Este parece ser un momento significativo en la convivencia chilena, incluso se habla de momento histórico único, puesto que podría ser la primera vez que la gente participa directamente en hacer su propia Constitución. En este momento se cree que habrá probablemente una Convención Mixta, es decir que el grupo encargado será la mitad diputados y la otra mitad representantes de la población elegidos por votación.
Los diputados también son representantes de la población, pero no se confía en ellos porque no pudieron impedir la crisis y son relacionados con los intereses de poder que provocaron el colapso social. Además del hecho romántico, iluso, mítico o ético etc., de que la soberanía popular reside en el pueblo, y lo más concreto para poder ejercerla nada es más directo que la gente misma vote. Que la soberanía se exprese a sí misma. Para eso tenemos que creer que las autoridades elegidas por el pueblo no son iguales que el pueblo mismo. Lo que es bastante discutible.
Pero aceptando en alguna medida la tesis de que este es un momento histórico, con una gran oportunidad de hacer nuestra propia Constitución, y que como depositarios de la soberanía popular sabemos que camino correcto tomar, y que la comunidad es mejor que los políticos que la representan, igualmente tenemos un problema muy serio que invalidaría la esencia misma de esta maravillosa oportunidad o momento histórico.
El problema estaría en elegir a los representantes de la población, que van a hacer la Nueva Constitución, por votación, tal como se ha sugerido hasta el momento a través de elegir representantes por distrito electorales; y para peor incluyéndola dentro de otra elección de autoridades políticas.
Si fuera así, lamentablemente tendríamos para hacer la “Nueva Constitución” a un grupo compuesto en una mitad por políticos y la otra mitad elegidos por votación. Pero estos elegidos por votación surgen porque no se quiere dejar a los políticos solos en esta tarea constituyente. Al contrario, se quiere acotar su poder, y eso se pretende lograr con representantes de la población que eviten los vicios políticos que en este momento se repudian. Se quiere claramente prevenir que la Nueva Constitución nazca manchada con los vicios políticos y sectoriales, por eso se convocan representantes que se suponen son garantías de transparencia y autenticidad.
Eso es lo principal. Por lo tanto, es absurdo, ingenuo y manipulador elegir esos representantes de la población en una elección por votación. Es obvio que esa elección va a ser manejada por los partidos, movimientos y estructuras políticas. Que es lo mismo que decir que se jugará con cartas marcadas. Nadie puede creer lucidamente que al elegir esos representantes la gente votante los va a poder conocer sin un respaldo estructurado detrás que se lo darán los partidos políticos o sus estructuras para mejorar la posición de sus intereses. A no ser que los candidatos a ser elegidos representantes de la población a la Convención Constituyente sean otras personas conocidas por si mismas desde otras áreas de actividad, como personajes de los medios, deportistas, dirigentes políticos, académicos, o lo que fuera.
Confiemos en la gente común y elijamos a los representantes populares por muestra estadística: sin clases, sin género, sin religiones, sin plurinacionalidad
Creo, que para que se cumpla el objetivo principal, el de que la soberanía popular sea una alternativa real a la política oficial que ya estará representada porque la mitad de los Constituyentes serán diputados, en vez de hacer una elección por “votación” de los representantes de la población debemos elegir los representantes de la población por “muestra estadística”, técnicamente impecable.
Usando los mismos distritos. Y si el que sale elegido no acepta, bueno para eso se eligen muestras con más de un candidato por distrito para que si alguien rechaza corra la lista. Sabemos que las estadísticas son metodologías por las cuales conocemos e intervenimos varias características y dimensiones trascendentes de la vida social en áreas importantes y confiamos en su seriedad. Recordemos también como en algunos sistemas jurídicos los jurados son elegidos entre los ciudadanos comunes y corrientes quienes tienen que determinar la culpabilidad o la inocencia del acusado. Hay fiscales, defensores y jueces que alimentan al jurado que es gente común y confían en su veredicto, que es lo definitivo. Aquí también podemos confiar en el ciudadano común, hombre o mujer, que asesorado debidamente, alimentado ecuánimemente dará su veredicto sobre los principios fundamentales de una Constitución. El ciudadano desnudo, libre de la coacción y las ambiciones de grupos organizados de cualquier especie.
Si no lo hacemos así lo que ocurrirá es que las estructuras políticas y los intereses legítimos o no que los sustentan aumentaran su representación a más de la mitad que se les ha asignado en la Convención Constituyente, promoverán sus propios candidatos, disfrazando la maniobra de verdadera democracia y de hito histórico, o aparecerán y serán elegidos personas con popularidad en otros ámbitos no pertinentes.
Es bastante grande el desafío que tenemos al hacer una Nueva Constitución participativa, nos exponemos a conflictos impredecibles, tensiones, violencias, desacuerdos, luchas de poder que nos demandarán mucha energía, riesgos, distracciones, por largo tiempo. Confiemos en la gente común y elijamos a los representantes populares por muestra estadística: sin clases, sin género, sin religiones, sin plurinacionalidad, en un concepto unitario nacional donde hay que pensar en todos salga el que salga elegido. Es corto, limpio, auténtico, moderno, de buena fe, y mostremos que despertamos: ¡pero de verdad! No nos engañemos: si ya nos dimos cuenta de que esto de la votación pueda ser más de lo mismo.
Así podremos dedicarnos mejor a los cambios sociales para solucionar los sufrimientos, las angustias y desesperación, las rabias, la violencia y la soledad de los chilenos que se echaron de verdad a las calles porque no les quedó otra. No nos entretengamos con las necesidades de la gente.
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