Las últimas semanas la criminalidad se ha tomado la agenda pública. Tanto los homicidios de funcionarios de Carabineros como las actuaciones de autoridades locales que, con medidas administrativas como la demolición parcial de casas presuntamente asociadas a ilícitos como el narcotráfico, son la fuente del resurgimiento con mucha fuerza de exigencias de endurecer penas modificando los Códigos Penal y Procesal Penal u otros cuerpos legales para que; de esa forma según creen, se generen los estímulos, las persuasiones o disuasiones al interior de la población que comete crímenes o delitos.
La criminología, aquella disciplina que dedica sus esfuerzos en estudiar y tratar los fenómenos relativos a delitos, a la persona que los comete, la víctima o persona ofendida con el delito o crimen, y el control social, ha buscado entregar luces y respuestas con el estudio de sus objetos de estudio. Esta disciplina de las Ciencias Sociales ha permitido conocer, analizar y comprender de mejor manera los comportamientos delictivos humanos desde finales del siglo XIX, fenómenos que se desarrollan en el seno de las comunidades políticas, y amenazan la convivencia pacífica entre las personas desde que nos hemos dado alguna forma de organización política.
Si bien en su origen hay un fuerte carácter positivista (tanto la disciplina como su denominación se deben al antropólogo y médico francés Paul Topinard en 1883), la criminología contemporánea tiene una base profundamente sociológica y empírica, es de carácter multidisciplinaria para el análisis, sistematización, interpretación y valoración de los hechos y datos, tal como ocurre con todas las demás ramas de la Ciencias Sociales. En consecuencia, el aporte de esta disciplina es indudable, los avances que ha entregado a la sociedad para la comprensión del fenómeno criminológico son indiscutibles y, sin embargo, los crímenes, delitos y faltas (categorías en las que nuestro Código Penal -artículo 1- define las conductas contrarias al imperio de la ley) siguen cometiéndose y, en el último tiempo, en nuestro país han cambiado en su naturaleza y violencia.
Frente a esta situación, históricamente, ciertos grupos dentro de las sociedades humanas han levantado discursos a favor de establecer normas penales draconianas para combatir la criminalidad, con el objeto declarado de persuadir a la población toda de no incurrir en actitudes, acciones u omisiones que atenten contra la persona y su integridad física y moral, aunque muy fundamentalmente contra la propiedad, lo cual puede observarse en todos los países del mundo o, al menos, en el hemisferio occidental.
Es decir, la tendencia mundial de determinados sectores sociales es la de impulsar discursos que fomenten o apoyen normas punitivas al límite de lo tolerable para la certeza jurídica de las personas, su libertad individual e integridades físicas y morales, llegando a extremos como el impulso de gobiernos autoritarios o totalitarios, como las dictaduras en todas sus formas (de izquierda o derecha), y en cuyas experiencias las sociedades de dichos países han sufrido delitos y crímenes cometidos por agentes de esos Estados (también conocido como terrorismo de Estado) bajo pretexto de la seguridad del Estado y de la misma sociedad a la que atacan, pero que finalmente es otra forma de crimen, provocando una paradoja intolerable.
No obstante, contra toda esta abrumadora evidencia acerca de los fenómenos relativos a la criminalidad y las políticas públicas para enfrentar sus consecuencias en la sociedad, en nuestro país muchos personeros políticos, de manera transversal, persisten en levantar y defender públicamente discursos que ensalzan y promueven el endurecimiento de penas, las que ya son altas al contrastarlas con el Derecho comparado, como también modificaciones de normas procesales que implican necesariamente el debilitamiento de las estructuras que garantizan la libertad y la integridad física y moral de las personas, las que al mismo tiempo son límites del poder estatal manifestado en el monopolio de la fuerza socialmente organizada entregada a policías y fuerzas de seguridad.
Esta tendencia ha aumentado en intensidad en los últimos años, básicamente gracias a las plataformas de comunicación masiva que entregan programas de televisión, particularmente con las emisiones de los llamados matinales, donde se pueden encontrar como “panelistas” estables a autoridades políticas actuales o de períodos anteriores para comentar y analizar en sus propios estilos la actualidad política del país, entre cuyas materias recurrentemente surgen ideas para el endurecimiento de penas, recetas para legislar en favor de materias relativas a la limitación de la migración, la represión de la delincuencia o criminalidad y otros temas conexos. En estos espacios televisivos se traban sendos debates que ya se los querría ver en el Congreso Nacional entre quienes plantean que el país se cae a pedazos y que se requiere que la autoridad política de gobierno “aplique mano dura” o que envíe un mensaje al legislativo para discutir proyectos de ley que entreguen más atribuciones a las fuerzas de seguridad para reprimir a criminales y delincuentes.
