Debe ser complejo pertenecer a un sector político que no tiene héroes, grandes próceres ni mártires. Es como si nunca hubiese corrido sangre real por las venas de quienes pensaron como tú en el pasado, o como si siempre hubieses estado entre los ganadores, los que no debieron repensarse, y ni siquiera arriesgar nada por una lucha.
Debe ser muy espantoso también ser relacionados con los victimarios en todo ámbito de la historia de un país. Ser representante de quienes se sirvieron de las muertes, la censura y la represión para construir un Chile a su medida, siempre defendiendo al poder, a quienes están arriba y reducen una patria a un cierto grupo, a una pequeña manera de ver la realidad.
Eso le ha pasado a la UDI toda su vida: han sido identificados por años con la fuerza, con la arbitrariedad y con la legalidad hecha a cuatro paredes. El motivo de su formación fue una dictadura y la defensa de ésta y su legado, por lo que para nuestra historia más que héroes, lo que tienen entre sus filas son villanos, personas que abusaron del poder y de sus beneficios para romper un país y construir otro sobre sus cenizas.
El máximo mentor del partido, Jaime Guzmán, sin ir más lejos, es el gran ideólogo de una institucionalidad que aún nos pena y nos hace desconfiar de la perfección de nuestra democracia. Es la persona que defendió y levantó a niveles de estadista la figura de un Pinochet que estaba haciendo el trabajo sucio para que sus ideas pudieran ser tatuadas con sangre en la memoria de un país, dejando ideas que cuarenta años después no sanan.
Es por esto que la detención de Felipe Cuevas en Venezuela, por la razón que sea, ha sido la nueva manera de levantar una imagen y tratar situarse en la vereda del frente, y así poder dejar de lado el asistencialismo poco cristiano de la famosa “UDI Popular” y poder convertirse en “luchadores” por los derechos humanos.
¿Qué mejor para eso que un régimen de izquierda con tintes militaristas? Nada. Era el momento perfecto para erigirse como héroes e incluso como mártires en pro de las libertades de un pueblo frente a un autoritarismo. Era la manera en que nuevas generaciones, que aún no son capaces de cruzar la calle para preguntar por los verdaderos mártires de la dictadura militar chilena, pudieran codearse con lo humano, con el sufrimiento, ya que al parecer según lo que les inculcaron, el dolor se mide según la ideología del que está ejerciendo la fuerza por medio del Estado.
El heroísmo no puede ser una construcción mediática, una especie de casting a través de los medios, sino que tiene que ver con lo que siempre, en todo lugar, defendiste y no solamente cuando te toca a ti. Guardando las proporciones por supuesto.
La tontera generalizada en torno a esta especie de religión laica -no muy diferente al pinochetismo- llamada chavismo, era la ocasión para que ellos aprovecharan la oportunidad para verse, aunque fuera por unos minutos, del lado de los que sufren y no de los que hacen sufrir. Aunque, como sabemos, esto con todos los medios a su favor no es tan difícil en un país en donde los diarios tienen un claro sesgo ideológico que, curiosamente, llaman objetividad.
Tal vez el consejo para esta juventud UDI -aunque yo no soy nadie para aconsejar-, es que si quieren aprender sobre la violación de los derechos por parte del poder estatal, comiencen por casa, crucen la vereda y vean el verdadero sufrimiento de quienes aún no saben dónde están sus familiares que fueron masacrados por un régimen que los creadores de su partido aplaudieron. Trabajen ahí y demuestren que su preocupación por lo humano es real, y no solamente una manera de reconciliarse con la historia.
El heroísmo no puede ser una construcción mediática, una especie de casting a través de los medios, sino que tiene que ver con lo que siempre, en todo lugar, defendiste y no solamente cuando te toca a ti. Guardando las proporciones por supuesto.
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jose-luis-silva
Héroes? Esto de héroes y villanos, símbolos revolucionarios, fusiles, perseguidos, torturados, ajusticiamientos, etc.. Obviamente les encanta a la izquierda, viven de todo este odio y mártires, es un cuento que no tiene nada original, es importado de Cuba y Europa Oriental principalmente en los 60. La gente honesta y preparada no necesita de estos cuentos porque no ve la vida política de esa forma. Pero entendemos que la gente mas limitada de mente y con menos preparación es mas influenciable y manipulable por estas ideologías a estas alturas tan fracasadas.
Saludos