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¿Política de expertos o política ciudadana?

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De la lectura de la columna de Ricardo Brodsky se desprenden interesantes aspectos  sobre la actual situación de los partidos políticos en Chile. Aspectos  relevantes, si pensamos que tales organizaciones son de vital trascendencia para el sistema democrático. Es por esto, que la mirada permanente y crítica sobre los partidos políticos es imprescindible y estos deben ser permanente objeto de estudio en toda sociedad que se organiza en forma democrática.

En función de ello, es pertinente citar el trabajo del sociólogo ingles Colin Crouch, quien en su ensayo "Posdemocracia", postula que en la actualidad los partidos políticos están corriendo el riesgo de convertirse en instituciones crípticas. Se refiere a aquellos partidos que, por medio de excluyentes dinámicas políticas, alejan a sus bases de las estructuras del liderazgo partidista, centrándose estos últimos en un diálogo cerrado con los llamados “expertos”.

Desde hace tiempo en Chile se viene planteando una diagnóstico similar, que ha adquirido mayor notoriedad en el contexto post elecciones,  a pesar de no ser un tema nuevo en el debate político chileno. La opinión de los llamados” expertos” es necesaria, pero debe ser complementada con mayores dinámicas de participación.  En un escenario restrictivo como el que se ha comentado, el entusiasmo de las bases se puede convertir en un elemento meramente ornamental. De ahí la importancia de que la ley de partidos asegure contar con mecanismos de mayor participación y, como plantea Brodsky, con procesos electorales contralados por un servicio independiente, lo que proporcionaría mayor legitimidad ciudadana a los cuestionados partidos políticos chilenos.

Los partidos políticos son instituciones de comunicación entre la ciudadanía y las instancias de poder político. De continuar la actual desconfianza y alejamiento que la ciudadanía chilena muestra ante ellos, podemos estar a las puertas de un hecho social preocupante en el que la sociedad chilena pase de la desconfianza a la indiferencia o agresividad contra la clase política como respuesta al carácter elitista que los partidos van mostrando.

Para finalizar, es justo plantear que muchos dirigentes son conscientes de esto, y que  están haciendo esfuerzos por “escuchar” a la ciudadanía. Pero si estos esfuerzos no se traducen en acciones, se corre el riego de comprometer la salud de todo el sistema democrático y, parafraseando a Karl Mannheim, sólo la real democracia como sistema  permite la co-existencia pacifica entre  las diversas corrientes de pensamiento.

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Foto: Participation inequality – verbeeldingskr8 / Licencia CC

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6 Comentarios

jorge1812

Un actor que ha comenzado a tener una fuerte influencia interna en los partidos, han sido los Think Thank, que han ido desplazando a los políticos de profesión que dedican su tiempo a la política y que surgen de la militancia de base -siguiendo la distinción de Offerlé-

Esto, hace que los partidos de masa (que se caracterizaban por un gran número de militantes activos que escalaban posiciones internamente) pasa a convertirse en un partido de notables con apariencia catch all. Todo lo anterior aumenta las lógicas elitistas internas -la ley de hierro de las oligarquías-

Así, a las altas esferas partidarias de decisión política, llegan sólo los técnicos (con Phd), mientras que los militantes que han dedicado su vida al trabajo partidario quedan relegados a funciones administrativas.

    felipe-schlack

    felipe-schlack

    Muy de acuerdo, los políticos de profesión están siendo desplazados por los especialistas ( Phd) y quizás, en este debate pueden tener cabida algunas de las viejas Ideas de Max Weber sobre la política como profesión y devoción.
    Lo que sin duda me llama la atención de tú planteamiento, ya que implica interesantes líneas de observación, es la perpetuación de los que tú llamas, las mantención de “ley de hierro de la oligarquía” . Esto supone una crítica profunda a nuestro sistema política nacional, aún más, creo por ahí que se cuestiona el carácter de la democracia liberal , que a fin de cuentas es el ordenamiento desde el cual se articula nuestro sistema político.

    Retomando a Colin Crouch, creo que es más urgente que nunca que pensamos la democracia no únicamente desde su concepción liberal –representativa, sino que también desde una dimensión participativa, en donde el papel de los ciudadanos no se limiten a votar en las elecciones, sino que se articulen más instancias de democratización, ya sean dentro del ámbito local, partidario o vecinal.
    Saludos.
    Atte
    Felipe Schlack.

