Parafraseando al Senador Allamand, se puede decir que el gobierno de Piñera está infectado por un gen populista. El recurso de agitar miedos atávicos ha sido el arma principal esgrimida por este gobierno para desviar la atención de su paupérrima performance, ergo: para dar falsas sensaciones de seguridad o que las promesas -en todos los ámbitos- no han sido capaces de cumplirlas. Lo que la ciudadanía está viendo es pura pirotecnia, como el populismo penal con el control preventivo a los menores desde los 14 años y “Admisión Justa”, lo que puede tener consecuencias graves, puesto que ello implica cosificar e estigmatizar determinados grupos etarios, sociales, étnicos, nacionalidades y de género. Tal política siempre conduce a polarizaciones y promueven la Ley del Talión. Un botón de muestra son los monstruosos asesinatos de 49 musulmanes en Nueva Zelanda por ultras derechistas blancos.
Combatir la delincuencia es una prioridad política y social, pero eso exige discutir en serio las causales, penas, facultades y obligaciones de las diversas instituciones del Estado, teniendo en consideración que el fenómeno de la delincuencia es mucho más complejo de lo que el gobierno pretende hacer creer. ¿Qué se está haciendo para que los niños no deserten del sistema escolar y no se conviertan en delincuentes?, puesto que todos los estudios al respecto indican que existe una alta probabilidad que los niños y jóvenes que abandonan el sistema escolar asumen una habitualidad delincuencial. Por tanto, es urgente diseñar políticas que tengan como objetivo principal reintegrar a esos niños y jóvenes al sistema educativo, medida práctica y no populista para disminuir verdaderamente las cifras de delincuencia juvenil.Si el gobierno cree que los problemas de delincuencia que hoy enfrenta el país se resuelven por la revisión del carnet y las pertenencias a los menores de edad, ilustra que la propuesta solo tiene como propósito soflamar el debate público
360 mil niños y jóvenes entre 6 a 21 años están excluidos del sistema escolar, según el informe elaborado por el Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile para el Hogar de Cristo. El gobierno refutó dicho guarismo, cifrándola en 150 mil.
Si el gobierno cree que los problemas de delincuencia que hoy enfrenta el país se resuelven por la revisión del carnet y las pertenencias a los menores de edad, ilustra que la propuesta solo tiene como propósito soflamar el debate público, lo cual se contrapone a un plan técnicamente elaborado y coherente para retener y reingresar al sistema escolar esa cuantía de jóvenes, y así enfrentar en forma efectiva los requerimientos de seguridad pública de la ciudadanía.
Según especialistas, al igual que la defensora de la niñez y la directora del Sename consultados en la prensa, han criticado el proyecto de control preventivo de identidad porque atenta contra los derechos del niño al someterlos a controles preventivos de identidad sin que existan ningún indicio de haber cometido un delito. Asimismo vulnera obligaciones internacionales contraídas por Chile en el marco de la Convención de Derechos del Niño. La perorata de “los niños primero” queda, por ende, como un sinsentido. Brindar seguridad a la población no es mediante aumentar las facultades de intrusión a los Carabineros -institución altamente cuestionada por los desfalcos cometidos por funcionarios activos y su poca eficacia en la prevención y control de los delitos- sino atacando las causales primigenias de la delincuencia.
El rechazo al proyecto es bastante transversal, incluso El Mercurio, en una editorial lo calificó como “una especie de “operación rastrillo” …es lo contrario a la inteligencia policial”.
En el caso de los medidores inteligentes de ENEL, el Presidente mostró nuevamente su epidermis pro business, al decir que “el usuario paga todo” refiriéndose que los consumidores tenían que pagar los nuevos artefactos, aunque ellos seguirán siendo propiedad de la empresa eléctrica que los está instalando -280 mil hasta ahora- sin licitación de proveedores y sin que las autoridades pertinentes hayan publicado la norma técnica que esos aparatos deben cumplir. Se estima que ENEL percibirá cerca de U$1.000 millones a través de su venta, cuyo presidente de esa empresa en Chile es Herman Chadwick Piñera, primo del Presidente de la República. ¿Conflictos de intereses y lobby al más alto nivel?, Chadwick es también director de Aguas Andinas y vicepresidente de Autopistas INTERVIAL, otros dos monopolios regulados.
La necesidad de Piñera de afianzarse rápidamente en un liderazgo “duro” de la derecha, en contraposición a J. A. Kast, y de arrinconar a la oposición con proyectos artificieros apelando al “sentido común ciudadano”, lo hacen aparecer con una nueva idea en los medios de comunicación, a un ritmo sin precedentes en la política chilena y que por momentos ha rayado en el ridículo: el tácticismo llevado a los extremos, creyendo imprescindible dar un golpe de efecto todos los días para frenar la mala marcha de los sondeos, han sido una constante de sus mensajes durante su segundo mandato, ya que considera que creando crispación en torno a ciertos temas o pretendiendo conseguir que una mentira contada repetidamente se convierta en verdad puede tener mejores resultados de aprobación demoscópica.
Todo indica que Piñera hace esfuerzos ingentes para transformarse en un alumno aventajado de Trump -dice cosas miméticas de las que sostiene el Presidente de EE.UU– Eso se percibe en la simplificación de los mensajes, en repetir de manera majadera frases hechas como si los ciudadanos no fueran capaces de leer por encima de un eslógan. Pero seguir el manual Trump parece no haber dado los frutos esperados. No sólo porque las encuestas dicen que la aprobación a su gestión disminuye y que su abuso de la pirotecnia tiene contradictores en toda la sociedad, incluido Chile Vamos y le señalan que se modere y que no pierda el norte y se ciña a un guion más estratégico, de lo contrario la proyección de la derecha en las próximas elecciones presidenciales solo se convertirá en una aspiración difícil de concretarla.
Sin embargo, el Presidente no sopesa que ese tacticismo, que apunta a obtener resultados más efectistas que efectivos, inexorablemente termina generando un clima de confrontación que impide todo entendimiento. Lo que hace falta, entonces, es otra actitud, pero él no escucha. Solo resta aplicarle el proverbio “Lo que natura no da Salamanca no presta”, aceptando el hecho que solo lo mueve su pulsión de buscar la aprobación inmediata, como lo dice en una columna Carlos Peña.
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