Si tu hija o hijo te dijera que quiere participar del equipo de fútbol del colegio, o del coro de la iglesia, o del club de ciencia, ¿cuál sería tu reacción? Lo habitual sería apoyarlo, y solo habituarse al tiempo que le destinarían y uno que otro gasto extra que produciría su hobby, que en el futuro podría ser su exitosa profesión.
En nuestra sociedad nadie cuestiona si un muchacho juega horas eternas de fútbol, tenis, o cualquier otro deporte. Y de hecho hay muchos incentivos externos, sean escolares, sociales o económicos para motivarlo a seguir con sus intereses. Pero, ¿y si sus intereses se encaminan a la política, la dirigencia social, escolar, universitaria o comunitaria? ¿cambiaría su predisposición a ayudarlo? Es muy probable que sí, y tal vez frunciríamos el ceño y pensaríamos que nada bueno le espera en ese «mundo oscuro”, donde hay que tener “cuero duro” y los “cuchillos largos” y las deslealtades reinan.Los dirigentes, son impulso vital para el cambio social. Los líderes en tiempos difíciles son pocos, ya que para las épocas fáciles sobran muchos. Pero, en tiempos de cólera, sombras o tragedias, siempre hay un chileno o chilena que dice vamos todo puede cambiar.
En nuestras respuestas, no surgiría ningún atisbo de admiración y recuerdos a esos párrafos de la historia donde esos “políticos” o “dirigentes” lograron, por ejemplo, que trabajáramos 8 horas y no 12, que pudiéramos enterrar a nuestros muertos en cementerios laicos, o que las mujeres pudieran votar como los hombres.
Hace unas horas ha concluido el paro de 39 días del Registro Civil. Durante más de un mes se hizo conocida para nosotros Nelly Díaz, Presidente de los funcionarios del Registro Civil. Su remuneración, sus modismos, su carácter y todos sus “supuestos” intereses fueron ventilados en forma continua por los medios, y más de una expresión de desprecio, rabia y cólera debió soportar ella y sus representados. Ella tiene esa categoría de “dirigente”, que tal vez se asoma a nuestras mentes cuando nuestro hijo o hija pide permiso para ir a una “extraña” reunión.
La postura de Nelly Díaz, desde el punto de vista de los usuarios del registro civil, era solo arrogancia, soberbia y desprecio por las necesidades de los chilenos que buscaban su cédula, inscribir a sus hijos o informar de la muerte de sus padres. Su representación poco importaba al exterior de los edificios que albergan al servicio, pero al interior deben haber sido signo de liderazgo. Pero, fuera del edificio en las filas interminables, la rabia se transformaba en cólera contra ella, y podíamos especular, contra todos los dirigentes.
¿Pero, qué impulsa o incentiva a hombres y mujeres a ser dirigentes en los tiempos del cólera? Serán las mismas ansias de cambiar las cosas, que motivaron a jóvenes, hombres y mujeres a intervenir sin medir riesgos en dictadura, para rebelarse contra lo que otros veían como inmutable; y peor que eso, como normal.
No sería más fácil para ellos y ellas dedicar tiempo a sus familias, amigos o hobbies. Trabajar a cabeza gacha, y esperar que otro asuma la tarea. Para qué soportar malos ratos, jornadas de trasnoche, e incomprensibles si luego, vendría el infalible “pago de Chile”. Cuando pienso en dirigentes, son otras las imágenes que se me aparecen. La dueña de casa que logra sacar de un campamento no solo a sus hijos, sino a todos sus vecinas; o el primer estudiante universitario que logró la primera beca alimenticia para sus compañeros; o a esos cientos de voluntarios que con urna en mano volvieron a enseñarnos a votar después de 17 años de dictadura.
Los dirigentes, son impulso vital para el cambio social. Los líderes en tiempos difíciles son pocos, ya que para las épocas fáciles sobran muchos. Pero, en tiempos de cólera, sombras o tragedias, siempre hay un chileno o chilena que dice vamos todo puede cambiar.
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