El presidente Sebastián Piñera posee un liderazgo único, inédito en la escena política nacional. De eso, a nadie le cabe duda. Sus acciones son guiadas por una impulsividad que asombra y su incontinencia verbal y conductual ha sido motivo de crítica transversal. Algunos, más bien benevolentes, afirman que detrás de este comportamiento no se esconden malas intenciones, sino sólo una necesidad por “aparecer en todas las fotos”. Otros piensan que la impericia mediática del presidente se debe a una ceguera temporal provocada por un populismo casi escandaloso.
Sea cual sea el argumento, hay un minuto en el que las anécdotas del primer mandatario – conocidas como “piñericosas” en el cibermundo – cruzan la línea de lo aceptable. El límite son las relaciones exteriores. Cuando la imagen país puede verse trastocada por ciertas conductas impropias del presidente, la situación pasa de comedia a tragedia.
Es por eso que haber firmado el libro de visitas alemán con el polémico “Deutschland über alles” es tan delicado. Para los alemanes, la frase recuerda lo peor de su historia y eso motivó a que la estrofa que la contenía fuese extraída del himno del país germano. Si bien parece un error inocente, la imagen de un presidente poco preparado y atolondrado no le hace bien a Chile. En el oficialismo quitan peso a la situación diciendo que no hay mucho que cambiar, ya que al presidente “lo elegimos así”. Inaceptable. Lo mínimo que debemos exigirle a la máxima autoridad del país es la prudencia.
Platón era un firme defensor de que los gobernantes debían ser filósofos, ya que una de las virtudes que más cultivaban era la prudencia. Para Platón, un gobernante DEBÍA ser prudente ante todas las cosas; es la virtud más importante para una persona encargada de la dirección de una nación. La obviedad de esta afirmación hace que toda justificación sea redundante y es necesario que Sebastián Piñera así lo entienda. Le cuesta trabajo asimilarlo, porque la impulsividad es la peor enemiga de la templanza y la sensatez, pero debe luchar contra sus instintos, ya que no sólo está en juego su propia imagen, sino la de un país completo.
Finalmente, Jacinto Benavente le entregaría un buen consejo al presidente: “La vanidad hace siempre traición a nuestra prudencia y aún a nuestro interés”. Entonces, antes de intentar demostrar sus dotes políglotas, o de realizar una gira por el viejo continente mostrando el mensaje de los mineros – “que rescató” – a quién se le ponga por delante, Piñera debe comprender que su intento por aparentar puede traicionar sus intereses y los del país que está representando. Lamentablemente, el cambio de carácter se ve complicado. Piñera no escucha ni siquiera a la primera dama rogándole un poco de sobriedad, menos pondrá atención al consejo de sus asesores, y parece ser inmune a la experiencia de vivir impasse tras impasse. ¿Será la frase nazi en Alemania un punto de inflexión en el arrebato presidencial o nos tendremos que acostumbrar a que las cosas se hagan “The Piñera’s Way”?
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Foto: Presidencia.cl
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alvaro
Sergio, pienso que tener un presidente osado, en cuanto a impulsar ciertas políticas públicas innovadoras, contribuye a lo que usted plantea, pero en materia de relaciones exteriores sigo sosteniendo que debe primar la prudencia.
Gracias por el comentario!
Johnd477
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Piñera es de los que prefiere pedir disculpas , que pedir permiso, Claro que comete errores, peroes con gobernants asi que se atreven que podremos creer en nosotros mismos….a todo esto si escucho a su esposa, como el 100% de los Chilenos