Tras un aplastante triunfo de Jair Bolsonaro en la primera vuelta presidencial en Brasil, las alertas internacionales, los medios y en especial los llamados demócratas en el mundo, despertaron con un avasallante ataque al candidato ultraderechista, pero, ¿Dónde quedó el candidato presidiario, Lula Da Silva?.
El candidato de ultimo minuto, Haddad, llegó pocos días antes de las elecciones como la flamante carta debajo de la manga por el Partido de los Trabajadores, pero haciendo caso al contexto y al poco peso que tomó, se sintió lo débil de su candidatura en las urnas a no alcanzar ni siquiera un 30% de los votos. Haddad, tiene doble responsabilidad: ser candidato y hacer olvidar la figura controversial en la que se transformó el ex presidente Lula.Si antes de la primera vuelta se hablaba sólo de Lula y la mancha que provocó en toda la política brasileña, hoy sólo se habla de lo peligroso que es tener a alguien como Bolsonaro presidiendo un país como Brasil.
La oportunidad de revertir la situación llegó. La segunda vuelta es verdaderamente una segunda oportunidad para la izquierda y los demócratas de Brasil. El masivo rechazo internacional y la viralización de las distintas facetas del candidato de la derecha, han enmudecido a toda la población que sigue de cerca las elecciones de Brasil, y no es menor, ya que se percibe de todos los sectores, un giro potente a abrir las puertas al conservadurismo protofascista de derecha en Brasil.
Se esta peleando con una potente ola que llegó para quedarse –de 513 parlamentarios, 301 son de derechas-, no obstante, toda la expectación mediática, abrió un panorama favorable para reunir a todos los demócratas en Brasil. El fantasma de Lula desapareció gracias a Bolsonaro, y Haddad tendrá que usar aquel comodín como un favor que se le concedió, y tratar de sortear la segunda vuelta como el único capaz de revertir una situación insostenible y peligrosa, como es tener a Jair de presidente.
Bolsonaro representa un retroceso gigantesco a la democracia. Un apologista de la violencia, que le coquetea al fascismo, al racismo, al machismo y a todas las practicas retrógradas a las que como sociedad desafiamos constantemente, no se le puede permitir -ni siquiera la elite brasileña que se está conformando con él- presidir Brasil, y es por aquello, que la segunda vuelta es una prueba de fuego para la conciencia.
Si antes de la primera vuelta se hablaba sólo de Lula y la mancha que provocó en toda la política brasileña, hoy sólo se habla de lo peligroso que es tener a alguien como Bolsonaro presidiendo un país como Brasil.
Se entiende que convocar (como tarea principal de Haddad) también implica limpiar y sellar compromisos que mantengan un equilibrio importante en la política brasileña. más acción el dormido centro político y estabilidad a los extremos. La segunda vuelta para Haddad, es su nueva -y limpia- oportunidad.
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