Es en 2003 cuando se puede encontrar la primera reivindicación política explícita del sumak kawsay/buen vivir en el movimiento indigenista ecuatoriano, a modo de resistencia de los pueblos indígenas frente al paradigma occidental del desarrollo económico. Esto ocurre desde el pueblo kichwa amazónico del Sarayaku, oponiéndose a la exploración del territorio como parte del avance de la explotación petrolera. El documento se conoce en español como El libro de la vida de Sarayaku para defensa de nuestro futuro, y reivindica el sumak kawsay como lo que llamaríamos una “filosofía de vida” que ha sido transmitida en la práctica cotidiana y mediante la oralidad del pueblo.
La ampliación amazónica de la frontera petrolera, se dice allí, significa un destino de muerte para las comunidades del territorio: la destrucción de las selvas y la desmembración de las comunidades. Se reafirman luego los pilares tradicionales de la propuesta indígena como el derecho a la consulta previa, al autogobierno, el apoyo a una economía sostenible en la selva, y la formación de un Estado plurinacional. El movimiento indígena presenta un “Plan de vida” que constituye un paso hacia la propuesta de una alternativa a los “Planes de desarrollo” del gobierno central.La sabiduría de los ciclos significa una Tierra en permanente renovación a la cual hay que adaptar unas vidas humanas “en permanente movimiento”.
El libro de la vida de Sarayaku hace referencia a la espiritualidad indígena y al orden cósmico establecido en los planos del Ukupacha (mundo de abajo), en alusión al lugar de origen del petróleo, y del Kaypacha (mundo intermedio) donde moran los seres humanos responsables de mantener una “armonía” con la Pachamama (Naturaleza).
Esta responsabilidad se conecta con los mandatos de las divinidades, las cuales señalan la prudencia en las relaciones con las selvas: “Nunca han aceptado que cazásemos más de lo permitido o que sembrásemos sin respetar las reglas del Ukupacha y el Kaypacha”. El ánimo de las figuras espirituales, sus iras y complacencias, enseñan los “secretos” para mantener la “armonía” de uno consigo mismo y con la Naturaleza, o sea, la experiencia del sumak kawsay. La sabiduría de los ciclos significa una Tierra en permanente renovación a la cual hay que adaptar unas vidas humanas “en permanente movimiento”.
La propuesta de Sarayaku introduce así la noción del sumak kawsay en las organizaciones regionales indígenas como un llamado para reorientar los enfoques políticos y discursivos de la CONAIE -Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador-, y su brazo político el Pachakutik.
En 2004, la propuesta de un buen vivir emerge desde la Universidad Intercultural Amawtay Wasi. En ella se plantea un cambio de paradigma señalado en la formación de un Estado plurinacional y una sociedad y educación intercultural. Esta Universidad, se dice, busca profundizar en una nueva epistemología de la vincularidad basada en los principios indígenas de la relacionalidad y reciprocidad. Se interpreta el rescate del buen vivir comunitario como una contribución para toda la humanidad de los pueblos indígenas latinoamericanos. Quiere demostrar que también aquí hay un pensamiento alternativo al saber hegemónico occidental, para elaborar entonces en las cosmovisiones de la diversidad.
En 2007, saliendo de unos años de silencio en el contexto de las crisis y conflictos internos del movimiento indígena, y en la coyuntura del comienzo de las reuniones de la Asamblea Constituyente, el sumak kawsay reaparece con la “Propuesta de la CONAIE frente a la Asamblea Constituyente”, donde se plantea directamente la creación de un Estado Plurinacional.
Esta organización indígena propone otro modelo económico. Uno de “intercambio equitativo, reciprocidad y distribución solidaria”, para llegar a ser una alternativa efectiva al desarrollo y al capitalismo (neoliberal). Se cuestiona aquí radicalmente la acumulación como meta permanente de la economía de los países:
“La propuesta económica deberá fomentar la convivencia armónica de las personas y los pueblos entre sí y con la naturaleza. La biodiversidad y la naturaleza no son una mercancía más que se compra y se vende y a la que se explota irracionalmente, la naturaleza es la Pachamama, somos parte de la misma, por tanto la relación con los componentes del entorno natural debe ser respetuosa.”
Comentarios