Ya habiendo presentado mi vaticinio respecto a la política económica de Piñera, podemos pasar a lo que a mi juicio será la gran piedra en el zapato de su eventual gobierno: los movimientos sociales. El problema de Piñera en este flanco, como se evidenció en su anterior gobierno, es que la posición política de Piñera es absolutamente irreconciliable con los movimientos sociales que llevan la batuta y que han demostrado ser capaces de tomarse la agenda pública durante los últimos 10 años, como lo han sido No+AFP, los estudiantes secundarios, los estudiantes universitarios, los movimientos regionalistas, los funcionarios públicos, las organizaciones indígenas. Esto independiente de si sus demandas sean o no representativas de lo que piensa el chileno medio o puedan ser duramente criticadas por los medios de comunicación dominantes. No es un misterio para nadie que el anterior gobierno de Piñera tuvo una agitación social que superó al ya muy agitado primer gobierno de Bachelet y al actual, cuyo primer año también tuvo momentos bastante movidos. Y esa dinámica es probable se repita con igual, o incluso, mayor fuerza.
El programa de Piñera, prometiendo deshacer lo que desde los movimientos sociales son considerados los pocos avances realizados en este gobierno, dará nueva vida al hoy algo agotado movimiento estudiantil, que no sólo podrá manifestarse para radicalizar las reformas actuales y los pendientes (condonación de deudas, fina al CAE, nueva educación pública), sino que intentará defender el fin al lucro, la expansión de la gratuidad, el fin a la selección, el fin del copago. Y en esto contarán con el apoyo no sólo del Frente Amplio, con fuertes redes el este y otros movimientos, sino que también de los discursos digitados desde la Nueva Mayoría, en posición de oposición. La situación de No+AFP es similar. El movimiento, cercano a Frente Amplio y que ha demostrado tener mucha llegada con la ciudadanía y buena capacidad movilizadora (elementos que ha perdido últimamente el movimiento estudiantil), no sólo se ha declarado descontento con la actual propuesta de la Nueva Mayoría, sino que es probable que la posibilidad de la eliminación del posible gestor público que el actual gobierno propone, con su limitada política de solidaridad, también dará nuevos aires al movimiento. Y la situación puede repetirse con otros movimientos sociales.
La performance de Piñera ante estas problemáticas está intrínsecamente limitada, porque la visión ideológico-política que posee es incapaz de responder a esas demandas en códigos que sean aceptables para los movimientos. Piñera tiene propuestas para las pensiones y para la educación, pero sus propuestas son consideradas refuerzos del sistema imperante por estos movimientos y por tanto, ni siquiera medidas insuficientes, sino retrocesos (Opinión que en muchos casos es compartida por quien les habla). La dinámica del Gran Acuerdo Nacional para la Educación de 2011 se repetirá en los distintos ámbitos, es decir, un discurso político que ofrece desde el sistema algunas soluciones, que serán rechazadas por el movimiento social, que terminará bajando la agitación solamente por su propio agotamiento. Las demandas quedarán latentes un tiempo, y luego resurgirán de nuevo. Y con el agravante, que el sistema político formal tampoco permitirá dar la ilusión de consenso como ocurrió en 2006 con el acuerdo que dio origen a la LGE ya que el Frente Amplio no se sumaría al un acuerdo de esas características, cosa que vale también para parte de la Nueva Mayoría.
Finalmente, un último ingrediente a considerar es que la figura de Piñera continuará bajo constante ataque no sólo por la oposición que tendrá oficializada y en la calle, sino porque el escrutinio a su pasado empresarial, a sus negocios, a sus colaboradores, al lobby, será constante, como lo ha sido durante esta campaña de primarias. Si bien el sistema político hoy se encuentra algo más blindado ante nuevos casos de corrupción, y es de esperarse que la derecha pueda armar sus cuadros administrativos con mayor celeridad y prolijidad que la vez anterior, el tejado de vidrio de Piñera será aprovechado por su oposición interna y externa con fuerza. Ossandón es una señal de lo que se nos viene.
"Mi vaticinio es que no tendrá demasiado control de la agenda pública, que estará en manos de la oposición y los movimientos sociales, su figura estará bajo constante ataque desde el flanco de la probidad"
Piñera debe moverse con pies de plomo. Mi vaticinio es que no tendrá demasiado control de la agenda pública, que estará en manos de la oposición y los movimientos sociales, su figura estará bajo constante ataque desde el flanco de la probidad (independiente si las acusaciones tienen o no peso) y al menor problema con sus ideas fuerza de crecimiento, empleo, seguridad y eficiencia de gestión pública, su imagen se vendrá al suelo. Me temo, para los seguridores de la derecha, que un eventual gobierno de Piñera, a lo más, podrá ser recordado como un séptimo gobierno de la concertación.
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Giuliano De Conti
Nunca he dicho que los movimientos sociales sean representativos de las mayorías o del pueblo. Son grupos que al ser organizados, pueden poner temas en la palestra y defender sus intereses, que son tan legítimos como los de otras organizaciones con otras agendas.
El punto es grave para Piñera por varias razones :
-el promete orden y progreso..¿Qué imagen de orden y progreso puedes vender si las marchas, paros, huelgas de hambre y tomas son diarias? Y es especialmente doloroso para su sector
-los movimientos sociales se toman la agenda e invisibilizan la acción política del gobierno
-los actos de movilizacion tienen altos costos para el país.. En particular si se involucran tranajadores de sectores estratégicos
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JLuisSilva
No se si sea un tema tan grande lo que usted cataloga de “movimientos sociales”, en realidad son simples grupos de presión que no representan ni a la mayoría ni a los que mas atención del estado requieren y en el caso de Piñera tampoco hay ni uno de sus votantes. ¿Por qué serian un problema? Ellos se potenciaron en un gobierno que salió elegido por “escuchar la calle” y que termina con menos del 20% de respaldo ciudadano, pero al ver que Piñera no es otro títere de ellos como lo es Bachelet no veo porque estarían tan motivados a seguir con el alboroto sabiendo que no consiguen nada. Y si siguen con lo mismo ¿Qué tanto? Piñera no adquirió compromiso con ellos como Bachelet que sí se debe a ellos, Piñera está mucho mas libre de ellos, no depende de los votos de ninguno de ellos. ¿Por qué serian un problema? Al revés, seria el gobierno menos aproblemado por estos grupos de presión, escucharlos le restaria votos no le sumaria. ¿porque serian un problema?