La duda que nace es respecto a qué sucede con las evidencias y argumentos que descansan en la ciencia y no en pulsiones o temores atávicos para lograr réditos políticos
Son esos discursos, que a la luz de ciertos hechos criminales de alto impacto como son los asaltos con fuerza y armas de fuego en recintos cerrados o en la vía pública, o los homicidios cometidos en dichos actos a personas o de policías en actos de servicio, han tomado mucha fuerza en la opinión pública, en gran parte gracias a la cobertura que estos medios de comunicación masiva entregan en esta materia y a lo popular y atractivo que resulta levantar discursos contra la delincuencia por parte de autoridades políticas para aparecer frente al electorado como una figura fuerte y con decisión ante los fenómenos criminológicos. No obstante lo anterior, por ejemplo, el año pasado la Fundación Paz Ciudadana publicó sus indicadores en materia de criminalidad donde se evidencia que a pesar de que el 67,3 % de los hogares encuestados (más de 1.800 casos) manifestó no haber sido víctima de robo; estando por debajo del promedio histórico, la percepción de inseguridad subió significativamente casi 8 puntos entre 2021 y 2022 de 20,4 % a 28 %, siendo la mayor alza desde que se realiza esta medición.
Esto lleva a concluir que los discursos altisonantes y la masiva cobertura mediática de estos fenómenos son motores suficientes para alentar medidas como el proyecto de ley que se aprobó en la Cámara de diputadas y diputados el pasado 29 de marzo (además de fuertemente influido por el asesinato de la suboficial mayor de Carabineros Rita Olivares), que son un potencial debilitamiento de las garantías fundamentales como límites al poder del Estado manifestado a través del monopolio de la fuerza socialmente organizada en las fuerzas de seguridad, y que pueden facilitar la instalación de aspectos autoritarios que allanen el camino para la eliminación de otras barreras o límites al poder del Estado, resultando más en una amenaza a la seguridad de la comunidad política que a su seguridad.
Agréguese a lo anterior que además emergió con fuerza la figura del Alcalde La Florida, quien montando un escenario con la amenaza y ejecución de demoliciones parciales de inmuebles en su comuna, para demostrar su decidido ataque contra quienes son acusados de delitos de narcotráfico en su área administrativa, ha logrado la atención no solo de algunos de sus pares, como el edil de Calama, por ejemplo, sino además con esta medida efectista también logra el punto político logrando instalar, además del posicionamiento de su figura como candidato a la presidencia de la República, la sensación de falta de voluntad política de la actual gobierno, pero que en materia criminológica no genera impacto alguno, no presenta una solución definitiva e incluso arriesga ser amonestado por actuar al filo de sus facultades y que sus actos caigan en la ilegalidad e inconstitucionalidad.
Todo lo anterior ha provocado una ola revisionista de carácter autoritario muy peligroso para la democracia, para las garantías individuales y genera una gran preocupación, pues ignorando principios jurídicos fundamentales, hace que se cuestione tanto la seriedad como la buena fe del denominado “populismo punitivo”, pues la duda que nace es respecto a qué sucede con las evidencias y argumentos que descansan en la ciencia y no en pulsiones o temores atávicos para lograr réditos políticos. Por tal razón urge prestar atención a la evidencia científica y tener cuidado con la explotación de miedos atávicos a través de estas recetas autoritarias y mágicas para lograr puntos políticos o, peor, la instalación de instituciones autoritarias cuyos efectos ya hemos conocido tristemente en nuestro pasado reciente en la historia republicana chilena.
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fernando-rosas-carrasco
Hola don Arturo.
¿Puede ud entregar más información acerca de que los «progresistas» debilitaron el poder de la policía en Chile?
¿Cuál es su evidencia para acusar a sus adversarios de «desatar» al burro?
Ud. debe recordar muy bien, que la sociedad somos todas las personas que nos encontramos dentro de un espacio determinado enfrentando problemas comunes, que de forma individual, no podríamos encarar. En consecuencia, el soltar el burro de su metáfora es problema de todos los miembros de la comunidad política, porque la acción que ud. realice en cualquier ámbito tendrá un efecto sobre mí existencia y en la de los demás.
