Cuando don Ramiro Mendoza dice “no cerremos los ojos, la corrupción ha llegado”, se equivoca de manera imperdonable. No es efectivo que ahora, en este siglo o en esta década, haya llegado la corrupción a Chile. Esto sucedió hace muchos años atrás, en el siglo pasado, entre fines de la década de los 70 y la primera mitad de la década de los 80, es decir en plena dictadura.
Llegó cuando se cerró la Sociedad Constructora de Establecimientos Hospitalarios y se le dejó el campo libre a los pseudo emprendimientos privados, subsidiados estatalmente. Llegó cuando se cerró la Sociedad Constructora de Establecimientos Educacionales y ya no hubo más colegios estatales, se municipalizaron los existentes y crearon los sistemas tan cuestionados hoy por hoy. Llegó cuando se privatizaron, entre gallos y medianoche, instituciones fundamentales del país, como Endesa por ejemplo, de forma que algunos funcionarios públicos menores, de la noche a la mañana se transformaron en multimillonarios. Llegó cuando la compañía de seguros estatal, se privatizó con igual estratagema (¿suena el grupo económico PENTA?). Codelco estuvo a punto de no salvarse.Bienvenida esta nueva transparencia, que caigan quienes deban caer, dejemos de meter al baile nombres tratando de aplicar la lógica de “mal de muchos, consuelo de corruptos”, en fin, que la justicia haga su trabajo, que los medios divulguen lo que se intente ocultar y que la sociedad se exprese.
Y llegó, por sobre todo, porque nuestro sistema judicial dejó de solo ser ciego, para pasar a ser también sordo y mudo. Y con este espacio de control de legalidad anulado, el campo para la corrupción era del porte de una cancha de fútbol, con un solo arco, y en que el tamaño del arco era el mismo de la cancha. Ahí sí que la corrupción llegó.
Incluso, cuando la misma Contraloría se oponía a algo, simplemente se cambiaba al Contralor y problema resuelto. Mágicamente lo improcedente pasaba a ser plenamente válido a los ojos del organismo contralor. (¿O ya se olvidó al Sr. Fernández que también ofició de Ministro del Interior?).
No, señor Mendoza, la corrupción no llegó ahora. Llegó de cuello y corbata de la mano del poder total del autoritarismo consustancial a toda dictadura.
Lo que ahora sí ocurre es que, a diferencia de lo que majaderamente el mismo poder económico, expresado por ejemplo en los mismos dueños de estas empresas tan turbiamente obtenidas, tratan de sostener en orden a que hay una crisis de las instituciones, sucede absolutamente todo lo contrario. Están más vivas que nunca, han salido de su largo sueño, del que comenzaron a despertar en 1989, y ahora, vitales y enérgicas, apoyadas por las redes sociales, han comenzado a hacer su trabajo. Un trabajo que nunca, jamás debieron de haber suspendido.
Bienvenida esta nueva transparencia, que caigan quienes deban caer, dejemos de meter al baile nombres tratando de aplicar la lógica de “mal de muchos, consuelo de corruptos”, en fin, que la justicia haga su trabajo, que los medios divulguen lo que se intente ocultar y que la sociedad se exprese y, a la vez, la misma sociedad, controle a sus pares para evitar comprarse bombas de humo que aspiran a frenar los cambios tan fundamentales que ya ha emprendido este Gobierno.
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