Las primarias marcaran un antes y un después en la forma en cómo partidos y ciudadanos se interrelacionan. Una primaria sin participación ciudadana es equivalente a un parlamentario electo siendo tercera mayoría. Si la clase política no es capaz de convocar a una elección voluntaria solo deja entrever que no hay capacidad de representar las demandas de aquellos que se pretende representar
En un mes convulsionado por primarias, precarias e imperfectas, pero primarias, es necesario hacer la pausa para reflexionar respecto a la sociedad que queremos para los ciudadanos del mañana.
Hablar de participación y democracia en torno a cuotas de poder es desconocer una historia donde ambiciones de unos terminaron por truncar sueños de otros. Hablar de elecciones, que gracias al binominal terminan siendo imposiciones a medias, seguirá siendo hablar de una democracia imperfecta que pide corregirse por el uso de la razón más que por la fuerza. Nuestra democracia se somete a prueba en forma constante. La información en la actualidad no la manejan unos pocos, y las redes sociales permiten conocer una verdad que a veces sorprende de manera inesperada. Los extremos políticos parecen ser cada día más extremos mientras que en el centro quedan demandas ciudadanas que solo encontraran su justa respuesta en la medida de que esos extremos tengan la capacidad de ponerse de acuerdo.
De esta forma parece no estar de más el precisar que hay más allá de los partidos. La respuesta puede ser de una dramática obviedad, pero necesaria de recalcar. La vida política partidaria en un sistema como el nuestro puede ser determinante, pero más determinante aun, es el conocer que más allá de de los partidos existe un sin número de demandas ciudadanas capaces de hacer trastabillar a cualquier gobierno que no logre la sintonía necesaria entre los que se propone a la ciudadanía y lo que la ciudadanía necesita. En términos simples, ¿qué tipo de democracia tenemos si lo que se busca por la vía electoral es validar cuotas de poder y no el validar las demandas de una inmensa mayoría?
En un mes donde las primarias hacen un discreto debut, la clase política arriesga en general su capacidad de convencer y reinventarse. Las primarias marcaran un antes y un después en la forma en cómo partidos y ciudadanos se interrelacionan. Una primaria sin participación ciudadana es equivalente a un parlamentario electo siendo tercera mayoría. Si la clase política no es capaz de convocar a una elección voluntaria solo deja entrever que no hay capacidad de representar las demandas de aquellos que se pretende representar. En términos simples, si los partidos no logran convencer y movilizar evidencian su incapacidad de ver que hay más allá de los partidos. Nuestra democracia necesita movilización social y nuestro país necesita de partidos en sintonía con cada uno de eso movimientos.
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