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Piñera quemó sus últimos fusibles

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Las gigantescas movilizaciones estudiantiles, que simbolizan a todas las protestas sociales que se viven en el país, y el mal resultado en las encuestas que deja a Piñera y su gobierno con menos de un tercio de apoyo ciudadano y dos tercios de rechazo, ha obligado al Presidente a producir un segundo cambio de gabinete, lleno de enroques, sillas musicales y caracterizado por una creciente parlamentarización de este en desmedro de los técnicos y gerentes.

La situación del gobierno es crítica, se respira un descontento generalizado en el país y una sensación extendida que estamos frente a un muy mal gobierno incapaz de cumplir con sus promesas electorales, ineficiente en materia de reconstrucción, sin hoja de ruta, carente de visión estratégica y de un liderazgo creíble que garantice conducción.
 
En el cambio de gabinete hay un reconocimiento implícito de la veracidad de las denuncias y reclamos del movimiento ciudadano y de la oposición. La comunicación de este gobierno ha sido agresiva, lejana a la realidad y carente de todo esfuerzo para tender puentes de diálogo con la oposición y la ciudadanía. En ese sentido el reemplazo de Ena Von Baer, que sale muy lesionada del gabinete, por Andrés Chadwick, le da al gobierno espacios mayores de movimiento dada la mayor flexibilidad, experiencia política y contactos, hasta familiares, que el ex Senador mantiene con personeros de la oposición. Chadwick debiera ser la pieza clave, junto a Longueira, de la apertura del diálogo con el parlamento y las fuerzas de oposición, cuestión que hasta ahora el gobierno ha carecido por completo.
 
La caída de Lavín es seguramente la mayor demostración del fracaso de este primer año de gobierno. Un Ministro que, en boca del Presidente debía encabezar una verdadera revolución educacional, cae víctima de las movilizaciones estudiantiles, de la incomprensión del carácter histórico y sociológico de estas movilizaciones y de las protestas general, de su incapacidad y probablemente imposibilidad de establecer diálogo y acuerdos con los estudiantes y los rectores en los temas que verdaderamente importan: el rol del estado en la educación pública, el cumplimiento de la ley en materia del lucro en la educación superior. Lavín tenía el camino minado en estos temas. Está demasiado comprometido con el modelo de mercado de la educación también como un negocio que instaló Pinochet y con conflictos de intereses que debilitaban su ética pública en el momento de sentarse a la mesa co sus interlocutores. Lavín cae, se le deja caer, la UDI está obligada a ser observadora en el desmoronamiento de uno de sus líderes históricos y carta presidencial y al final va a un Ministerio que siempre ha sido un cementerio de los elefantes.
 
La UDI paga silenciosa el precio de que uno de sus Ministros símbolo sea responsabilizado de la incapacidad para frenar las protestas estudiantiles, pero sin duda refuerza su presencia en el gabinete principalmente por el ingreso de Pablo Longueira, en un Ministerio menor como el de Economía, pero desde donde jugará eminentemente un rol mas político que técnico. La presencia de Longueira no será cómoda para Piñera. Será cada vez mas difícil mantener fuera del Comité Político a Longueira y Allamand y si ello ocurre ambos operarán por fuera construyendo sus propios espacios políticos en el gobierno y en la ciudadanía. Si Longueira busca jugar un rol activo en Economía se topará ineluctablemente con las competencias de Larraín y será muy difícil que el ex Senador de la UDI acepte la subordinación –que si siempre aceptaron los Ministros de Economía de la Concertación- al peso y al dominio absoluto que ejerce Hacienda en este campo.
 
Una de las mayores decisiones adoptadas con este cambio de gabinete es la resolución práctica y anticipada del tema presidencial. Golborne, que aparece incombustible en las encuestas a los fracasos y errores del gobierno, es trasladado de Minería y Energía al Ministerio de Obras Públicas y con ello protegido de los conflictos que se producirán en CODELCO con la desmovilización de 2.600 trabajadores y las presiones para colocar en bolsa parte del capital de la estatal y con ello abrir paso a una eventual privatización de la empresa y, las movilizaciones ciudadanas que representarán el rechazo de la mayoría de los chilenos al proyecto Hidroaysén y más en general a las políticas energéticas del actual gobierno. 
 