Dicho lo anterior, si ud. desea buscar culpables y encontrarlos fuera de ud y su círculo, le adelanto que es ud. parte del problema y no de la solución; por una parte. Por otra, debido a que los hechos sociales nos afecta para bien o mal sin distinción, es que es fundamental reconocer lo obrado mal por mano propia, antes de apuntar a los adversarios, para luego acercar posiciones, porque si no se logra asumir que todas las personas estamos embarcados en este espacio y que si no COLABORAMOS
abechtold
Don Fernando..¿es un chiste? Cuando la izquierda, Presidente de por medio, hablablan de refundar Carabineros, denuncias de centros de tortura inventados, etc…¿le parece poco en el afán de desautorizar? En sus palabras «es fundamental reconocer lo obrado mal»…¿tiene usted alguna autocrítica al respecto?
Tenga una buena semana santa
cristian barría
Señor Bechtold, no se que profesión tiene o conocimientos personales o académicos, pero lo que me queda claro, que tiene el típico y patético discurso de gente que opina por lo que ve el la tv. abierta. La policía militar de carabineros se ganó el odio de millones de chilenos por sus espantosos crímenes durante la dictadura, que no se han olvidado, porque aún quedan víctimas que lo exponen, pero están todos sus familiares, herederos en particular, amigos conocidos y un innumerable grupo de abogados, médicos enfermeras, periodistas y otros profesionales que se enteraron de primera fuente de estas barbaries. Pero el problema no terminó ahí, los pacos siguieron cometiendo delitos y abusos después de 1990, sólo para lo que se me viene a la mente, el millón, (1.000.000) de chilenos que fue vejado y abusado con las detenciones por sospecha entre 1990 y 1998, los innumerables crímenes como la «matanza de apoquindo», la protección comprobada a la mayor organización criminal descubierta en Chile. colonia dignidad , los asesinatos en protestas y calabozos, la participación comprobada en innumerables delitos de robo , hurtos, tráfico de drogas, abusos sexuales contra mujeres y niñas y para que hablar de los casos de corrupción que afecta al fisco, como el «pacogate», operación «huracan», innumerables casos de asignaciones de zona falsas, el amañamiento de las denuncias haciéndolas pasar constancias. Todo lo anterior a afectado a millones.Si es un hombre decente pondere lo expuesto.
fernando-rosas-carrasco
porque si no se logra asumir que todas las personas estamos embarcados en este espacio y que si no COLABORAMOS, nos encaminamos a la aniquilación mutua y la destrucción asegurada.
Ya basta de ensalzar medidas autoritarias, ya basta de aprovechamientos políticos baratos, y ya basta de comprender la política y lo político, entendido como aquello que es lo público y común, como un espacio de guerra de suma cero, donde no se tolera la disidencia, la diversidad ideológica ni se respeta la diferencia bajo ninguna manifestación, simplemente porque el orden a costa de las libertades. Eso no es tolerable, porque nos lleva a discusiones cuyos resultados son legislaciones de muy baja calidad, sin sustento argumental y menos ideológico, sino perseguido para únicamente provocar daño a la autoridad de turno y sin sentido de la responsabilidad, de la tolerancia y la sensatez.
Que tenga un feliz fin de semana, don Arturo.
fernando-rosas-carrasco
Don Arturo, no es ninguna broma. Y le enumero el porqué.
1.- Lo que sí sorprende es esa inmensa necesidad de expiar culpas propias en causas ajenas. No ayuda en lo más mínimo a acercar posiciones para un diálogo debatido.
2.- Estar en contra de los proyectos (y muy malos proyectos) enviados bajo el contexto y la premura del estallido y posterior revuelta en el gobierno anterior, no es ni la causa (mediata o inmediata) de la crisis de seguridad que vivimos en Chile.
3.- Sin duda uno puede hacer autocríticas, pero para exigirlas, deben siempre primero venir de quien las exige, particularmente si se encuentra en posición de colaboración (aunque se le llame ud. oposición).
4.- No olvide ud. que los primeros en «desautorizar» a Carabineros han sido los altos mandos, clases y tropa involucrados en robos, desfalcos y/o montajes para encubrir ilícitos.
5.- Exigir respetos a los límites al poder investido en la policía en virtud del principio del monopolio del uso de la fuerza no es desautorizar a Carabineros, sino resguardar a la propia institución. Y si se habló en algún momento de refundación, no olvide los motivos muy fundados para ello: Cero accountability, el pacogate y las violaciones a los DDHH, todos hechos acreditados.
En consecuencia, más allá del fundamento retórico, ¿tiene otra evidencia?
Saludos.
F.
Mario
Don Fernando, el diablo lo dejó discutiendo con el burro.
abechtold
Don Fernando, el problema es que esto partió con una retórica. No es baladí.
De hecho ha sido un argumento muy fuerte de parte de la izquierda…que las palabras crean realidad. Al dibujar a los Carabineros como ACAB, Yuta, etc en forma reiterada, y muy presentada por la dirigencia de izquierda a través de sus canales de vociferación, han construido una falta de respeto hacia Carabineros que ha provocado que los criminales NO teman a la fuerza pública.
