El mismo día y a la misma hora en que los presidentes de los partidos políticos de la Concertación almorzaban con el primer mandatario, en un distendido foro se encontraban los diputados Marcelo Diaz y Antonieta Saa; Sara Larraín, directora de Chile Sustentable, y el vicepresidente del centro Democracia y Comunidad, Ernesto Moreno, para presentar el segundo número del Barómetro de Política y Equidad.
La coincidencia da especial importancia a la pregunta que cruza el debate: ¿qué oposición queremos? Seguramente, una distinta a la que salió avergonzada y dando explicaciones de la cita en La Moneda.
A juzgar por las reacciones de Andrade, Walker, y la desafortunada intervención de la vocera del gobierno, el diálogo fue de sordos. No debería sorprendernos, mientras La Moneda necesita destrabar los proyectos “sociales” actualmente en el Congreso para concretar algunos de sus compromisos y tener resultados que mostrar, la Concertación intenta acercarse a la ciudadanía poniendo énfasis en agenda las reformas políticas que aumenten – ¡por fin! – su participación en la toma de decisiones.
Incluso antes de conocer las reacciones de los invitados a Palacio, los participantes del foro apuntan certeramente al corazón del problema: “un gran acuerdo país” requiere la concurrencia de representantes legitimados por los sectores descontentos o en abierto conflicto. Bien lo dice Moreno: el intento por re-editar la democracia de los acuerdos como metodología sistemática para hacer política en un momento en que los partidos tradicionales y sus líderes carecen de legitimidad (las encuestas lo dicen, las manifestaciones sociales lo refrendan) no puede sino profundizar el descontento ciudadano.
Los acuerdos cupulares, permeados por el pragmatismo político de los últimos años, ya no son suficientes para mantener contentas a mayorías cada vez más diversas e informadas, con capacidad de articularse y reaccionar a una velocidad que tensiona las fórmulas convencionales de hacer política.
Y Larraín profundiza: es la emergencia de los temas ausentes, el medio ambiente, los derechos de los pueblos indígenas, la democracia con participación más allá del voto en un sistema diseñado para limitar la representación de la diversidad. Los mismos que tantas veces fueron transados en el pragmatismo de líderes que negociaron sobre pisos compartidos que resultaron ser techos, mínimos comunes que terminaron por desencantar a un electorado tantos años fiel al arcoiris.
En este marco, no sorprende a la Diputada Saa la emergencia de una oposición variopinta, que congrega actores e intereses de diverso tipo: partidos, movimientos, colectivos ciudadanos, individuos descontentos que se suman a otros que se manifiestan en la calle y las redes sociales, líderes de opinión que lo hacen a través de los medios de comunicación.
Se repiten en el debate los temas equidad, sustentabilidad y profundización democrática, en un marco que cautele la transparencia y promueva la rendición de cuentas. Amplio acuerdo entre los convocados.
Nada nuevo, dirán algunos. Pero las reformas implicadas son de carácter estructural, de largo plazo, y esto terminó por desplazarlas de una agenda política regida por el pragmatismo y los cálculos electorales, forzando concesiones entre sectores políticos muchas veces en tensión.
Ajustemos entonces la pregunta que dio origen al debate: ¿es posible la oposición que queremos? El diputado Díaz cree que sí: “tenemos que ser capaces de fundar una nueva fuerza que permita reconstruir no solamente un actor político y social progresista, sino un nuevo pacto de gobernabilidad, un nuevo pacto de desarrollo que dé cuenta de un país y ciudadanos que por fin están pidiendo a su clase política que deje de comportarse como una oligarquía, y haga de este país un país democrático”.
Nada que agregar. Los que creyeron que la respuesta la encontrarían en un bien servido almuerzo en La Moneda debieron anticipar su error. La respuesta parece estar construyéndose en la calle, en los movimientos sociales y es responsabilidad del sistema político escucharla, procesarla y traducirla en un proyecto país que devuelva a todos la confianza en la democracia y la credibilidad a la política.
* Pamela Díaz-Romero es Directora de Fundación Equitas y del Barómetro de Política y Equidad —————
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