Cuidar a Golborne y proyectarlo como la carta presidencial aparece hoy como una postura de consenso impuesta simplemente por la realidad. Hinzpeter, elegido por RN y  delfín del propio Presidente, está herido en un ala, debilitado en su autoridad como Ministro de l Interior y en su rol de Jefe de Gabinete y a la baja en las encuestas. Lavín se derrumbó y ni Allamand ni Matthei están en condiciones de disputar seriamente la candidatura a Golborne. Además, tanto el Gobierno, la Alianza y también la Concertación, saben que al gobierno puede irle muy mal, mal, regular o bien y que ninguna de estas evaluaciones sella la contienda presidencial. Golborne es, por tanto, el principal beneficiado con este cambio de gabinete. Se le coloca en un Ministerio donde solo puede lucirse, puede transformarse en el reconstructor de las zonas terremoteadas que es uno de los talones de Aquiles del gobierno y ello puede continuar proyectándolo en las encuestas.
 
El cambio de Bulnes de Justicia a Educación es significativo no solo por la caída de Lavín sino por la llegada justamente de Bulnes a resolver el conflicto con los estudiantes y a diseñar una estrategia que vaya mas allá del GANE que cuenta con un drástico rechazo de los estudiantes y de la propia oposición política. Bulnes ha mostrado en Justicia equilibrio, diálogo, sobriedad y menos ideologísmo en sus posturas y aparece como un interlocutor que puede abordar, sin los contratiempos del conflicto de interés que agobiaba a Lavín, el tema de una Superintendencia que fiscalice drásticamente el cumplimiento de la ley en materia del lucro en la educación superior y una nueva actitud del estado hacia la educación pública.
 
Lo demás, son nominaciones y enroques para enfrentar los conflictos. Hay dudas de los conocimientos que en el ámbito minero y de energía tienen los ministros nombrados y, por tanto, sobre todo en energía, es evidente que el gobierno se manejara de manera conservadora, afrontando lo que ya existe, lo cual permite a Piñera no tener dificultades de desabastecimiento energético en su mandato y dejando para el futuro las decisiones estratégicas por las cuales el gobierno no aparece en condiciones de pagar los costos políticos y comerciales que ello representa.
 
Sin embargo, para salir de la crisis que ensombrece al gobierno no basta el cambio de gabinete. Esto puede ser casi episódico si Piñera no cambia la estrategia de su gobierno, si no hace un diseño realista de las políticas que implementará en lo que le queda y si no elimina la letra chica en cada una de sus iniciativas que terminan finalmente, por la poca consistencia de ellas, perdiendo impacto ante la opinión pública. Con este cambio de gabinete, Piñera quemó los últimos fusibles, después de esto no tiene más a quien recurrir. 
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1 Comentario

luismarco

luismarco

Estimado diputado: Creo que hay bastante consenso en los análisis sobre la limitada trascendencia de este ajuste de gabinete. Soluciona transitoriamente algunos problemas, especialmente si Bulnes logra darle curso a la reforma educacional, pero los conflictos ya son algo inherente a esta administración dada su escasa credibilidad. Lo interesante es el eventual surgimiento de nuevos problemas, por ejemplo las divergencias que se pueden dar entre Longueira y otros personeros incluido Piñera. Las disputas de poder pueden provocar un desgaste mayor a un gobierno de por sí errático, peor es un problema estrictamente de la derecha. Lo rescatable es que puede cambiar el trato con la Concertación y, en ese sentido, la oposición puede ir desacoplándose del mal clima político. Respecto de que Piñera quemó sus últimos fusibles creo que aún no ha hecho la pérdida de Hinzpeter a quien ha tenido que sostener desde hace un tiempo con costo cada vez mayor.