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Primarias presidenciales y realidad parlamentaria

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El domingo recién pasado, más de tres millones de chilenas y chilenos se acercaron voluntariamente a las urnas, para votar en las elecciones primarias que definían a los candidatos presidenciales que llegarán a la papeleta en noviembre. Por el oficialismo fue electo Pablo Longueira, con un estrecho margen sobre el neoconservador Andrés Allamand (“neo” por acercarse más a Longueira en la etapa final de campaña, lo cual hipotecó su opción a mi juicio) y por parte – solo parte – de la oposición Michelle Bachelet.

Lo primero para sincerar posturas es que soy de quienes optaron por sufragar.  Dicho esto, agrego que es muy destacable la participación de más del 23% del padrón electoral, en una primaria inédita, cifra no considerada por ningún análisis previo. Al parecer la gente quiere participar o al menos sobrepasó expectativas lo que ocurrió el día de ayer. No caeré en análisis reduccionistas o lineales – como lo hace Patricio Navia – al mencionar que los chilenos no queremos marchas porque fueron más a votar que quienes se manifiestan en las calles, asumiendo que los que sí marchamos no votamos ayer.

El punto que me interesa exponer es que más allá de lo que ocurrió el domingo pasado, los motivos para que se desarrollaran las elecciones primarias presidenciales, al menos en el bloque opositor, es que había un resultado ya conocido y nunca es malo agregarle un poco de legitimidad a una política nacional que lo pide a gritos. Respecto del bloque oficialista, históricamente poco apegado a procesos democráticos, entendidos como un proceso más complejo que votar cada cierto tiempo, no haré referencia porque no me parece relevante en esta ocasión.

Si en realidad se quisiera realizar un proceso de fortalecimiento de la democracia, como muchos lo declaraban a los cuatros vientos el día de ayer, se habrían realizado primarias parlamentarias abiertas y vinculantes.  Esto habría permitido que nuevos referentes fueran parte de un proceso histórico, en donde realmente se hubiera expresado una voluntad de abrir la democracia y de formar una nueva mayoría. Pero ya sabemos que esto no fue así, por la “falta de acuerdo” de quienes dirigen los partidos políticos. Dirigencias que por cierto se están encargando de enterrar poco a poco a la Democracia Cristiana (los resultados y la soledad de Claudio Orrego en esta elección son un ejemplo), de demostrar que el Partido Socialista olvidó sus ideales hace rato y donde la ambición por el poder parece ser más fuerte y que además refleja que las bases de esos partidos se encuentran bastante disociadas de las cúpulas que las presiden.

El tema relevante es que quien sea Presidente (lo más probable es que sea electa Michelle Bachelet en segunda vuelta) es más bien indiferente si el congreso sigue conformado por esa suerte de empate técnico que da “estabilidad” al sistema político chileno. Lo importante se juega donde ahora reina el sistema binominal, es decir, las parlamentarias.  Resulta ¿curioso? que justo en esa instancia se haya optado por no realizar primarias. La verdad es que más que curioso es la voluntad de quienes están dirigiendo los partidos políticos actualmente y que juegan al progresismo, a la conexión casi demagógica con lo que “quiere la gente” pero que al momento de demostrar con hechos los discursos, algo pasa que todo se queda en nada.

Ante este escenario, más allá de quien resulte electo Presidente de la República, la invitación para quienes queremos construir un país distinto, es a romper el binominal, es ahí donde está la disputa relevante

Ese algo es el statu quo que parecen criticar, pero que en el fondo les gusta, ese que les impide sacar el binominal, que les ha llevado a apadrinar el sistema de mercado en educación, salud y previsión social e incluso a fomentarlo, pese a que la evidencia a nivel mundial muestra lo contrario.

Ante este escenario, más allá de quien resulte electo Presidente de la República, la invitación para quienes queremos construir un país distinto, es a romper el binominal, es ahí donde está la disputa relevante. Para esto se requiere colocar nuevos referentes en el parlamento como lo son Giorgio Jackson en Santiago, Francisco Córdova en Concepción, Gabriel Boric en Magallanes y algún liberal que pueda aparecer en algún distrito.

Los procesos democráticos toman tiempo, se requiere convicción y decisión, y me parece que las generaciones actuales tenemos que hacernos cargos del país que queremos construir. Por esto, hay que focalizar esfuerzos en las parlamentarias, dejemos el efecto mediático de las presidenciales para quienes viven de eso. Es hora de ponerse serios e involucrarnos en las decisiones relevantes.

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1 Comentario

ana luisa

Buen analisis. Pero que sacamos opinar si no vale la pena. Porque nada va a cambiar. Solo cambiando el sistema. Pero mientras esten los apernados seguiremos igua. En cuanto ala dc.Se sepulto sola endiosandose y dejando de representarnos.