Dicho eso, la discusión ahora entonces está en como recomponer el respeto y fuerza de Carabineros. ¿Como? Lamentablemente todo indica que será a través de un endurecimiento del actuar de ellos, y respaldado por las mismas fuerzas políticas que los denostaron.
Porque todos los críticos del actuar de Carabineros son personas que están detras de medios, redes sociales, etc, PERO NUNCA se han enfrentado a la criminalidad. El otra cosa es con guitarra les ha caido a todos quienes son «gatillo fácil» con las palabras, sin hacerse cargo de que esas palabras provocan daños inconmensurables.
fernando-rosas-carrasco
Don Arturo, ¿usted ha sido detenido en alguna ocasión por manifestarse?
¿Ud. ha visto el trato vejatorio con el que agentes del Estado someten a quienes, según su criterio, han roto el orden público?
Si es por los sobrenombres o formas despectivas, deben revisarse y/u observarse mejor los protocolos de procedimientos en Carabineros. No es algo unidireccional.
No es culpa de la izquierda, ni de manifestantes. El rol del cuidado de la imagen de autoridad de la policía es, en su mayor parte, responsabilidad de los miembros de dicha institución. Si funcionarios no cuidan su imagen, tratan de mala manera a todas las personas, difícilmente habrá pie para un trato digno entre las partes.
Y finalmente, para recomponer imagen la institución debe ser profesional, jerárquica y no deliberante. Así de simple. Porque es una institución a la que se le entrega el poder de someter físicamente a ciudadanos y ciudadanas. Es el poder del Estado, del Leviatán, para mantener el precario equilibrio del Estado de derecho. Acá no es si los izquierda los insultaron y ahora piden el apoyo. No, don Arturo. La sociedad la hacemos todos, y para que las instituciones funcionen y sean respetadas el orden, el respeto, la eficiencia y la eficacia deben venir de dentro, no de un solo lado del espectro político.
Por eso quienes sostenemos a la democracia y las libertades como axiomas no podemos compartir su punto de vista, bastante interesado o sesgado, por lo demás.
Saludos.
F.-
abechtold
Don Fernando, claramente no me han detenido por protestar porque aunque hayan muchas cosas en la sociedad que no me gusten, no es protestando como me expreso.
Pero si he estado en medio de protestas, como el Plaza Italia a fines de 2019, y vi como a Carabineros que desviaban el transito en Vicuña Mackenna, venían personas con banderas diversas (claramente no chilenas) a golpearlas con ellas. Eso, hace años, era inconcebible. Entonces, claramente, hubo una insurrección contra el poder del Estado que se presenta en Carabineros. Lo que es curioso es que es de, precisamente, gente que quiere mas poder del Estado.
Pero, por otro lado ¿ha tenido usted un episodio en que llegue un grupo a su lugar de trabajo, con armas, haga tirarse a todos al suelo y les grite a todos que los van a matar? ¿le han puesto una pistola en la cabeza? El día que usted viva eso, entenderá porque las personas de trabajo prefieren una primacía incontrarrestable de la fuerza publica por sobre «manifestaciones espontaneas». Porque esas manifestaciones se mezclan con demasiada frecuencia con lumpen y violencia.
Ahora bien, nadie en su sano juicio esta por dar «chipe libre» a alguien con poder sobre otro. El poder debe estar enmarcado, controlado y BIEN usado. Para ello, y para todo en realidad, se necesita mas y mejor educación. Cuando una persona poco educada toma un arma, es un peligro; cuando lo hace alguien con un fondo cultural mas alto, el riesgo disminuye mucho.
El Estado debe servir, no ser servido.
abechtold
Existe un cuento sobre que el diablo liberó un burro, que entró a una casa y botó algo, el dueño salió y disparó, matando a un vecino, luego viene una venganza, y para que continuar, queda una embarrada grande. El diablo se limitó a decir «yo solo solté a un burro»….
Eso mismo pasó aca: las fuerzas «progresistas» abogaron por quitar poder a Carabineros, sublevaron a los criminales para apoyar sus causas políticas, y apoyaron no generar restricciones a la inmigración ilegal. Todo «inocentemente», pero provocó toda la batahola que hace avanzar seguramente una ola de autoritarismo sobre delincuencia y seguramente sobre alguno que otro personaje que no tenía nada que ver. Y ahi chillarán todos los progresistas que en su minuto liberaron al burro; pero es cada vez mas clara la evidencia de que , el que siembra vientos, cosecha tempestades.