Para nadie es un secreto que la política en Chile no es preocupación de la mayoría de los ciudadanos, que los partidos políticos sacan la peor nota de las instituciones del país, y que la gente está desencantada porque cree que ese espacio de poder ya está cooptado y que no hay nada que hacer para que aquello cambie.
¿Es posible decirles que están equivocados? Esa es una pregunta válida, pero otra pregunta igualmente válida es ¿será fructífero intentar convencerlos de lo contrario?
Frente a esa pregunta, creo que no se trata de convencerlos con promesas -la historia muestra que no ha sido así- y más sabe el diablo por viejo que por diablo, por lo cual esa estrategia sería inútil. Pero tampoco debemos caer en el error de atribuir causalidad a eventos pasados y creer que el interés por la política está perdido para siempre.
Soy una convencida de que las personas actúan por costumbre, emociones, y no por razón. Es por eso que creo que el reencanto político pasa por emocionar a los ciudadanos, hacerlos «sentir» -y no «pensar»- que los temas propios de la gobernanza democrática inciden en sus vidas y su capacidad de ser felices.
En ese sentido, es necesario asumir que no se convence hacia adelante -ya dije que los hombres son seres de costumbre – sino que se convoca hacia atrás, es decir, con la experiencia aprendida, con la sensación instalada de que la política no es puro pituto y repartición del poder entre los mismos.
La estrategia, entonces, está en que aquellos que estamos dentro cambiemos la forma de “operar” y que visibilicemos aquello. Eso implica, antes que cualquier cosa, tener claro por qué estamos en política.
Pues bien, estoy en política, como muchos de mis compañeros, porque todos hemos pensado alguna vez cómo podrían cambiar las cosas en nuestra sociedad para que conviviésemos de mejor forma y así ser más felices; porque al fin y al cabo, eso es lo que perseguimos como seres humanos, la felicidad.
Estoy en política porque quiero ver un país con una constitución hecha por todos y no por unos pocos, porque quiero que las parejas homosexuales puedan casarse y tener hijos, porque quiero una educación inclusiva no competitiva, porque quiero un sistema de pensiones decente, porque quiero regiones y localidades rurales empoderadas, porque quiero que más cargos del Estado sean elegidos y no nombrados, porque quiero una estructura tributaria justa, y por muchas otras cosas más.
Y es que la política no es solamente la búsqueda del poder por el poder. Se trata de alcanzar espacios de incidencia activa para posicionar fundamentos filosóficos, sociales y de sentido común que contribuyan a generar la sociedad que queremos. Así, la política debe generar contenidos de manera conjunta con la ciudadanía, de manera activa y participativa, regionalista, transparente e inclusiva, recogiendo ideas con distintas comunidades a lo largo del país por medio de conversatorios, cabildos, seminarios y otras actividades.
Pues bien, estoy en política, como muchos de mis compañeros, porque todos hemos pensado alguna vez cómo podrían cambiar las cosas en nuestra sociedad para que conviviésemos de mejor forma y así ser más felices.
Se trata de nutrirse e involucrarse directamente con las necesidades de las diversas personas y comunidades, para ser un nexo entre éstas y los tomadores de decisión política de los partidos.
La política tiene que volver a emocionar al ciudadano común, éste debe sentir que lo que diga incidirá y que sus dirigentes están conectados con lo que sus comunidades piensan.
Se trata de volver a unir lo político con lo humano, con la cultura; de acercar aquello que para los ciudadanos es tan lejano, pero que sabemos que condiciona su vivir cotidiano. Y de que esa cotidianidad en Chile sea justa, que los ciudadanos sean realmente libres, y que todos, independientemente de sus diferencias y diversidad, tengan la misma posibilidad de ser plenamente felices.
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Candidata a Secretaria de Organizaciones, Lista Actúa, por una nueva Juventud, Juventud PPD
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hiocariz
Bien dicho, hay que emocionarse y emocionar con la política, hacer avanzar al proceso constituyente y que la participación ciudadana sea una realidad.