Los tiempos han cambiado, las campañas políticas en Chile no son las mismas que hace 50 ó 60 años atrás. Sacarse fotografías con bebés, dar la mano a la mayor cantidad de ciudadanos posible y sacarse fotos ya no es tan trascendente como una buena aparición en los medios o un uso eficaz de las redes sociales (Facebook, Twitter, Youtube).
Sin duda que la inscripción automática y el voto voluntario generarán un cambio importante, que si bien hasta el día de hoy no es posible medir, sí es posible prospectar. Mal que mal, quedan sólo cinco meses para la prueba de fuego: Elecciones municipales 2012.
Primero, es necesario dejar constancia que el nuevo sistema aumenta el número de votantes en 4,5 millones, aproximadamente. Estos votantes podrán asistir de manera voluntaria a sufragar, dependiendo de la capacidad de los oferentes para seducirlos.
Estamos entonces a la espera que desde la oferta (candidatos) se entreguen propuestas de calidad que permitan seducir a la demanda (electorado potencial). La consecuencia sería una masiva concurrencia a las urnas el día de la elección. Aquí nace una situación que, para juicio de quin escribe, puede transformarse en una problemática:
La oferta para los ciudadanos, en vez de estar constituida por propuestas serias e ideas políticas, podría estar constituida intencionadamente por procesos clientelares, donde se ofrecen regalos, puestos de trabajo o comidas a cambio del voto.
Pero no basta con eso. Es necesario que los candidatos puedan asegurarse que quienes les han prometido apoyo, efectivamente vayan a las urnas. ¿Cómo se asegura un candidato que sus electores efectivamente sufraguen? Simple: los va a buscar a sus casas para que voten. El acarreo.
Es de esperar que las acciones clientelares y los acarreos no sean las variables que caractericen al próximo proceso de elecciones municipales. La elite política, esperemos, se sitúe a la altura de las circunstancias.
No obstante los antecedentes por estas fechas, nos entregan algunos indicios no muy alentadores. Se denunciaron acarreos en las primarias nacionales de la Concertación, se pudo constatar la existencia de acarreo para el día 21 de mayo llevando gente a Valparaíso para que apoyara al Presidente Piñera.
¿Cuál es el miedo? Simple. El miedo a que ganen las próximas elecciones los que ofrezcan mayor cantidad de puestos de trabajo, los que entreguen mercadería, los que tengan mejor logística en el acarreo de votos, los que arrienden más furgones y buses de “servicio ocasional”. Los que tengan más amigos con camionetas para que las pongan a disposición del candidato. Ese es el miedo.
Parece pertinente discutir por qué ocurren estas cosas, por qué se entrega un Chocman y un jugo, por qué hay acarreos para primarias y para eventos políticos. La respuesta parece más fácil de lo que se cree: Estas cosas existen porque existen personas dispuestas a recibir regalos, a recibir un Chocman y un jugo, a ser acarreadas a votar a cambio de algún regalo o de una promesa clientelista.
Lamentablemente los ciudadanos hemos alimentado la existencia de estos comportamientos sucios de la elite política.
*Álvaro Jorquera Mora, @jorqueramora
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