Podrá sonar desafortunado, y posiblemente lo es, pero cuando el Presidente Piñera dice que “nada es gratis en la vida” no sólo reafirma su visión empresarial del mundo, esa visión donde los números le ganan el gallito a las palabras, el Mandatario evidencia también, el menosprecio que guarda por la ciudadanía que seguramente sabe 2.400 veces mejor que él (similar cifra son sus millones de dólares), que en la vida todo cuesta y que pocas cosas son “gratis”.
Claro que el Presidente tiene varias cuotas de razón, “nada es gratis”, porque obviamente alguien tiene que pagar por ello. La cuestión es cómo y es en este punto donde el Gobierno ha sido intransigente (concepto de moda) descartando de plano la reforma tributaria, maquillando el actual modelo que está en una profunda problemática.
Por supuesto que “nada es gratis”, pero son otras las personas que necesitan un refresco de mente, los repactadores unilaterales, abusadores laborales, especuladores, violadores de los Derechos Humanos, saqueadores de las empresas estatales y cuántos más que no pagan nada, escapando “gratis” de todos sus delitos. Porque es esta misma lógica del “nada es gratis” la que tiene a la educación en la crisis y el endeudamiento extremo, la misma lógica que ha suprimido el concepto de “lo público” en nuestros vocabularios, comercializando y privatizando desde el agua hasta el fútbol.
Cuando Piñera dice que “nada es gratis”, subestima la inteligencia ciudadana, alimentando el mito de “lo fácil”, descansando, de manera indirecta, en el argumento de una parte de la clase política que piensa que la pobreza se relaciona con la flojera. Sin embargo, los estudiantes demuestran a diario lo equivocada de esta hipótesis de cartón. Porque “los que quieren todo gratis” y “los que quieren todo en bandeja”, son los que se han movilizado en una lucha tan solidaria y desinteresada, que probablemente saben, que no serán ellos quienes vean los cambios que pueden obtener.
Sin lugar a dudas, si hay alguien que tiene claro que “nada es gratis en la vida”, es el movimiento social que vemos hoy en día, al contrario de la clase política que curiosamente en su gran mayoría no pagó por estudiar. Algo que da para reflexionar, porque afortunadamente pensar todavía sigue siendo “gratis”.
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Foto: Kena Lorenzini
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