    Ary

    Towondcuh! That’s a really cool way of putting it!

silabario

silabario

Sin duda, la polítca como profesión y la misma evolución de los partidos (partidos catch all, de cartel y otras yerbas elitistas mencionadas por Jorge) esta dando este resultado… y claro, los profesionales de la política se llenan la boca con intentonas participativas y diálogos con las bases.
Creo que un buen apronte y aporte es el de Mariano Torcall, el que toma las nuevas democracias de Latinoamérica y actualiza los términos de la desafección política, donde parte central tiene que ver con la relación entre gobernates y gobernados, y en cómo estos segundos se sienten incapaces de influir en el sistema… y de ahí para delante… en lo difícil de confiar en un sistema de esas características… y es cosa de mirar un rato las CEP para ver las confianzas institucionales, se quiere a la democracia (según el mismo índice) pero la sensación de estar marginado del mismo -y por ende, ser escasamente responsable y participante- no permite ver sinceramente los deseos participativos de los políticos profesionales.

jorge1812

Felipe y Camilo, creo que todos coincidimos en el diagnóstico. En lo personal creo que la base institucional electoral inhibe la competencia política, y la concentra al interior de los partidos dejando fuera del ámbito político al resto de los ciudadanos.

Hoy basta ver que quienes hoy ejercen algún tipo de cargo político o de dirigencia, en su mayoría son hijos, incluso nietos, de otros dirigentes políticos o funcionarios de alto rango del Estado (Tres presidenciables, Piñera, Frei, Meo). También hay primos, suegros, hermanos, sobrinos, nietos, en distintos partidos políticos opositores, pero que son de una misma familia. (http://sujetoysociedad.blogspot.com/2009/11/democracia-hereditaria.html)

Es decir, nuestra democracia más bien sería una oligarquía isonómica, donde existen derechos civiles iguales, pero no derechos políticos iguales.

Así, la estructura isonómica del sistema político, desincentiva a los ciudadanos “comunes”, primero a querer participar de la política en cuanto ser gobernantes, reduciéndolos primero al rol de electores, para luego terminar por disminuir incluso, sus estímulos para el ejercicio del voto.

Vemos que hay elite en el poder, una oligarquía, mantenida no ya pese a la perfecta igualdad de derechos políticos, sino gracias a ella. Una oligarquía isonómica, donde todos tienen derecho, pero gobiernan los ricos.

http://sujetoysociedad.blogspot.com/2009/06/chile-tiene-una-isonomia-medias-no-una.html

    felipe-schlack

    felipe-schlack

    De acuerdo, con Camilo y Jorge. Estoy en acuerdo con ustedes. Creo que uno de los problemas que afecta al nuestro sistema democrático, es justamente la falta de mayores cuotas de democracia interna, ya sea para los espacios a nivel local ( barrios, comunas, Universidades) o a nivel de partidos .
    En este sentido, creo que el desafío de aumentar las dinámicas de democracia participativa es vital. En este escenario democrático restrictivo, me atrevo (desde una mirada simple) a identificar algunos ejemplos de la falencia de nuestro sistema democrático: En primer lugar creo que se producen distorsiones al sistema democrático por medio de las presiones ejercidas por fuerzas externas al Gobierno ( es cosa de ver las recientes presiones a nivel de discursivo de la Cámara Chilena de la Construcción para aumentar la extensión de terrenos en pos de proyectos inmobiliarios en la Región metropolitana) . En segundo lugar, creo que es posible identificar presiones al interior de los partidos, fuerzas que actúan dentro de la propia estructura interna de los partidos, lo sin duda atenta contra las mismas lógicas de trasparencia que desde los partidos se difunde.

    Para finalizar, con respecto a esto último me parece necesario hacer una diferencia. Si bien los partidos de al Concertación también tienen entre su filas a familias enteras, que bien podrían identificarse como “elites políticas” (en esto coincido con el argumento de ustedes dos) , me parece que hay una clara diferenciación entre los partidos de la ahora oposición y los de la Alianza. En los partidos de la Concertación, hay conciencia crítica y hay voces que están planteando la necesidad de ampliar las dinámicas democráticas, algo que no se escucha con mucha claridad en los partidos de la alianza.

    Saludos, y voy a ver el blog que recomiendan.