una mafia que tiene por negocio repartirse el Presupuesto Nacional, no aprueban crear la democracia… Como contra partida, aún son tan obcecados que llaman democracia a la dictadura que han creado…