Desde que somos niños los mayores se interesan en nuestra ubicación en el espacio. Así es como en los planes de enseñanza nos ayudan con ejercicios de diferentes tipos para desarrollar esta habilidad para entender dónde estamos en el espacio, lo que nos ayuda a desarrollar, en parte importante, la conciencia de nosotros en el mundo en que vivimos.
Ahora, desde la mirada política, tenemos referencias más o menos estandarizadas. La izquierda y la derecha, la oposición y el oficialismo. Así es como nos movemos todos en algún rango que nos permita definir una especie de “marca” acerca de la manera en que interpretamos el mundo.
Hoy esto es bastante relativo, pues depende de donde esté ubicado el observador. Seguramente por eso empezamos a inventar cosas como el “ultrismo”, “extremismo”, el “amarillismo”, el “comunacho”, etc. Pero claro, nuestra referencia es el otro. Y las personas somos, a nuestro juicio la encarnación de la “verdadera derecha y la verdadera izquierda”. Nos extraña cuando alguien que a nuestro juicio es de la derecha, haya empezado a llamarse de “centro derecha”, o algo tan sui generis como el “centro social”. La centro izquierda, para algunos es neoliberal, el centro, definitivamente de derecha, y así sin haber pisado la sede del PC, algunos somos llamados, comunistas.
¿Qué podemos reflexionar? Y aquí hablo desde la militancia en Revolución Democrática, sobre esta ubicación espacial? Propongo pensar y trabajar en el desarrollo de una identidad, que, desde la percepción nuestra al menos, no dependa de la ubicación de los demás. Es decir, no definirnos respecto de otro que normalmente será un adversario o un aliado político.
¿Por qué? Bueno, pues porque queremos desarrollar una forma de trabajo político que se diferencie de los que ya llevamos varios decenios conociendo y sufriendo. Esta identidad se construiría en las prácticas, declaraciones y la ética de nuestras actuaciones… al menos. Yo las llamaría, nuestros códigos de conducta política.
Con esta reflexión y observación permanente, podemos empezar a desarrollar la confianza en nuestro partido por parte de la ciudadanía, y de nosotros mismos. Para esto debemos preguntarnos de manera constante: ¿Somos suficientemente competentes para realizar nuestro código de conducta política?, ¿Qué tenemos que hacer para desarrollar las competencias para ello?, ¿Estamos comprometidos en evaluarnos, responder por los errores, faltas y omisiones respecto de nuestros códigos de conducta política?, ¿Cómo damos evidencia pública de nuestro “accountability”?
¿Somos sinceros?, ¿Estamos manteniendo nuestras declaraciones públicas consistentes con nuestras conversaciones privadas? ¿Nuestros argumentos están basadas en fundamentos demostrables? (No olvidar el video de RN, o el “nadie sabía” del PPD).
Nuestra ubicación en el espacio político no debe ser referencial a los demás, debe estar fundamentada en un conjunto de ideas, acciones y relatos coherentes con una visión de país, de sociedad, de persona. Es la decisión conjunta en la que definimos para qué estamos trabajando juntos, cuál es el estado futuro deseado y como vamos a llegar a materializarlo.
Entonces con este trabajo, podemos empezar a crear una primera fase de identidad… la de un grupo de personas en las que se puede confiar. Podrán no estar de acuerdo con nosotros, pero no podrán decir que no somos de fiar. Esto puede parecer un gran logro hoy en día, donde ser confiable parece ser una cualidad diferenciadora. Pero en la perspectiva más larga, no es más que un nivel básico para convivir.
¿Cuál sería entonces el paso ambicioso? Que nuestra ubicación en el espacio político no sea referencial a los demás. Que esa ubicación esté fundamentada en un conjunto de ideas, acciones y relatos coherentes con una visión de país, de sociedad, de persona. No es un “deber ser”, es la decisión conjunta, de todos nosotros, en la que definimos para qué estamos trabajando juntos, cuál es el estado futuro deseado y como vamos a llegar a materializarlo.
El descaro de Zaldívar al pedirnos una definición “si están o no están con el gobierno, no se puede andar con ambigüedades”, fue de una soberbia y contumacia siderales, y muestra que no entiende que hay un proyecto mayor que un gobierno, una coalición, un escaño o un puesto de trabajo en el Estado. Nos dice eso desde su arrogancia, pero también desde el sentido común actual donde todos somos respecto de otros.
No dejemos que pase mucho tiempo para hacernos cargo de nuestra identidad como partido. Para que nunca una acción nuestra pueda afectar la identidad que queremos construir desde la primera piedra, que es la de un equipo de personas confiables.
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jrpaves
Bueno en realidad la concerta no pudo levantar un candidato competitivo. Como decimos, no les debemos nada de nada.
jrpaves
Ahhh. y bueno, Zaldivar ha traicionado a todos los que confiaron en las promesas que hizo suyas para después hacerlas pedazos. Zaldivar es de lo peorcito que tenemos. Ojalá jubile luego y viva tranquilo el resto de su vida.
Fernando
Es interesante como RD se ha desplegado en el universo politico, pero aun tengo cierto escepticismo respecto a los guiños que a tenido con la Nueva Mayoria. El primero es que Giorgio Jackson fue blindando por esta coalicion en su candidatura por Santiago centro, si hubiese sido coherente con su demarcación no la habria aceptado, eso creo. Y segundo, la participacion de altos dirigentes de RD como asesores del ministerio de educacion, Miguel Crispi, por decir un nombre. Creo que estan señales hacen justificables las expresiones de Zaldivar. Saludos