A un año del terremoto, la atención de los medios de comunicación se vuelca paulatinamente a recordar el episodio y recabar testimonios actuales en las zonas afectadas. Este solo hecho pone en un lugar central de la agenda política el tema de la reconstrucción y, con ello, el balance del primer año de gobierno. Apenas La Moneda desplegaba su estrategia comunicacional -con llamados a la unidad nacional; el anuncio del reforzamiento de la ONEMI y cambios en los protocolos de emergencias; visitas de autoridades a lugares emblemáticos; y un acto solemne en el que se pretendía la asistencia de todas las fuerzas políticas-, surge la polémica de las fotos del Ministerio de Obras Públicas que la entidad pretendió asociar con la reconstrucción pero que resultan ser anteriores al terremoto.
¿Quiso el gobierno engañar con esta exhibición burda de imágenes previas al evento de la naturaleza? La Ministra von Baer adjudicó el hecho a un error y el Ministro de la cartera expresó su consternación pidiendo disculpas públicas. Pese a ello, el gobierno debe ser consciente que es difícil juzgar intenciones y que lo que cuentan son los actos, es decir, la difusión de las fotos de la discordia.
Lo primero que surge es que no se obtuvieran fotos reales de la reconstrucción pese a que el Ministerio cuenta con diversos Secretarios Regionales Ministeriales que debieran preocuparse de este tipo de cosas. Cabe preguntar cuál es la aproximación del MOP con las regiones afectadas y qué mecanismos se emplean para tomar las decisiones. El episodio da para pensar en un excesivo centralismo y, por lo mismo, una escasa participación regional.
En segundo término, la gran desprolijidad de publicar fotos que ni siquiera pertenecen a la base de datos del MOP. La repartición pública muestra un nulo respeto por la propiedad intelectual, en circunstancias que existen abundantes instrucciones al respecto desde los gobiernos de la Concertación. Este solo aspecto del problema es grave y debiera obligar a revisar lo que ocurre en el Estado y si es una práctica más o menos generalizada.
Un tercer aspecto es que existe la denuncia que las fotos no solo se usaron en la página web del MOP, sino que también habrían sido exhibidas en un acto en La Moneda. Según Radio ADN, las fotos falsas fueron mostradas en el balance del gobierno del 7 de febrero último en un informe elaborado por la Secretaria General de la Presidencia y que fue entregado a diversos medios de comunicación. En ese caso, ¿es el Ministerio de Obras Públicas el único responsable? Para La Moneda debiera ser preocupante la falta de rigurosidad en la información que maneja el Ejecutivo. Si eso ocurre con unas fotos, habría que pensar cuál es la calidad de datos más sustantivos.
Un cuarto elemento es la creciente necesidad del gobierno de apropiarse del tema de la reconstrucción, en el entendido que su discurso en contra de la Concertación y concretamente contra Bachelet, se basa en un áspero balance del manejo de la emergencia. Este discurso crítico fue ampliamente presentado en el reciente acto de la ONEMI, donde se comparó las medidas adoptadas con la fragilidad que demostró el sistema durante la crisis. Sin embargo, las autoridades se desentienden que el propio Piñera al inicio de su mandato ratificó a la directora de la ONEMI, Carmen Fernández, y se limitó a aceptar la destitución del entonces director del SHOA. Al margen de ello, la ansiedad y la necesidad política del gobierno ponen un punto mayor de interrogación respecto del “error” de las fotos.
La reconstrucción se presentó como un paradigma que probaría la eficiencia de las nuevas autoridades y un nuevo estilo de gobernar. El gobierno se haría omnipresente con las parcas rojas desfilando por los sitios arrasados. Las decisiones correrían en forma fluida y el daño sería reparado con esmero y eficacia. La realidad pareciera apuntar a que la reconstrucción ha ido mucho más lenta que lo esperado y que la magnitud de los problemas superan las expectativas oficiales. Desde el propio oficialismo han surgido voces críticas, como el alcalde De la Maza que indica que el avance en la reconstrucción se ubica en un magro 25 por ciento.
El gobierno pide unidad nacional para avanzar en la recuperación de las zonas afectadas, pero su política ha sido excluyente y poco participativa. Esto último no sólo en lo referente al escaso diálogo político, sino también por la poca o nula disposición a atender las demandas locales. Una imagen frecuente es el reclamo de los alcaldes que no pueden conversar con el mandatario o vecinos que demandan la entrega de una carta que finalmente no es recepcionada. A un año de la catástrofe la fuerza y el empeño de las comunidades parecieran haber marcado la diferencia, pero hay decepción respecto de lo obrado por el gobierno. El episodio de las fotos se une a una larga lista de situaciones enojosas… si fue un error a estas alturas no es lo principal, porque hasta los “errores” pueden ser inexcusables.
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Foto: www.fotopresidencia.cl
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