En las elecciones presidenciales de 2005, la actual Presidenta Michelle Bachelet, ganadora de aquellos comicios, basó gran parte de su estrategia, en un empoderamiento de la gente. Así, su campaña incluía a gente normal, trabajadores, estudiantes, niños y dueñas de casa utilizando una banda presidencial, dando un claro mensaje de una democracia más participativa y ciudadana, leyendo y anticipando en parte, los movimientos sociales que comenzarían poco después con la revolución pinguina.
Sin embargo, esa administración, que terminó con una excelente evaluación, cambió su rumbo y de intentar ser un empoderador de la gente, terminó siendo un Estado protector y asistencialista, transformando a la entonces presidenta en una figura maternal, que no logró traspasar su liderazgo y decantó en que su sector perdiera la siguiente elección a manos de Sebastian Piñera.
Luego, en las elecciones presidenciales de 2013, la estrategia varió y echando mano a su cuenta corriente de atributos personales (que explicaron la alta aprobación de su anterior gobierno y al mismo tiempo, fracaso de mantener el poder en su coalición), enfrenta una segunda elección presidencial, esta vez, intentando leer a la calle, a la gente de a pie, incluyendo en su programa muchos temas que otros pusieron en el debate y entrega a poco tiempo de las elecciones, un programa con alta cantidad de propuestas, pero poco contenido y por lo tanto, lleno de áreas grises, prometiendo grandes debates ciudadanos en algunos temas donde no se comprometieron caminos.
Por eso, una vez más, vemos a poco andar del actual gobierno, que el mensaje de campaña se va diluyendo una vez instalado en el poder, en parte por la falta de debate, en parte por la falta de contenido. Así, por ejemplo, se plantea una reforma tributaria que no permitió mayor debate, aún más, esta fue presentada para el financiamiento de una reforma educacional que aún no conocemos y que tampoco ha tenido un interlocutor que haya sido capaz de levantar un debate ciudadano al respecto.
Es tiempo de mirar atrás y retomar el camino. Escuchar a la calle, a los ciudadanos y movimientos sociales. De empoderar a la gente y no refugiar el debate en un parlamento secuestrado por el binominal, un sistema a todas luces poco representativo (si así no lo pensara presidenta, no se estaría debatiendo una reforma a este). Es tiempo de centrarse en las causas del problema y no solo en los efectos perjudiciales de este. Es tiempo de cambiar los cimientos donde construimos.
Ahora es el momento de una Nueva Constitución y no puede ser, sino por una Asamblea Constituyente. Por ser este un proceso participativo y ciudadano, que permitirá destrabar el cerrojo que nos heredó la dictadura, una Constitución ilegitima, que nos coarta la posibilidad cierta de avanzar, pensado para el empate y que no reconoce el Chile actual, un país libre, crítico, movilizado, empoderado.
Ahora es el momento de una Nueva Constitución y no puede ser, sino por una Asamblea Constituyente. Por ser este un proceso participativo y ciudadano, que permitirá destrabar el cerrojo que nos heredó la dictadura, una Constitución ilegitima, que nos coarta la posibilidad cierta de avanzar, pensada para el empate y que no reconoce el Chile actual, un país libre, crítico, movilizado, empoderado. Un Chile que va perdiendo el reconocimiento y valoración en sus autoridades electas, donde deja de ver representación y ve trabas, un Chile que ya no valora el cambio en la medida de lo posible, ni en la política de los acuerdos, ya que ambos fueron caldo de cultivo del descontento ciudadano.
La ciudadanía ha hablado, en la calle y en las urnas, pidiendo una Asamblea Constituyente, que rompa al fin con las barreras, a estas alturas, auto impuestas y podamos debatir en serio el país que queremos construir y plasmarlo en una Constitución que abra y guíe el camino.
Por eso, este es el momento de poner efectivamente esa banda presidencial en cada chileno y chilena a lo largo del país y proponer los mecanismos para qué, a través de un plebiscito vinculante convoquemos a una Asamblea Constituyente que nos entregue una Nueva Constitución para todos y por todos.
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