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Rousseau a la luz de Aysén

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De manera masoquista y tal vez como parte de las licencias que me permito en verano, he visto noticias y he leído prensa burguesa que no hace más que enfocar el “conflicto” de Aysén como un indolente movimiento que no considera que esta es la fecha de mayor turismo para la zona.

Escuchar al oficialismo o a los periodistas –que para el caso es lo mismo- haciendo hincapié en el asunto del turismo, los tacos y las barricadas no hace más que confirmarme la satanización que estos grupos de poder cimentan respecto a todo lo que huela a movimiento social. ¿Será que aún no se supera la Guerra Fría y el monstruo colorado sigue amenazante? ¿O acaso la dictadura está más presente que nunca mediante su silenciada herencia de individualismo y silenciamiento? Me parece que un punto de partida radica en que estos grupos de poder desconocen –o quieren olvidar- la raíz misma de los mecanismos políticos modernos al querer acallar todas las voces del “pueblo” en su ejercicio de soberano. Es decir, se trata de una concepción prácticamente monárquica o feudal.

No olvidemos que el mismo Rousseau planteó estas ideas en el siglo XVIII: “Si el pueblo promete simplemente obedecer, se disuelve por este acto, pierde su calidad de pueblo. En el instante mismo en que surge un dueño, ya no hay Soberano, y desde ese momento el cuerpo político se ha destruido. No significa esto que las órdenes de los jefes no puedan aparecer como expresión de la voluntad general mientras el Soberano, con libertad para oponerse, no lo haga. En tal caso, el silencio universal debe interpretarse como el consentimiento del pueblo.” (Libro segundo, capítulo primero).

Rousseau también nos subraya el imprescindible rol de la organización popular, de lo que hoy podríamos llamar movimientos sociales o simplemente la unión de fuerzas: “Pero como los hombres no pueden engendrar nuevas fuerzas, sino solamente unir y dirigir las que existen, no tienen otro medio para conservarse que formar, por agregación, una suma de fuerzas, la cual pueda dominar la resistencia, ponerlas en juego para un solo móvil y hacerlas actuar concertadamente” (El contrato social, Libro primero, capítulo VI).

En el contexto de Francia pre Revolución Francesa, estas ideas, que forman parte de El Contrato Social, así como las plasmadas en El Emilio fueron prohibidas por el Parlamento de Paris. Hoy en día, aplicando el velo más silenciado de la censura que es la fragmentación y utilización de la información es que se busca un forzado consentimiento del pueblo, del mismo pueblo que endeudado se fue de vacaciones o acalorado en su rutina laboral ve mermada la expresión de su voluntad más aún en el contexto de los cercenados mecanismos democráticos a la chilena.

Con mayor razón me parece que la iniciativa surgida en Aysén es una admirable muestra de ejercicio de soberanía que además despierta –como lo hizo Punta Arenas en circunstancias similares- un mecanismo mancomunado de resistencia, de expresión y de opinión que de indolente no tiene nada, por el contrario, los indolentes son los mismos de siempre.  

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Foto: Irradiador.com
 

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