Pareciera ser que cualquier analista político sea académico, político de profesión o de consultoría, habría aconsejado no realizar el acto de la querella que interpuso la Presidenta Bachelet contra el medio Qué Pasa. Quien suscribe esta opinión, quizás también habría recomendado lo mismo. Pero conforme se van desgranando los comentarios y análisis, se instalan unas más qué interesantes circunstancias problematizadoras.
A la Presidenta Bachelet, ¿le importan los resultados de las encuestas respecto de su persona en cuanto gobernante y de su gobierno en general? Es evidente que sí importan, ya que en la medida que los resultados son adecuados, su fortaleza y grados de gobernabilidad son mayores. Si son bajos, todo se complica. Sin perjuicio de ello, en lo sustancial, independiente de los magros indicadores ‘encuesteriles’ con escándalos estridentes ‘mediante’ (CAVAL, prioritariamente), ha gestionado los más emblemáticos tópicos de su Programa de Gobierno, cuestión que, independiente de los resultados en las encuestas, sí ha logrado intensionar lo que prometió. Ello, colocado, por supuesto en el marco del sistema político, que implica negociación y ajustes a las primeras intensiones.Nos encontramos ante una opinión pública comprometida/capturada por los grandes grupos económicos, dueños de la libertad de expresión de Chile
Si lo anterior es plausible, ¿le importan los efectos adversos que pueda tener su acción de querella contra un medio periodístico? Y la respuesta es sí. El efecto adverso de la querella, es que NO se hubiese dado el debate vigente, porque en definitiva, si bien la acción la ha colocado en el centro de la polémica como una Presidenta de la República que no puede manejar sus sentimientos personales v/s un deber republicano como lo es atentar contra la libertad de expresión/prensa y una serie de argumentos que contribuyen a disminuir la democracia. Al final, lo que permitió la acción de querella es evidenciar la ¿realidad oculta? del sistema político, es decir, el poder real de los medios de prensa digitados y concentrados por las fortunas más grandes de nuestro país, sea con asiento nacional o internacional.
En esta línea, se ha escuchado que la acción de la Presidenta se entiende porque la Revista Qué Pasa destapó el caso CAVAL y ante el ‘renuncio político ideológico ¿confeso?’ del mismo medio, la Presidenta se desquitó (a propósito del impreso de la revista que sólo la compromete a ella y no a personeros de derecha). Hay que reconocer que la ilación del argumento es lineal, simple y asertivo, porque además se ‘arropa’ con todas las ‘credenciales democráticas’ que existen en nuestra democracia, las que se suponen, se conectan con las que tienen los países con los más altos estándares en estas materias. Por lo tanto, la acción la acercaría a los jefes de Estado y Gobierno de otros países, por su puesto en tono peyorativo (Venezuela, Argentina y otros).
A caso, siguiendo a Max Weber, no ha primado la ética de la convicción por sobre la de la responsabilidad, no importándole a la Presidenta Bachelet el efecto evidente que tantas y tantos han esgrimido, sino que el propio de una convicción que provoca, por cierto un efecto positivo mínimo para ella (por el momento), dado que nos encontramos ante una opinión pública comprometida/capturada por los grandes grupos económicos, dueños de la libertad de expresión de Chile
Desde esta dimensión, efectivamente somos testigos de un querellagate promovido por una ética de la convicción que se presenta SOLA, pero profundamente interpeladora de una realidad asimétrica cuando de poder real se refiere. ¿La Presidenta de la República tiene poder real? Sí, mientras lo es (relativizado ante los hechos), pero después ya no más, mientras que los dueños de medios seguirán siendo poderosos.
Comentarios
07 de junio
Lo que permite esta querella es mostrar que poca etica y que mal trabajo hacen los periodistas en Chile. Porque lo que no se entiende del problema es que daria soberanamente lo mismo si hubieran 8000 medios de prensa chilenos, de 8000 personas distintas. Si trabajan con esa clase de periodistas que no se toman la molestia ni siquiera de verificar lo que estan diciendo, sera la misma porqueria que tenemos ahora.
¿Una prueba? Tengo millones, pero solo una basta:
http://e01-elmundo.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2016/04/07/14600624444589.jpg
La foto del desabastecimiento de los supermercados en Venezuela. ¿Cuanto tardaron los periodistas de medios como El Mundo de España, Emol de Chile, CNN de Estados Unidos y un largo etc, en darse cuenta que no era un supermercado de Venezuela, sino uno de Nueva York? La foto es de 2011, se hizo popular desde 2012 asociandola a Venezuela. ¿Y cuando se descubrio que no era? En abril de 2016. O sea, 4 AÑOS!!! http://www.elmundo.es/f5/2016/04/07/5706b22846163f895e8b4573.html
Mientras todos se centran en Bachelet, y que malvada es querellandose y libertad de expresion, estan egresando de la carrera de periodismo gente que no es capaz ni siquiera de verificar la autenticidad de una miserable foto.
Siga creyendo que el problema es Caval, pero no lo es.
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